La política argentina está vieja. Oxidada. Caduca.
Nuestra política necesita sacudirse el polvo. Necesita jóvenes.
Pibes rebeldes como Luis Brandoni, que apelan a formas más dinámicas de participación política, y salen a la calle a poner el cuerpo...
(Hilo, 1/7)
(2/7)
Jóvenes idealistas como Santiago Kovadloff, que abrazan la utopía y nos arengan a hacer lo imposible, porque es imprescindible.
Muchachas frontales y auténticas como Graciela Fernández Meijide, que nunca se callan nada, dicen y hacen lo correcto, le pese a quien le pese.
(3/7)
Chicos de mente abierta como Juan José Sebreli, que militan por una Argentina cosmopolita, relacionada y conectada con el mundo.
(4/7)
Sin embargo, para nuestra desgracia, el Estado está plagado de vejestorios. Fósiles nostálgicos que no toleran el cambio.
Carcamanes como Santiago Cafiero, que se abrazan a su rancio abolengo para mantener privilegios inmerecidos...
(5/7)
...viejas decrépitas como Ofelia Fernández, aferradas a bancas desde las que abogan por un sistema obsoleto y fallido, que no hizo más que sumir a millones en la miseria...
(6/7)
...o ancianas reaccionarias como Victoria Donda, violentas e intolerantes en la derrota, ociosas e indolentes en el triunfo, tratando siempre de que nada cambie.
(7/7)
Debemos empezar de una vez a mirar al futuro. Para eso, haríamos bien en escuchar más a quienes tienen mucho pasado encima.
Su visión sobre la historia reciente está formada por la experiencia, no por el relato. Por eso, apuestan al mañana y no a un ayer que nunca fue.
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Llegará el día en que la Libertad te llame, y te exija que salgas a la calle a defenderla.
Llegará el día de salir de tu casa sin saber si volverás esa tarde, al día siguiente, o semanas después.
(2/7)
Para ese día, tenés que estar preparado y dispuesto.
Nadie te va a avisar. No discutirán fechas un mes antes en las redes. No publicarán flyers y videos. No te preguntarán si te queda mejor a las cinco o a las seis.
(3/7)
No habrá un hashtag, ni una cadena de WhatsApp reciclada por enésima vez. No será feriado ni fecha patria. O sí. Pero no lo sabrás hasta que pase.
No habrá discusiones sobre si es Obelisco o Plaza de Mayo, banderazo o caravana. Será donde deba ser y como deba ser.
Supongamos que tu patio, tu terraza o tu balcón suele ser visitado con cierta frecuencia por palomas.
Puede que las adores, que te de igual, o que las detestes. En resumen...
2) ...en resumen, podés ser pro-palomas, anti-palomas, o indiferente.
Si sos pro-palomas, podés dejarles agua, comida, espantar los gatos vecinos, facilitarles lugares para que aniden, protegidas del viento y la lluvia.
3) En cambio, si sos anti-palomas, podés conseguir un gato, ahuyentarlas cada vez que las veas, poner alambre de púas o pinchos en lugares donde pueden anidar...
Si sos indiferente a las palomas, las dejás que hagan lo que quieran, sin darles mucha bola.
Otra vez Cafierito diciendo burradas. Como si no fuera suficiente eso de "somos militantes con traje de funcionarios", ahora le reclamó no haber puesto ni un ladrillo al mismo gobierno al que corrían con lo de "el cemento no se come".
(2) Pero cuando digo #BastaDeCafierosEnElEstado, créanme, no lo digo por él. O, mejor dicho, lo digo por él y también por muchos otros. Muchos que ni siquiera se apellidan "Cafiero".
(3) El cafierismo es la tendencia de ciertos linajes a permanecer en altos cargos públicos provinciales o nacionales independientemente del talento, la formación o la capacidad. Una suerte de nepotismo ad eternum.
Muchos nos burlamos cuando Alberto el Conciliador dijo que el suyo sería un "gobierno de científicos". Pasados nueve meses, empiezo a creer que era cierto.
Permítanme explicarme (hilo):
(2) Contrariamente a la creencia popular, un científico no es un sabio. Es una persona que sabe mucho, muchísimo sobre UN tema determinado dentro de UNA rama específica del conocimiento.
Sobre el resto, puede ser tan culto (o inculto) como cualquiera.
(3) Esto significa que un excelente biólogo molecular puede no saber nada de historia. Un brillante sociólogo puede ignorar las nociones más elementales de física. Una destacada antropóloga puede no entender absolutamente nada de seguridad ciudadana.
Este tuit resume una realidad mucho más jodida que la discusión lingüística sobre niño/niña/niñe/niñi: hay un grupo de adultos problemáticos y resentidos que pretenden robarle protagonismo a todos. A los niños, a las mujeres, a los homosexuales, a los negros, a los pobres.
Odian a la sociedad occidental (que está llena de defectos, ojo. No soy conservador. Pero soy reformista, no resentido) y descargan su miseria en todos los frentes: ¿Hay femicidios? Es culpa del patriarcalismo burgués heterocristiano liberal capitalista de derecha.
La misma lógica absurda la aplican a todo: ¿Hay pobreza? Es culpa del patriarcalismo burgués heterocristiano liberal capitalista de derecha. ¿Hay racismo? Es culpa del patriarcalismo burgués heterocristiano liberal capitalista de derecha. ¿Hay xenofobia? Es culpa de... etc.
De los funcionarios del gobierno de Macri, @Guillodietrich es uno de los más capaces, eficientes y transformadores. Y, sobre todo, de los más valorados por la ciudadanía. Por eso, que Canicoba Corral (¡justo él!) lo procese tiene un olor raro…
(2)
No me malinterpreten. Estoy convencido de que todos, funcionarios incluidos, debemos responder al llamado de la Justicia. Nadie, propio o ajeno, tiene coronita. Pero tratándose de una acusación del kirchnerismo, lo mínimo que podemos hacer es informarnos bien sobre el tema.
(3)
¿Cómo arranca esta historia? Los contratos de concesión de peajes a Ausol S.A. y GCO S.A se firmaron en 1994, en dólares. En 2002, al igual que todas las concesiones de servicios públicos, fueron pesificados por el Estado, comenzando un arduo proceso de renegociación.