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Alex Riveiro @alex_riveiro
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Nuestra galaxia debería estar repleta de civilizaciones… pero, ¿dónde están? A esa contradicción la conocemos como la Paradoja de Fermi. Intenta dar respuesta al hecho de que nuestra civilización sea la única, aparentemente, en la Vía Láctea. Pero, ¿y si no es una paradoja?
Porque quizá lo que plantea la paradoja no sea ni inesperado ni misterioso. Con unos 200.000 millones de estrellas, y unos 83.000 millones de planetas rocosos, la Vía Láctea tiene más lugares en los que podría haber aparecido la vida de los que jamás podremos observar.
Para este hilo hay que hablar de dos conceptos que son imprescindibles. Porque todo gira alrededor de ellos. Por un lado, tenemos la Paradoja de Fermi, que plantea por qué no hemos encontrado vida en la galaxia si todo nos indica que debería ser abundante:
Asimismo, también tenemos que hablar de la ecuación de Drake. Es más un ejercicio de reflexión que una ecuación. Pero, en cualquier caso, lo que intenta es determinar cuántas civilizaciones extraterrestres podríamos esperar encontrar en la Vía Láctea:
La ecuación de Drake suele devolver valores superiores a 1, salvo que usemos cifras extremadamente escépticas. Además, también tenemos que considerar el principio de mediocridad. La idea de que no somos especiales en la perspectiva de la galaxia y el universo que nos rodea.
Ese principio de mediocridad dice que el proceso natural que dio lugar a la aparición de la vida en nuestro planeta debería ser muy común. Debería haber sucedido en innumerables lugares a lo largo de la galaxia. Sin embargo, hasta donde sabemos, estamos solos. ¿Cómo es posible?
Esto no quiere decir que la Paradoja de Fermi esté en lo cierto. Tenemos que recordar varios puntos importantes, que ya fueron planteados en un estudio de 2016. La galaxia es gigantesca, mucho más grande de lo que podemos imaginar. Se nos dan mal las cifras grandes.
Por mucho que las comunicaciones viajen a la velocidad de la luz, tenemos que tener en cuenta que cualquier civilización, que intente comunicarse, está enviando sus mensajes a través de una distancia inimaginablemente grande. Sin importar que vayan a la velocidad de la luz.
Las distancias en la galaxia son tan grandes que hacen falta décadas, siglos o milenios para recorrerlas. Así que, en ese estudio (que enlazaré al final del hilo), los investigadores intentaban ayudarnos a poner las cosas en perspectiva analizando nuestras propias señales.
De esta manera, buscaban ilustrar el tamaño de la galaxia en comparación a la velocidad a la que viajan nuestras comunicaciones. Ese es el punto de partida que utilizaron en su trabajo. Podemos imaginarlo como una esfera de un radio de 80 años-luz que tiene como centro la Tierra.
80 años es, más o menos, el tiempo que ha pasado desde que tuvo lugar la primera comunicación que atravesó la atmósfera de nuestro planeta y se propagó al espacio. Dentro de esa esfera, determinaron la cantidad de estrellas, y de planetas rocosos potencialmente habitables.
Así como, también, el porcentaje que ocupa esa esfera dentro del total de la Vía Láctea. Es una forma bastante intuitiva de explicar la Paradoja de Fermi. Nos permite ver que, en realidad, puede considerarse un resultado predecible en lugar de un misterio incomprensible.
Como quizás sepas, la primera señal suficientemente potente para abandonar la atmósfera, y esparcirse a lo largo del vecindario, fue la voz de Adolf Hitler, en el discurso que hizo durante los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Desde entonces, se aleja a la velocidad de la luz.
Desde ese momento, esa señal se ha estado alejando de nuestro planeta y define el extremo de una esfera de señales casi constantes. Dentro de esa esfera hay señales que sí han sido diseñadas para ser interceptadas por inteligencias extraterrestres:
Pero salvo el Mensaje de Arecibo, y alguna otra señal, la mayoría de nuestras señales son incomprensibles. Una civilización alienígena que interceptase una de esas señales indescifrables necesitaría descodificar esa información binaria y transformarla en sonido o bien en vídeo.
El sonido tiene su propio método de encriptación y el vídeo tiene formatos muy específicos. Suponiendo que consiguiesen hacerlo, después necesitarían descodificar el mensaje, de alguno de los 3.000 idiomas que existen en nuestro planeta, y convertirlo en algo que puedan entender.
Como puedes imaginar, es un problema, porque aunque hay mensajes que sí han sido diseñados para ser interpretados fácilmente por los alienígenas, otra civilización no tendría ninguna manera de distinguirlos de la mayor parte de señales que son inidentificables.
Así que la primera señal que podría interceptar una civilización alienígena, aunque seguramente no podrían descifrarla, sería la de Adolf Hitler hablando sobre “la inherente inferioridad de los atletas no arios”, seguidos de décadas de señales que les serían incomprensibles.
La primera señal diseñada para ser comprendida por otras civilizaciones llegaría 24 años después de haber captado la primera comunicación. Suponiendo, claro está, que tengan la paciencia de estar más de dos décadas escuchando en espera de algo que sí les resulte más comprensible.
Aquí es donde las cosas comienzan a ponerse interesantes. Aunque parece que nuestras señales serían mayormente ininteligibles para una civilización tecnológicamente avanzada, es razonable pensar que entenderían que el universo no produce señales al azar como ésas.
Cualquier señal que ocurre de manera natural es periódica, predecible, y tiene una fuente natural fácilmente identificable. Así que nuestras señales, aunque indescifrables, podrían ser suficiente para indicar a otra civilización que estamos aquí y estamos listos para charlar.
Sólo falta que la civilización que llegue a esa conclusión sea lo suficientemente curiosa como para intentar conversar con nosotros. Sabemos que cualquier señal lo suficientemente fuerte como para abandonar la atmósfera de la Tierra se propagará por el espacio.
Lo hará en una esfera, a la velocidad de la luz. Por tanto, sabemos que nuestras comunicaciones han llegado a todas las estrellas que están a una distancia de 80 años de nuestro Sol. Sabemos que a 12,5 años de distancia hay 33 estrellas. A partir de ahí podemos deducir el resto.
Con eso en mente, podemos determinar que la densidad de estrellas por año-luz cúbico es de 0,004. O dicho de otro modo, utilizando esa densidad, nuestras comunicaciones, en estos 80 años de transmisiones, han llegado a 8.531 estrellas, y a 3.555 planetas rocosos.
Viendo esas cifras, es fácil pensar que esto da la razón a Fermi y su paradoja. Si hemos llegado a tantas estrellas y planetas, alguien debería habernos contactado a estas alturas. Sin embargo, basta comparar esta cifra con la cantidad de estrellas y planetas de la Vía Láctea...
Al hacerlo, vemos que es todo lo contrario. El disco de nuestra galaxia tiene un volumen aproximado de 6,5 billones de años-luz cúbicos, así que la humanidad ha alcanzado el 0,0000332% del volumen, y el 0,00000424% de estrellas de nuestra galaxia. O lo que es lo mismo, casi nada.
Parece que estamos solos. No hemos oído nada de otras civilizaciones y, hasta donde sabemos, no las hemos visto ni alcanzado. Pero hay tantas estrellas que parece una conclusión extraña. Porque no podemos olvidarnos del principio de mediocridad al hablar de este tema.
Sabemos que, con toda probabilidad, no somos nada fuera de lo común en el universo. Que la vida surgiese en la Tierra quiere decir que debería haber aparecido en muchos otros lugares porque, en casi todos los aspectos que conocemos, no hay nada especial sobre nosotros.
Somos normales. Es decir, estamos compuestos de los elementos más abundantes en el universo. Nuestra estrella es una más de la Vía Láctea. Una enana amarilla perfectamente normal y corriente. Y un largo etcétera. Pero, entonces, ¿dónde está la vida?
Puede que la respuesta sea que, simplemente, todavía no hemos oído sus comunicaciones. Quizá nos estaremos comunicando con extraterrestres en un futuro no demasiado lejano (demasiado distante para cualquier ser humano vivo hoy en día, pero en los próximos miles de años).
Esta conclusión es a la que llegaron los investigadores. Lo hicieron tras realizar un análisis de cuántas civilizaciones podría haber en la galaxia, y qué porción de la Vía Láctea podría haber sido alcanzada por sus comunicaciones desde que comenzasen a emitir sus señales.
Para ser sinceros, hay que admitir que hicieron una interpretación algo optimista de la Ecuación de Drake, dando por sentado que toda la vida, tarde o temprano, desarrolla inteligencia y la tecnología para comunicarse. También le han aplicado el principio de mediocridad.
Al hacerlo, descartan aquellos resultados que, por ser desmesuradamente positivos, pueden ser absurdos (y que mencionaré más adelante). Su intención, con esas fórmulas, era determinar el límite superior del tiempo en el que una civilización podría comunicarse en la galaxia.
También intentaron determinar el límite superior de la posibilidad de que aparezca vida en un planeta habitable. Es decir, utilizando ese principio de mediocridad, han intentado poner límites que nos permitan entender qué estimaciones son más probables y qué estimaciones no.
Volvamos a nosotros, teniendo en cuenta esto del principio de mediocridad. Podemos poner un límite superior al período de transmisión de comunicaciones de una civilización partiendo de la base de que la humanidad no es (casi con toda certeza) la primera, ni una de las primeras.
Es decir, con toda certeza, ha habido otras especies en la galaxia que ha desarrollado la tecnología de comunicaciones antes que nosotros. Del mismo modo, también podemos asumir que no somos la última, ni una de las últimas en hacerlo. Es decir, no somos especiales.
Estadísticamente, eso quiere decir que podemos colocarnos, con bastante confianza, en algún lugar del 90% de la población de especies galácticas con capacidad de emitir comunicaciones al espacio. No estamos en el 5% de las primeras civilizaciones que desarrollan esta tecnología.
Con ambos factores aplicados a las fórmulas que usaron, los investigadores llegaron a la conclusión de que, en el límite más favorable, en la historia de la galaxia ha habido menos de 210 civilizaciones inteligentes con capacidad de enviar sus comunicaciones al espacio.
Es un número razonable si se compara con los resultados que se pueden obtener en la Ecuación de Drake original. Por otra parte, también podemos aplicar el principio de mediocridad en su conclusión más extrema: somos la representación exacta de una civilización inteligente típica.
Por lo que podemos encontrar en la Vía Láctea muchas civilizaciones con un desarrollo similar al nuestro. Así que podemos coger nuestro período de transmisión de comunicaciones (80 años) y asumir que ese es el mismo período de transmisiones de las 209 civilizaciones restantes.
De esta manera, es posible determinar que las comunicaciones de otras civilizaciones sólo habrían cubierto un 0,125% del volumen total de la Vía Láctea (que en el estudio modelaban como si fuese un disco plano con un radio de 32.620 años-luz, inferior a su tamaño real).
Es decir, para que nos hubiesen contactado a estas alturas, suponiendo que el resto de civilizaciones llevan transmitiendo tanto tiempo como la nuestra, deberíamos estar en esa pequeña zona de la galaxia. No somos especiales, así que no sorprende que no nos hayan contactado.
Para calcular el límite superior de la frecuencia de aparición de vida, el equipo de investigadores supuso que estamos a punto de recibir nuestra primera comunicación extraterrestre. Es decir, nuestra esfera de comunicación alcanzó a otra civilización hace 40 años.
Esa civilización respondió inmediatamente indicando que nos había escuchado. Es decir, suponían que somos la única civilización en una esfera de 40 años-luz, pero que la más cercana está, exactamente, a 40 años-luz. Es el cálculo más optimista que podemos hacer.
En ese caso, lo que nos encontramos es que debería haber 78,1 millones de civilizaciones en la historia de la galaxia. Eso implicaría que estaríamos entre las primeras en desarrollar tecnología de comunicaciones y que la vida no es que sea común, es que está en todas partes.
Así que aplicando el principio de mediocridad, se rechazan esos valores y se concluye que no estamos a punto de recibir la comunicación de ninguna otra civilización porque, si fuese así, tendríamos que ser muy especiales. Algo que, hasta donde hemos visto, no es cierto.
Siguiendo con el principio de mediocridad, los investigadores explicaban que es razonable pensar que escucharemos la transmisión de una civilización alienígena cuando su esfera de comunicaciones haya alcanzado media galaxia. Así que puede que tengamos que armarnos de paciencia.
En ese caso, las civilizaciones que pueblen la galaxia (utilizaron la cifra de 210 civilizaciones) deberían emitir durante 1.580 años para alcanzar la mitad de la galaxia (que además de tener 32.620 años-luz de radio se suponía que tendría 200.000 millones de estrellas).
Pasado ese tiempo, sí que sería desconcertante que no nos hubiesen contactado. Suponiendo que otras civilizaciones hayan comenzado a emitir hace 80 años, querría decir que, si en los próximos 1.500 años no recibimos ninguna comunicación, quizá la Paradoja de Fermi sea cierta.
Los investigadores explicaban que eso no quiere decir, en cualquier caso, que si no hemos sido contactados en este tiempo la conclusión sea que estamos solos en la galaxia, si no que es poco probable que no recibamos ninguna comunicación hasta que haya pasado ese tiempo.
Por último, hay que tener en cuenta que este estudio tenía sus límites. No es posible determinar con exactitud algunos de los parámetros y probabilidades que planteaba. Además asumían que las esferas de comunicación de cada civilización no se habrían pisado entre ellas.
Si esas esferas de comunicación se pisasen, entonces no es descabellado pensar que podría haber civilizaciones que ya estén en contacto. Del mismo modo, nuestra tecnología tiene límites. La intensidad de una señal de radio disminuye con el cuadrado de la distancia recorrida.
Eso implica que, en distancias interestelares, una señal podría quedar tan reducida como para ser imperceptible. Hoy en día, la señal más débil que somos capaces de captar es la de la sonda Voyager 1, que se encuentra a 141 UA de la Tierra, y llega con una potencia bajísima.
Si te interesa el dato, es en torno a 1,5 * 10^-23 (elevado a -23) vatios (o lo que es lo mismo, 0,000000000000000000000015 vatios). Supongamos que esa potencia es la mínima que puedan captar otras civilizaciones. ¿Qué implica, por ejemplo, para el mensaje de Arecibo?
Es la señal más potente que hemos enviado hasta el momento, por eso la tomo como ejemplo. Utilizando esa estimación de potencia, quiere decir que podrá ser captada a 9.232 años-luz de distancia. Por ahora solo ha alcanzado unas 1.263 estrellas y 526 planetas rocosos.
Es una parte insignificante del volumen total de la Vía Láctea, así que probablemente tenga que pasar mucho tiempo hasta que otra civilización la capte. Si no fuese así, si fuese respondido inmediatamente, estaríamos hablando de que existen 158 millones de civilizaciones.
Es una cifra que, por lo que he explicado a lo largo del hilo, podemos considerar absurda. En definitiva, lo que se intentaba demostrar, con este estudio del que os he hablado, es que la paradoja de Fermi no tiene por qué ser una paradoja. Puede ser algo muy diferente.
No haber establecido contacto con otras civilizaciones parece razonable teniendo en cuenta el tamaño de nuestra galaxia. Todos los cálculos que partían de la base de que ya deberíamos haber sido contactados daban resultados absurdos (como los 158 millones de civilizaciones).
Así que la premisa de que ya deberíamos haber sido escuchados por otras civilizaciones puede descartarse por ser demasiado optimista. Las cifras que partían de la base de que, en su lugar, lo razonable es asumir que aun no hemos sido escuchados, daban resultados más razonables.
Por cierto, el estudio es E. Solomonides y Y. Terzian; “A Probabilistic Analysis of the Fermi Paradox”. Que podéis consultar en arXiv: arxiv.org/ftp/arxiv/pape…
En definitiva, parece lógico pensar que lo que sucede, simplemente, es que todavía no nos ha alcanzado la comunicación de ninguna otra civilización. Deberían pasar 1.500 años más, sin ningún tipo de contacto, para que podamos considerar que la Paradoja de Fermi es una paradoja.
Hasta entonces, deberíamos seguir observando el firmamento e intentando hacer saber a la galaxia que estamos aquí, con la esperanza de que alguien, algún día, nos responda. Porque tarde o temprano, probablemente, descubriremos que no estamos solos en este vasto universo…
¡Fin del hilo!
¡Ya está el hilo disponible como Momento de Twitter! twitter.com/i/moments/9787…
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