Yo no tengo ni una maceta, y se me secan las plantas de plástico, pero hace ya un par de años que, por Campo+Ciudad, estoy en contacto con productores agropecuarios y conozco algo de su realidad.
Desde 2008, la Argentina libre, democrática, republicana, deposita sus esperanzas (y también sus frustraciones) en el campo, con la convicción de que el productor tiene en su bolsillo la llave para quebrar al kirchnerismo.
Bueno, resulta que no. Que lo que se propone resulta muy fácil en Twitter, pero bastante más complejo de aplicar en la práctica. Dejar de sembrar por un año o meter mil tractores en Plaza de Mayo sólo es factible en las fantasías de quien nunca sembró ni movió un tractor.
El campo está dispuesto a hacer su parte, por compromiso ciudadano, por vocación patriótica, y también, claro, por interés económico.
Pero para que el campo y la ciudad luchemos juntos, hay que dejar de exigirle al otro que haga lo que yo no haría. En resumen:
No le exija al productor que pase un año sin sembrar si Ud. no está dispuesto también a cerrar su comercio o fábrica por un año, o a faltar a su trabajo por un año y bancarse que le descuenten o lo rajen.
El campo genera costos aunque no produzca. ¿Quién cubre esos costos?
Tampoco le exija al productor que monte una rebelión fiscal si Ud. no está dispuesto a hacer lo mismo y a aguantar que le clausuren el negocio y le inicien juicios varios, como le pasaría a cualquiera.
Atrasarse en dos cuotas del inmobiliario no cuenta como rebelión fiscal.
Mucho menos le exija al productor que corte las rutas si Ud. no está dispuesto a dejar su trabajo para ir a cortar también la ruta, arriesgando su propio vehículo, integridad y libertad.
¿Está tan seguro de que Gendarmería no reprimirá como para apostar su propio cuero?
Si lo máximo que Ud. está dispuesto a hacer en esta lucha es a marchar en una plaza, le aviso que el campo lo acompañó cada vez que lo hizo. En cada marcha del 2020 hubo productores agropecuarios, al igual que maestros, médicos, abogados, comerciantes...
...pero nadie le dice a los maestros, médicos, abogados o comerciantes que, además de marchar, se pongan los pantalones y salgan a incendiar el país. Ni que dejen de trabajar por un año. A nadie le exigen a gritos que pongan huevos.
Ese pedido parece ser exclusivo para el campo.
Estoy convencido de que el campo argentino es parte importante de la solución. Pero les aviso que si esperamos que hagan lo que los demás no estamos dispuestos a hacer, nos vamos a quedar esperando.
Las revoluciones no se compran por delivery.
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Los invito a jugar un rato. Un ejercicio sencillo, con un par de preguntas. Les pido que sean honestos en las respuestas, y que no las piensen demasiado.
Por supuesto, se agradece el retuit.
¿Empezamos?
1) Estás encerrado en una habitación con un asesino.
El tipo es más grande que vos, más ágil, joven y fuerte que vos, y tiene un cuchillo.
Vos estás desarmado, salvo por algo que puedas manotear por ahí.
¿Qué hacés?
2) Vamos a agregar un elemento al escenario. Detrás tuyo hay una puerta.
El asesino está en la otra punta de la habitación, y es una habitación grande. Para abrir la puerta, tenés que darle la espalda, pero sabés que llegarás a huir a tiempo. ¿Qué hacés?
DESPERONIZAR PARA SALVAR LA DEMOCRACIA
(hilo menos gorila de lo que parece)
¡Tranquilos, compañeros! Antes de empezar a llorar proscripción y endilgarme crímenes que se cometieron mucho antes de mi nacimiento, lean el hilo hasta el final.
Aquí no hay ninguna intención de alejarlos por la fuerza de la arena política. Hasta un gorila lomo plateado como yo sabe que no se puede salvar la Democracia tomando medidas antidemocráticas.
Por otro lado, sería absurdo negar que millones de argentinos se sienten políticamente identificados con el peronismo. Sus ideas son totalitarias y atrasan varias décadas, sí, pero las de los troskos también, y no por eso les impedimos ir a poner sus seis o siete votos.
En la guerra, lo peor que puede hacerse cuando se tiene una ventaja sobre el enemigo es acorralarlo.
Un enemigo acorralado se defiende con uñas y dientes, porque sabe que es matar o morir, que gana o desaparece. Hay que dejarle una vía de escape...
(2/8)
...por supuesto, una vía de escape conveniente, controlada. Pero una vía al fin.
La esperanza de zafar hace que el enemigo ponga el énfasis en la huida y no en el combate. Los rusos lo aplicaron con mucho éxito contra Napoleón.
(3/8)
Tras la entrada de Napoleón en una incendiada y vacía Moscú, los rusos podrían haber aprovechado su ventaja circunstancial y lanzarse a una incierta y sangrienta batalla.
En cambio, dejaron a los franceses emprender el regreso.
Llegará el día en que la Libertad te llame, y te exija que salgas a la calle a defenderla.
Llegará el día de salir de tu casa sin saber si volverás esa tarde, al día siguiente, o semanas después.
(2/7)
Para ese día, tenés que estar preparado y dispuesto.
Nadie te va a avisar. No discutirán fechas un mes antes en las redes. No publicarán flyers y videos. No te preguntarán si te queda mejor a las cinco o a las seis.
(3/7)
No habrá un hashtag, ni una cadena de WhatsApp reciclada por enésima vez. No será feriado ni fecha patria. O sí. Pero no lo sabrás hasta que pase.
No habrá discusiones sobre si es Obelisco o Plaza de Mayo, banderazo o caravana. Será donde deba ser y como deba ser.
Supongamos que tu patio, tu terraza o tu balcón suele ser visitado con cierta frecuencia por palomas.
Puede que las adores, que te de igual, o que las detestes. En resumen...
2) ...en resumen, podés ser pro-palomas, anti-palomas, o indiferente.
Si sos pro-palomas, podés dejarles agua, comida, espantar los gatos vecinos, facilitarles lugares para que aniden, protegidas del viento y la lluvia.
3) En cambio, si sos anti-palomas, podés conseguir un gato, ahuyentarlas cada vez que las veas, poner alambre de púas o pinchos en lugares donde pueden anidar...
Si sos indiferente a las palomas, las dejás que hagan lo que quieran, sin darles mucha bola.