Thread by @JFitzEdwards

Hoy es San Francisco Javier. Así que muchas felicidades a Javieres, Javieritos y Javieretes.
Y aprovechando la fecha y que me han desvelado, les voy a contar una historia preciosa: la de «El divino impaciente», una obra de teatro en verso de don José María Pemán.
Va hilo 👇

San Francisco Javier es conocido como el «Apóstol de Oriente». La razón está en la petición de don Pedro de Mascarenhas, embajador en Roma del rey Juan III de Portugal, a san Ignacio de Loyola para enviar misioneros de la Compañía de Jesús, a las Indias Orientales a evangelizar.

El Papa Paulo III se enteró y se vino arriba. Tiró de pluma y diploma y nombró a San Francisco Javier, «Legado Papal en las tierras del Mar Rojo, del Golfo Pérsico y de Oceanía, a uno y otro lado del Ganges».
Una collejura de título. Trabajo no le iba a faltar al futuro santo.

Y evangelizó en la India. En la posesión portuguesa de Goa que lo fue hasta los años sesenta del pasado siglo. Es cierto que allí se habían encontrado a los cristianos de Santo Tomás, hoy unidos a Roma y conocidos por tener sus propios ritos el siromalabar y el siromalankar.

Sigamos, porque san Francisco Javier también inició la evangelización del Japón. Al respecto de la misma, les recomiendo «Silencio», una excepcional película de Martin Scorsese que cuenta la persecución posterior de los cristianos, que vivieron dos siglos ocultos hasta el XIX.

Como inciso, les contaré que la influencia de los misioneros jesuitas portugueses fue tal, que la palabra japonesa para decir gracias, «arigato» es una deformación del portugués «obrigado» y la famosa tempura es copia de la forma de freír verduras de los misioneros en témporas.

¿A que se han quedado empanados? Es que la historia está llena de curiosidades. Un día de estos les cuento lo de los cristianos ocultos del Japón, la cara de los portugueses al encontrarse cristianos en la India y como el duro español fue moneda de curso legal en China. Pero...

Hoy estamos con «El divino impaciente». Cuando la II República decidió expulsar a la Compañía de Jesús, José María Pemán que era un magnífico autor, católico, monárquico, conservador y luego un poquito franquista los días pares y mucho los impares, hasta volver a la buena senda.

se encocoró y decidió escribir una obra propagandística en defensa de los jesuitas y de la Iglesia. Y escribió una bellísima obra en verso. Propangadística, pero bellísima y que lamentablemente, dado que está escrita en verso y dura tres horas ya no se representa. Una pena.

La cuestión es que incluye la más bella definición de como llegar a la fe en Dios que haya leído jamás.
Cuando el jefe de los indios le pregunta a San Francisco Javier como llegar a conocer quien es el Dios verdadero, el santo le contesta con estos maravillosos versos pemanianos:

«Si un ciego, de pronto viera,
en una noche de luna,
seguramente creyera,
que en todo el cielo no hubiera,
luz como aquella, ninguna.
Más luego, dudara al ver,
la aurora con su arrebol.
Y al fin, al verlo nacer,
alcanzara a comprender,
que tiene más luz el sol»

¿No me digan que no es maravilloso? A esta obra llegué gracias a mi abuelo que siempre fue un hombre culto y que me regaló este librito cuya fotografía les adjunto y que acabo de tener, emocionado una vez más, en mis manos.

Y que es una primera edición en esa colección de la Editorial Cisne de Barcelona y de Agosto de 1936. Cosas veredes, amigo Sancho

Espero que les haya gustado la historia y ya les contaré las otras prometidas, reiterando mis felicidades a todos los que celebran hoy su onomástica, a Navarra y a todos los navarros, que hoy es su día.