Thread by @DaniNovarama

Ayer me pegué una juerga. Una de las de verdad, de decir "te quiero tío" a los colegas y volver a casa hecho unos zorros. Pero, como casi todo lo que comento, lo importante no es qué hice, sino por qué. Hoy: cómo ha cambiado el covid nuestra relación con el trabajo. Dentro hilo.

He comentado muchas veces que yo me dedico al software, concretamente, dirijo una empresa de producción de videojuegos. Si quieren ver lo que hago, basta clicar el link. Hacer videojuegos no es fácil ni difícil: es laborioso
store.steampowered.com/app/910490/Kil…

Mi empresa típicamente tenía unos 30 empleados antes del covid: artistas, programadores, gente de producción... la típica estructura de empresa creativa, que verían igual en una agencia de publicidad, un estudio de cine, o una productora de televisión.

Por el tipo de trabajo que hacemos, la comunicación es constante: las industrias creativas son una amalgama de opiniones, y nos pasamos el rato hablando: tomando decisiones sobre cualquier ámbito del producto: cómo serán los héroes, cómo se jugará, etc.

Como pueden imaginar, y por ese grado de comunicación, yo era absolutamente contrario al teletrabajo: opinaba que, a distancia, toda esa dinámica colaborativa no funcionaría. Por eso en Novarama, mi empresa, el teletrabajo estaba prohibido, de toda la vida.

Llega el covid, y como no hay otra, pasamos a teletrabajar. Yo llevo ahora unos dos años currando desde casa. Y, precisamente como éramos contrarios al teletrabajo, se dio una reacción inversa: todo el mundo en la empresa se esforzó por hacer que aquello funcionase.

Usamos Discord (una chat para gamers) para estar todo el rato hablando. Zooms continuos para discusiones creativas. Tabletas digitalizadoras para poder compartir esquemas y diagramas. Herramientas como Miro y Google Drive sacan humo para compartir ideas.

Para nuestra sorpresa, funcionó. Todo el mundo decía: „sí, pero cuando acabe el covid, quiero volver a la oficina“. Pero la empresa tiraba. En las reuniones la gente aparecía con el gato, su hijo o una cabra, y alguno iba en pijama. Pero el sistema funcionaba.

Pasaron los meses, y el covid seguía ahí. Y nosotros, en casa. Como la empresa iba bien, empezamos a contratar. 40. 50. Mientras escribo esto, somos ya 62 personas. Nos hemos duplicado en 2 años. Mucha gente ha entrado, ya sin conocer cómo era la vida de oficina.

De hecho, empezamos a fichar fuera de Barcelona. Tenemos gente en Euskadi. En Mallorca. En Madrid. Total, por qué no? Tenemos un artista en Londres. Y la gente seguía diciendo: „oye, esto va como un tiro“. Y ya no decían tanto: „quiero volver a la ofi“.

Decían: „cuando acabe el covid, quizás mitad y mitad“. Pero te hablaban del tiempo que pasaban con sus hijas. De cómo podían salir más a pasear, y todo ello, por currar desde casa. Yo antes perdía 90 minutos en transportes. Ahora? Tengo a mis hijas a 10 segundos.

He vuelto a hacer siestas. A cultivar hobbies. Sinceramente, empecé a ver que vivía mejor. Total, que llegó un momento que teníamos claro que había serias dudas sobre si tenemos que volver a la oficina o no. Y, por dar voz a todo el equipo, hicimos una encuesta.

Con preguntas del tipo „añoras la ofi para trabajar?“ „la añoras para hacer reuniones?“ „la añoras porque te concentras más?“. Y al final, inocente, la pregunta clave: „añoras la ofi para hacer birras con los compañeros?“. Seguro que se imaginan la respuesta.

A todas las preguntas, la respuesta fue NO. Menos a la última. A estas alturas, y en una empresa totalmente anti-teletrabajo, NADIE añoraba la oficina. Nadie opinaba que aporte nada. Y somos 62, que no es poco. Lo que la gente añora es la juerga, el contacto humano.

El teletrabajo, para mí, es ya un modo de vida. Me he comprado una silla ergonómica. Hemos equipado mejor a nuestros empleados. Creado rutinas y tradiciones. Pero, para nosotros, esto seguramente no tiene vuelta atrás. Lo cual me lleva a la fiesta de ayer.

Ayer cogimos un chiringuito (por aquello de que circule el aire), y previas vacunas generales y tests de antígenos donde fue necesario, nos fuimos todos de cervezas. Nos lo hemos inventado: es el Beer-nes. Lo sé, el nombre es mejorable. Pero fue la leche.

No añorábamos trabajar juntos: añorábamos el colegueo. Los chistes. La tontería esa de que hablas de cualquier memez y te ríes. Francamente, me lo pasé teta, como hacía dos años que no me lo pasaba. Y todo esto tiene una moraleja interesante.

Primero, que hay que tener la mente abierta en la vida. Yo era absolutamente anti-teletrabajo, y aquí me tienen, feliz como una lombriz. Evidentemente no todas las empresas pueden teletrabajar (por ejemplo, un hospital). Pero la que pueden...

... piensen en ello. Veo mucha empresa forzando a su plantilla a volver a la oficina. Y creo que es una cagada: el beneficio laboral no existe. Y la pérdida de calidad de vida de los oficinistas es palpable.

Segundo: las crisis crean oportunidades. Gracias al covid, hemos descubierto una nueva forma de trabajar, una que además es mejor: producimos más, y vivimos mejor. Si ven la historia de la humanidad, tras las guerras, el mundo siempre ha crecido.

Y tercero: cuiden la parte humana. Yo no creía que necesitase tanto una juerga, hasta que monté una. Y me dí cuenta que con todo esto del covid hemos perdido mucha „piel“: mucho vernos, tocarnos, mucha empatía. Yo? Lo tengo clarísimo:

Vamos a hacer una juerga al mes. Pagada por la empresa, evidentemente: es trabajo. Así que si ven 60 frikis hablando de videojuegos en cualquier bar un día de estos, somos nosotros. Disfrutando de la nueva vida que nos ha brindado el covid. RT si les gustó, gracias!

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