Una motomami se negaría a forma parte de un acoso masivo al que ya se han sumado cientos (¡y miles!) de comentarios hirientes.
Una motomami respeta las ilusiones del resto, empatiza con las emociones de los demás, y celebra el entusiasmo ajeno.
Una motomami controla sus instintos camorristas y omite el contenido que no le interesa, en lugar de ser la 758ª persona cita, una vez que ya se han volcado a la yugular un total de 757.
Una motomami jamás vulneraría la libertad de quien desea compartir parte de su mundo interior.
Una motomami es consciente del carácter íntimo y personal de la construcción del lenguaje de cada persona, y trata con el debido respeto sus respectivos procesos racionales.
Una motomami no reflejaría frustraciones aleatorias en un desconocido que se siente felizmente realizado con su hobby en una red social.
Una motomami, pese a no estar de acuerdo con una publicación en concreto, refrena sus ansias de inyectar veneno de cara a un tipo de contenido en redes sociales que requiere de horas de esfuerzo, esmero y cariño.
Una motomami no haría de un proyecto personal su sátira para obtener validación externa en Twitter.
Una motomami partiría de la base de que es ilegítimo burlarse de los espacios y las formas de ocio de alguien cuyo entusiasmo no resulta perjudicial para nadie.
Una motomami no se define a sí misma como adalid de la salud mental mientras forma parte de oleadas masivas de odio hacia usuarios inofensivos.
Una motomami no adopta el rol de un acosador de instituto para el incremento de su capital social en Twitter.
Una motomami, si pertenece a ciertos colectivos oprimidos, aplica el principio de la sororidad, y no pretendería reafirmarse en base a vejar, pisotear y humillar a sus iguales.
Una motomami indaga en el contenido habitual de una cuenta en toda red social para averiguar cuál es su discurso común, antes de realizar afirmaciones categóricas sobre la persona que se encuentra detrás de la pantalla.
Una motomami no construye su identidad social en torno a la presunta ilusión que siente al escuchar a alguien hablar de sus pasiones y, luego, fomenta el acoso y derribo a un usuario que es visiblemente feliz mediante cierto tipo de contenido.
Una motomami no se caracteriza por la osadía de juzgar, poner en entredicho y deslegitimar algo tan inherente y valioso como la forma de expresión de una persona específica.
Una motomami aprende a desarrollar indiferencia ante aquello que no es de su interés, en lugar de asumir que todo el mundo ha de ser conocedor de su rechazo irrefrenable hacia ello.
Una verdadera motomami no atribuiría una carga objetiva y se tomaría de forma exageradamente personal puntos de vista de una cuenta denominada “SergioOpina”, con una fotografía con una televisión de tubo fucsia y estampados de Hello Kitty disfrazada de diabla.
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MOTOMAMI ha excedido los límites de El Mal Querer.
#MOTOMAMI es vanguardismo, transgresión, y un despliegue ecléctico y globalizador de una amalgama de géneros.
Abro hilo sobre la reafirmación de Rosalía como la artista más visionaria de la historia de la música española.
Las expectativas a las que hacía frente Rosalía eran inconmensurables: El Mal Querer, designado como uno de los discos más destacables que se hayan editado, encarna el álbum más relevante de la historia reciente de España.
#MOTOMAMI, sin embargo, es un sucesor más que digno.
Categorizar MOTOMAMI como un proyecto que responde a la etiqueta de 'músicas del mundo' es inevitable, dado que en el confluyen sonoridades que abarcan desde el reguetón hasta el flamenco, pasando por el jazz, la bachata, la música industrial o el R&B.
Un día como hoy, 33 años atrás, aconteció uno de los mayores escándalos de la historia de la cultura popular.
El 3 de marzo de 1989, Madonna tocó las puertas del mismísimo Vaticano con Like A Prayer, y denunció el racismo estructural danzando entre cruces en llamas.
Abro hilo.
Like A Prayer, el cuarto álbum de estudio de Madonna, es un manifiesto de feminidad pop de proporciones bíblicas: fue el período de su trayectoria que culminó su transición hacia la madurez artística en toda regla, para cuya consecución su sencillo homónimo resultó crucial.
Like A Prayer, su primer corte promocional, inauguró su campaña por todo lo alto: una composición pop inaudita, un acompañamiento visual polémico, un trasfondo palpablemente erótico y, por consecuencia, un escándalo entre círculos conservadores de la sociedad internacional.
Hoy se cumplen diez años desde que Madonna sirvió excelencia electropop, un despliegue homoerótico-festivo de corte religioso, y una coreografía de infarto a la edad de 53 años.
Aquel 2012 subestimó injustamente el espectáculo EDM de Girl Gone Wild.
El 2 de marzo del 2012, Girl Gone Wild se editó como el segundo sencillo extraído de MDNA, su duodécimo álbum de estudio.
Al contrario que Give Me All Your Luvin’, encuadrada en el dance y con leves influencias disco, Girl Gone Wild se encomendaba al electro, así como al techno.
El 26 de febrero del 2016, Charli XCX pisó el acelerador del futurismo, y anticipó una corriente explosiva de pop de vanguardia.
Vroom Vroom, a pesar de ser un EP que apenas sobrepasa los 10 minutos de duración, sintetiza a la perfección su propuesta innovadora.
Una de las artífices de su producción avant-garde fue Sophie, quien falleció en el año 2021, y que se encargó de encauzar la identidad artística de Charli XCX a un plano sonoro menos convencional, trasladado a las fronteras más experimentales entre el pop y la electrónica.
El giro que efectuó la artista británica desde su proyecto predecesor, Sucker (2014), se definía por la excesiva fortaleza del sintetizador, que resultaba especialmente palpable en el corte homónimo, Vroom Vroom: una absoluta bomba de relojería.
Hay una línea delgada entre tener una opinión no favorable hacia aquellos temas publicados de MOTOMAMI, y desmerecer a Rosalía mediante acusaciones y clichés misóginos, sencillamente por no conectar musicalmente con la etapa artística en la que se encuentra.
En mitad del aluvión de críticas está gestándose una narrativa de condescendencia -eminentemente machista- en la que, incluso, se atribuye el giro compositivo de MOTOMAMI con respecto de El Mal Querer a la presunta monopolización de C. Tangana como letrista en este último.
Ni siquiera es cuestión de hacer hincapié en las comparaciones apropiadas. Por inverosímil que resulte, MOTOMAMI se halla respaldado por un deseo de realización artística mucho más genuino y auténtico que El Mal Querer, pese a lo que sus respectivos contenidos aparenten albergar.
El 22 de febrero de 1998, Madonna se postuló como la gran artífice de la popularización de la música electrónica, mediante un retrato de maternidad y espiritualidad.
24 años más tarde, Ray Of Light supone la obra maestra definitiva de la historia del pop femenino.
Abro hilo.
El nacimiento de Lourdes León -más conocida como Lola- tuvo lugar el 14 de octubre del año 1996. Poco después del parto, Madonna comenzó a involucrarse en la gestación de su séptimo álbum de estudio, que acarreó su proceso de grabación más longevo hasta aquel entonces.
Ray Of Light desembocó en el cese del silencio artístico más prolongado de su discografía, tras su incursión en los dominios del R&B por medio de Bedtime Stories (1994); si bien su reputación se había incrementado en 1996, gracias a su papel protagónico para la película de Evita.