En "La princesa prometida" hay muchas historias de amor.
La de una princesa que no quería ser princesa.
La de un pirata muerto.
La de una venganza.
Pero hay una historia de amor que pasa desapercibida y que es esencial.
Os lo cuento (solo las partes buenas) en este hilo🧵
"La princesa prometida es mi libro favorito"
Esto podrían ser mis palabras, pero en realidad lo dice el propio William Goldman (autor de la novela y guionista de la película).
Podríais pensar que quizá William Goldman era un egocéntrico con una autoestima enorme.
Pero lo cierto es que odiaba todo lo que escribía.
Solía decir que era un escritor sin talento("solo" había escrito:Dos hombres y un destino, Marathon Man, todos los hombres del presidente)
Bueno no siempre pensó que era alguien sin talento.
Consideraba que una vez había hecho realmente bueno.
Hubo un lugar y una época donde realmente se sintió un buen contador de historias, un escritor con talento.
Ese lugar no era ninguna sala de guionistas, ni ninguna librería...
Ese lugar era la habitación de sus hijas.
Cada noche, como cualquier padre, se hacía un hueco junto a Jenny y Susanna, sus dos hijas, para contarles historias de piratas, caballeros, magos y de amor verdadero.
La relación de Goldman con sus hijas distaba mucho de la que había tenido el escritor con su padre.
Su padre fue un hombre deprimido y alcohólico con el Goldman nunca tuvo mucha relación y que acabó suicidándose.
Goldman fue quién encontró su cuerpo.
Pero volvamos a la habitación de las hijas de Jenny y Sussana.
Allí, entre cojines y sonidos de ambulancia, se desarrollaron algunas de las historias que se han quedado en nuestra memoria:
El hombre de seis dedos.
El espadachín toledano que buscaba venganza.
El malvado Humperdinck.
Y el gigante más bueno del mundo.
Su mujer, Ilene, escuchaba desde el salón las risas, los lamentos, las ilusiones de sus hijas y siempre le decía a Goldman a la salida:
- Escríbelo, escríbelo.
"No te preocupes, todo está en mi cabeza" Respondía Goldman.
Lamentablemente, su cabeza no era tan buena como creía. Muchas de las historias se perdieron para siempre en aquella habitación infantil.
Pero un día, decidió hacer caso a su mujer y dejar algo de todo aquello en letras negras sobre blanco.
Así que les pidió que eligieran el tema de la historia a sus hijas.
La mayor dijo: Princesas.
La pequeña dijo: Novias (Bride en inglés, aquí se tradujo como prometida)
Así nació La princesa prometida.
Pero como bien sabréis, la novela no es una historia pensada exclusivamente para niños.
Goldman comenzó a escribir algunas páginas de un cuento infantil de pocas páginas, sin embargo, a medida que escribía se iba enamorando cada vez más de Buttercup, de Humperdinck, de Vizzini.
Así que tiró todo aquello destinado a sus hijas y comenzó una novela, una novela larga...
Empezó a escribir "el libro que más me gusta del mundo, aunque nunca lo he leído" (Esta es la primera frase de la novela).
Así escribió el capítulo 1
Y el capítulo 2.
Pero entonces llegó ese momento horrible que todo escritor teme más que los Acantilados de la locura y el Zoológico de la muerte juntos.
El bloqueo.
Goldman tenía todo en su cabeza: los duelos a espada, el pantano de fuego, el "Me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir".
Lo tenía todo en la cabeza porque lo había contado mil veces.
Pero no sabía cómo conectarlo.
La historía se la había contado por días a sus hijas, como si fueran capítulos de un libro.
Y aprovechado las pausas entre día y día se saltaba "las partes aburridas" y contaba solo "Las partes buenas".
En la habitación de sus hijas, para conectar las historias utilizaba excusas baratas y atajos para llegar a lo que verdaderamente querían las niñas:
Aventuras.
Así que salió a pasear por Nueva York, a medianoche, indignado porque era incapaz de escribir la novela que más quería escribir en su vida. Una novela para sus hijas.
Estaba furioso.
Tener "las partes buenas" y no saber llegar a ella. Menudo imbécil.
Entonces se le ocurrió.
Se quedaría solo con las partes buenas.
Adiós a las partes aburridas. Solo escribiría "Aventuras".
Pero para eso necesitaba una excusa... necesitaba crear a su padre de ficción.
Así que corrió a su casa y escribió una introducción.
Perdón, una introducción no... La mejor introducción de la historia la literatura.
Quizá suene exagerado, pero os reto que busquéis una introducción mejor. Ningún preámbulo tiene tanto impacto en el resto de una novela.
Porque la introducción no tiene como protagonista a ningún pirata o espadachín.
La introducción habla de un niño pequeño llamado... William Goldman.
Y es la verdadera historia de cómo se enamoró de los libros.
Una delicia.
La historia es mucho mejor si la leéis, pero voy a resumirla un poco.
El pequeño William no tenía ningún interés por los libros. Era un verdadero desastre en los estudios, solo le interesaba el deporte.
Un día, intentando escuchar un partido de béisbol, su madre se da cuenta de que William está delirando. Pero delirando mucho.
Tiene una pulmonía grave.
Así que aquel niño, vivo y deportista, tiene que quedarse obligado varios días en cama... aburrido.
Hasta que un día aparece su padre (No Peter Falk, AKA Colombo, ese era el abuelo de la película) con un libro entre sus manos: La Princesa prometida de S. Morgensten.
Está en Florinés (Por cierto, todos los nombres de países de la novela son moneda: aquí el florín italiano)
El idioma que realmente habla su padre, un inmigrante que apenas domina el inglés.
Así que decide traducírselo.
"¿Quién puede saber cuándo su mundo va a cambiar? ¿Quién es capaz de decir antes de que ocurra, que todas las experiencias anteriores, todos los años, fueron una preparación para... nada?", escribe Goldman.
"Mi vida empezó de verdad cuando mi padre me leyó a Morgensten."
Aunque su interés por el béisbol continúa, pero su afición a la lectura lo inunda todo: London, Victor Hugo, Verne... no hay nada que lo detenga.
Y así, el pequeño William se hace escritor.
Gracias a un libro en florinés.
Pasan los años, ocurren muchas cosas, y entre ellas que Goldman tiene un hijo.
Cuando su hijo tiene 10 años, decide regalarle el libro (aquí ocurre una historia brutal, que os invito a que leáis en la introducción... no querréis que os lo cuente todo en este hilo) y entonces descubre algo increíble.
La princesa prometida escrita por S Morgesten es...
Un libro aburridísimo.
Pero mucho.
Lo más alejado que se pueda pensar de una historia de aventuras.
Es un compendio de la historia del Florín, el país de su padre ficticio.
Hay duelos a espada, sí, pero también estadísticas de natalidad y problemas nacionalistas.
Una lectura opuesta a su "Princesa prometida"
Entonces, el William Goldman escritor se da cuenta:
Porque eso es lo que hace un buen escritor, seleccionar las partes buenas.
Podríamos hablar del color de los calcetines de un personaje, pero lo que queremos son las partes buenas. Como escritores y como lectores.
En mi opinión, y creo que Goldman estaría de acuerdo, escribir las partes buenas tiene algo de magia.
Siempre digo que es escribir estas partes es lo más parecido a estar enamorado.
Sientes algo en el estómago, el corazón se acelera, no sabes cómo actuar y a la vez todo fluye.
A Goldman, aquel año, escribiendo "La princesa prometida"... todo le fluyó.
Tanto, que años después seguía enamorado de su novela.
Cosa que no le había pasado con ninguna otra.
Quizá porque, sin saberlo, estaba uniendo su vida de toda su familia.
Creando un personaje que era a la vez:
el padre que quería haber tenido,
el padre que deseaba ser,
y el padre al que cada noche esperaban sus hijas.
Porque sí, queridos lectores, el amor verdadero existe, pero no se da entre princesas y piratas, ni entre reyes y granjeras.
El amor verdadero pertenece a un padre y sus hijas, tumbados en una cama, mientras escuchan historias de piratas y princesas que no querían ser princesas.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Este ha sido mi hilo de #CorraAVerlo dedicado a William Goldman y a todos los padres y madres que cuentan historias a sus hijos antes de dormir.
Como siempre, se agradecen retuits y comentarios en el primer tuit del hilo.
Si te ha interesado este hilo, puedes leer el resto de mis hilos aquí. linktr.ee/Yosoycorra
Y si no tienes plan para el fin de semana y llueva y truena en tu ciudad, como en Berlín.
Como mejor que hacerse un huequito en el sofá y comenzar a leer "La princesa prometida" o verla por decimoquinta vez.
Porque sí, hoy es viernes y esto ha sido todo en #viernear.
Primer por cierto:
La introducción no acaba aquí. Goldman comenzó una secuela que no terminó llamado "El bebé de Buttercup".
Lo más interesante de lo que nos ha llegado es (otra vez) la introducción. De esta no os cuento nada, solo os digo que uno de los personajes es...
Stephen King.
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Hoy ha muerto Mel Mermelstein, uno de los supervivientes de Auschwitz.
No conocía su historia, pero la he leído y he quedado fascinado.
Su nombre pasará a la historia como el del hombre que consiguió que el Holocausto fuera reconocido como un hecho irrefutable.
Abro hilo 🧵
Allá por el año 1980, el Institute for Historical Review (una institución que promueve el negacionismo del holocausto) decidió lanzar un farol.
Prometió dar 50 mil dólares a la persona que pudiera demostrar que se utilizaron cámaras de gas en Auschwitz para aniquilar judíos.
Nuestro protagonista, Mel Mermelstein, ni corto ni perezoso se presentó ante un notario donde testificó que vio a su familia ser conducida a la cámara de gas número 5 de Auschwitz.