La historia de conflictos en el seno del NSDAP como la de su ala paramilitar, las SA, son conocidas, aunque su importancia a menudo ha sido subestimada o mal entendida.
La crisis más destacada en la relación de las SA con el Partido fue, sin dudas, la Revuelta de 1931.
Revuelta que suele aparecer en la literatura, en gran medida, como «un obstáculo en el camino hacia el poder de Hitler» y a la que a menudo se la atribuye al hecho de que los implicados en la rebelión dudaban de «la autenticidad del socialismo de Hitler».
Estos juicios, que concluyen que la revuelta fue producto del descontento del «ala izquierda del Partido», tienen algo de sentido desde cierta perspectiva. Sin embargo, un examen minucioso de los hechos demuestra que no todo fue así.
Ante todo, la revuelta fue causada no sólo por la falta de voluntad del liderazgo del NSDAP para agregar a los miembros de las SA a las listas parlamentarias —lo que era una cuestión de prestigio—, sino también por la falta de voluntad de proporcionarles asistencia financiera.
Walther Stennes ocupó el cargo de líder adjunto SA-Este, lo cual significa que dirigió las SA en Berlín-Brandeburgo, Prusia Oriental y Mecklemburgo-Pomerania.
En total, Stennes controlaba, aproximadamente, 1/3 de toda la SA.
Su revuelta tuvo causas relacionadas con un complejo historial previo en las relaciones entre las SA y el NSDAP. El activismo de las SA debía canalizarse en direcciones «convenientes para el Partido».
Las competencias enunciadas de este modo demostraron ser una fuente de conflicto latente dentro del movimiento, que sin embargo, permaneció inactivo hasta el final de la década, limitándose mas que nada a roces y tensiones.
En las condiciones de crisis económica de principios de los años 30, la dependencia financiera de las SA de las administraciones locales del partido era una fuente constante de tensión y que se interpretaba cada vez más en términos de falta de respeto a los sacrificios de las SA.
A su regreso a Berlín, Stennes lanzó una serie de reuniones extraordinarias, que hacen circular un anuncio de que las SA-Este rechazarán todos los deberes adicionales —incluido el trabajo de campaña para la próxima elección del Reichstag— hasta que se cumpliesen sus demandas.
Tras una serie de diálogos y conversaciones, Goebbels —Gauleiter de Berlín desde 1926— y Stennes remediaron sus diferencias y se llegó a un acuerdo. Stennes, más o menos satisfecho, a su vez, telegrafió a Hitler en Munich con una declaración reafirmando la lealtad de las SA-Este.
Esto podría haber marcado el final del asunto… si Stennes no hubiera descubierto que un espía de las SS escuchaba sus procedimientos y monitoreaba minuciosamente cada uno de sus movimientos mientras tenía lugar el dialogo con la dirección del Partido.
La acumulación de las SS como una contra-organización de las SA —a la que técnicamente estaba subordinada— fue una fuente importante de tensión, y el incidente del espionaje fue visto como una provocación insolente, una absoluta falta de respeto a las SA que no iba a tolerarse.
La SA irrumpió en las oficinas de negocios de Gau, golpeó a los guardias de las SS y se apoderó de los materiales y archivos electorales del Partido a modo de represalia. También fue saqueado el departamento de Goebbels.
Tras estos hechos tuvo lugar una primera reunión con los líderes locales de las SA, que se celebró solo después de que Hitler recorriera los bares locales de las SA para evaluar el estado de ánimo de la fila y el archivo.
La intervención personal del Führer como mediador entre las SA y la dirección del Partido serviría para calmar los ánimos y pondría fin a la crisis... pero no por mucho tiempo.
Las tensiones entre la SA y la dirección del Partido se avivaron por las prohibiciones de Hitler sobre la lucha callejera de la SA y hablar en público en febrero de 1931, algo que escandalizó fuertemente a los combatientes pardos.
A eso se le sumaron el crecimiento numérico continuo y la cada vez mayor autonomía de las SS, cada vez más distanciadas y enfrentadas con las SA, y también el juramento de legalidad de Hitler.
La situación se puso de manifiesto por el decreto de emergencia del canciller democristiano Heinrich Brüning del 28 de marzo, que otorgó al gobierno la autoridad para prohibir las reuniones y disolver los grupos políticos.
Irritado por todo esto, Stennes intensificó sus denuncias al Partido, demandando el despido de Röhm y criticando abiertamente a Hitler, quién no dudó en aprovechar la oportunidad presentada por la insubordinación abierta de Stennes para despedirlo preventivamente del partido.
El despido de Stennes empujó al encolerizado dirigente de las SA-Este, sin preparación, a una revuelta abierta contra su propio Partido.
Stennes ocupó las instalaciones del periódico Der Angriff de Goebbels y le «depuso» de su puesto como Gauleiter. Stennes se encontró con un apoyo considerable. Alrededor del 30% de las SA de Berlín se le acercó de inmediato, así como el 20% de la Hitlerjugend local.
Mientras que la pequeña revuelta del otoño se había limitado a Berlín, la revuelta de la primavera se extendió a varias regiones de Alemania bajo el mando de Stennes.
Walther Stennes recibió declaraciones de apoyo de los líderes de las SA en Silesia (Kurt Kremser) y Pomerania (Hans Lustig), y fuertes seguidores en otras zonas. De los 25 mil hombres de las SA-Este, Stennes tenía al menos el apoyo provisional de entre unos 8 a 10 mil.
Así Stennes fundó su propio grupo, el Movimiento de Combate Nacional-Socialista de Alemania —Nationalsozialistische Kampfbewegung Deutschlands (NSKD)— y un periódico, «Arbeiter, Bauern, Soldaten» —Obreros, Campesinos, Soldados—.
El periódico derechista Niedersächsische Zeitung instó a sus lectores a evitar cualquier risa prematura a expensas de los NS, advirtiendo que los elementos radicales separados por la revuelta probablemente encontrarían su camino hacia una organización igual de radical que el KPD.
Un periódico cercano al NSDAP, el Kölnische Zeitung, también estaba preocupado de que al expulsar a los elementos más radicales de las SA, Hitler estaba recompensando a los comunistas con un gran grupo de «fuerzas activistas en gran parte sin explotar».
Walther Stennes y sus partidarios se preocuparon abiertamente por la posibilidad de perder hombres de SA de rango y archivo ante el KPD, y en particular por el peligro que representa el ejemplo de Richard Scheringer.
Sobre Scheringer, un oficial del NSDAP que más tarde desertó y se unió al KPD tengo ya un hilo escrito:
Decían que los activistas de las SA podrían unirse a un local anti-fascista, afirmando que «La influencia del teniente Scheringer ha tenido un impacto poderoso. ¿Estas señales de advertencia no son suficientes para Munich?».
Las expectativas grandiosas en el campo comunista sobre la revuelta de Stennes, llegaron hasta al periódico ruso Pravda expresando la esperanza de que los «elementos proletarios» en las SA ahora darían la espalda a Hitler y «marchan hacia la izquierda».
El KPD aclamó la revuelta como evidencia de que la división largamente predicha. Para los comunistas, la división se entendió, en primer lugar, como una división de clase entre una organización del partido reaccionario burgués y un ala paramilitar proletaria revolucionaria...
Sin embargo estas interpretaciones no eran del todo acertadas 👇🏽
Por ejemplo, las autoridades policiales en Berlín, señalaron que, con la excepción de algunos de sus líderes, el Sturm «más fuertemente proletario y radical» en Berlín se había negado a unirse a la revuelta.
Sin embargo, Stennes, en este contexto, buscó evitar que los rebeldes proletarios de las SA siguieran el ejemplo de Richard Scheringer.
Pronto Scheringer hizo patente el fracaso de Stennes de «romper ideológicamente con Hitler, Goebbels y el NSDAP más contrarrevolucionario», e hizo una serie de llamamientos, que resaltaron cuestiones de clase e ideología.
En un folleto distribuido en abril e impreso en el Die Rote Fahne, el órgano oficial del KPD, Scheringer criticó despiadadamente a Stennes, señalándole como un líder que no había logrado o luchado por «un renacimiento de un verdadero socialismo nacional».
Sin embargo, parecía confirmar las esperanzas que Scheringer depositó en las capacidades revolucionarias de los soldados de asalto que «deberían colocarse decisivamente del lado de la guerra revolucionaria para la liberación social y nacional de los trabajadores».
Un volante de KPD aconsejó a los hombres de SA:
«¡Ni Hitler ni Stennes! ¡Scheringer te muestra el camino!»
Además elogió a las SA por su resistencia a los reaccionarios líderes NSDAP; «¡Proletarios de las SA! La clase obrera revolucionaria de Berlín ha seguido con gran interés su lucha contra el liderazgo del Partido».
En realidad, los partidarios de Stennes en la SA de Pomerania fueron los únicos que verdaderamente se rebelaron por esos motivos, acusando al NSDAP de abandonar «el curso revolucionario del verdadero nacionalsocialismo» y convertirse en un «partido de coalición reaccionario».
Al retratar la revuelta como «una lucha contra el sistema», la rebelión identificó a las tendencias burocratizantes en el NSDAP como sinónimos de «el sistema contra el cual luchó el nacionalsocialismo».
Cuando unos meses después estalló la revuelta de Stennes, la Casa Parda (Braunes Haus) —antiguo Palacio Barlow en Múnich, comprado por el NSDAP en 1930 para servir como sede— ocupó un lugar destacado en las gotas que colmaron el vaso.
«Hoy construyen la Casa Parda en Múnich a un costo de millones», decía el volante que anunciaba el estallido de la revuelta, «mientras que el combatiente de las SA no tiene ni un centavo para reparar sus botas rotas».
La nueva sede del NSDAP impresionó, con una «gran escalera que conduce a una sala de conferencias, amueblada en cuero rojo, y una gran sala de esquina en la que Hitler recibió sus visitantes debajo de un retrato de Federico el Grande».
La reubicación de la sede a este palacio se produjo en un momento en que el «strasserimo» estaba siendo purgado del Partido, cuando Hitler disfrutaba de un éxito creciente para obtener fondos de patrocinadores conservadores interesados en apoyar un movimiento anti-comunista.
Sin embargo, paradójicamente, también era imposible para Stennes perseguir una revuelta contra el Partido sin intentar establecer una posición ideológica-programática para sí mismo, pues no parecía haber una diferencia ideológica real entre los rebeldes y el NSDAP.
Como consecuencia, a Stennes le resultó difícil hacer una ruptura final con Hitler porque, para la mayoría de los militantes en el movimiento, era el propio Hitler quien encarnaba esta «esencia socialista» del movimiento.
Dado a que no había diferencias programáticas reales entre los rebeldes de las SA y el Partido, dejando de lado las quejas sobre las competencias administrativas y de financiación, tampoco había una base sobre la cual montar una crítica exhaustiva de Hitler.
La segunda de las hojas informativas publicadas por los rebeldes señalaba que:
«Stennes y las SA independientes se mantienen en una lealtad inmutable al nacionalsocialismo, y continúan hacia la meta por la que han estado luchando durante mucho tiempo del viejo [!] Adolf Hitler».
Desde fuera hubo intentos de ideologizar la revuelta —intentos de poner un sello en la actividad rebelde de las SA como «la expresión más radical del nacionalsocialismo revolucionario»— que llegó a ser vista por muchos como una «expresión de lucha de clases» dentro del partido.
Una lucha entre el SA combatiente, sacrificado y trabajador, aquel que ponía la cara por la causa y se jugaba el pellejo por la revolución, y el burócrata del NSDAP, un hombre acomodado, con dinero y que ni loco pondría un solo pie en las batallas callejeras.
Sólo al final de su proyecto, Stenes hace mención de su socialismo como «no-hitleriano», aunque esta mención quizá se diese únicamente para contentar a su aliado Otto Strasser, con quién formó una efímera alianza al final de su revuelta, alianza empujada por la falta de apoyo.
Su organización, el NSKD, tuvo bastante éxito en un inicio, habiendo alcanzado una membresía de unos diez mil militantes. Pero una mala combinación de los errores tácticos de Stennes y la falta de voluntad de muchos de sus simpatizantes impidieron que la revuelta triunfara.
Con el paso de las semanas, el caluroso apoyo inicial en el este de Alemania, comenzó a decrecer. La falta de entusiasmo y voluntad se hizo notar pasada la emoción inicial de iniciar un proyecto alternativo que desafiase a la dirección del NSDAP.
En poco, el NSKD pasó de diez mil miembros a menos de cuatro mil. Posiblemente su alianza táctica con Otto Strasser, que irónicamente se dio para parchar el creciente abandono de sus partidarios en busca de apoyo externo, fue justamente lo que terminó de matar al NSKD.
Siendo Otto un «apestado» dentro del Partido del que los militantes del NSKD provenían —ósea, el NSDAP— con el que la mayoría de los mismos rebeldes no querían saber nada.
«Si vamos a estar en el mismo barco que Otto, nos bajamos del barco».
Stennes rompió su relación con Strasser acusándole de arruinar su proyecto. El NSKD siguió existiendo como fuerza marginal hasta primavera de 1933. Luego de esto, Stennes se fue de Alemania temeroso de represalias por sus actividades contra el ahora partido único gobernante.
Tras abandonar Alemania junto a su mujer e hija, se instaló en China, donde prestó su experiencia militar a modo de mercenario para el régimen de Chiang Kai-shek, apoyándole en su guerra contra los comunistas.
Walther Stennes regresó a Alemania en 1949 huyendo del nuevo gobierno comunista chino y falleció en Lüdenscheid en 1983.
En Alemania, se mantuvo activo en política como militante y organizador electoral del derechista Partido Social Alemán —Deutsche Soziale Partei (DSP)—
Para terminar, aclaro que el contenido del hilo no es de mi autoría, sino de un antiguo usuario que ya no está llamado Cristiano Viejo. Yo solo lo guardé porque me pareció interesante y ahora lo resubo para quién guste leerlo.
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Farouk al-Shara —Vicepresidente de Siria y en ese entonces Ministro de Asuntos Exteriores— se encuentra en la Casa Blanca con el Primer Ministro israelí Ehud Barak para negociar una reconciliación sirio-israelí bajo mediación de Clinton (1999)
Las conversaciones fueron un proceso complicado y espinoso, pero se dieron a lo largo de 1991 hasta el 2000 bajo mediación estadounidense. Damasco conversó con Tel Aviv la posibilidad de reconocer al Ente Sionista y cortar lazos con la resistencia palestina como hizo Egipto.
A cambio, Israel devolvería los Altos del Golán a Siria y entablaría relaciones comerciales y políticas con el gobierno de al-Assad. A pesar de lo largas y complejas que fueron estas conversaciones, estuvo apunto de llegarse a un acuerdo en 1999 entre ambas partes.
«average» cuando Reino Unido es uno de los países donde el discurso «progresista» más arraigo tiene entre su población actual. Reino Unido, junto a Holanda o los países nórdicos, está a la cabeza en la aceptación y apertura a temas como el racismo, homosexualidad o transexualidad
Y creo necesario resaltar «ACTUAL», porque el hecho de que su sociedad hace cincuenta, cien o ciento cincuenta años atrás haya sido de las más racistas de Europa y su Imperio Colonial uno de los más esclavistas y represivos me importa bien poco.
Sí, evidentemente aún quedan remanentes de estas actitudes del pasado en la sociedad británica en muchos individuos, pero eso no quita que la sociedad británica es una especialmente abierta y progresista™, seguramente de las que más en todo el mundo.
Quizás una de las dictaduras modernas menos conocidas pero una de las más largas y brutales del siglo pasado, también una de las más interesantes fue el régimen de Hastings Kamuzu Banda, quién rigió Malawi con puño de hierro durante treinta largos años.
En su momento líder del anti-colonialismo en su país, Banda fundó el Partido del Congreso de Malawi —Malawi Congress Party (MCP)—, el cual manejaba un discurso nacionalista, que exigía la descolonización de Malawi y al mismo tiempo adoptaba una postura anti-comunista y pro-EE.UU.
Con la independencia del país el 6 de julio de 1964, Banda se convierte en el primer ministro durante los dos primeros años. En 1966 llega a presidente y en 1971 asesta un auto-golpe de estado, convirtiendo a Malawi en una dictadura conservadora y sumamente autoritaria.
Durante su visita a Canadá en mayo de 1992, el líder islamista sudanés Hassan al-Turabi fue atacado el karateka cinturón negro Hashim Bedreddin Muhammad, quién asestó un fulminante golpe a al-Turbani, haciéndolo caer contra el asfalto donde rompió su cabeza.
Muhammad atacó con rabia a al-Turabi y le hizo una llave con las manos conocida como tegatana para inmovilizarle y posteriormente le dio una brutal patada. La patada de Muhammad hubiese sido mortal de no ser porque un presente trató de empujar a Muhammad al asestar su golpe.
Pensando que al-Turabi estaba muerto, Muhammad huyó de las escena antes que las autoridades apareciesen. Cuando la policía y las ambulancias llegaron, al-Turabi yacía en un charco de sangre, con la cabeza abierta. Milagrosamente, aún seguía vivo.
Por las redes lleva tiempo rondado este video de un discurso del presidente Nasser en 1958 acerca de las mujeres y la obligatoriedad del hijab, lo cual ha creado una falsa imagen acerca de Nasser y la errónea idea llevó acabo una secularización del país.
Empecemos por el hecho de que el uso del hijab ya desde mucho antes de que Nasser ascendiera al poder no era generalizado entre la clase urbana, y ya para inicios del siglo XX la mayoría egipcias urbanitas no lo empleaban más allá de en ceremonias religiosas.