La nota de @pgerchunoff en @LANACION suscitó una áspera discusión en redes sociales. Unas breves observaciones. Gerchunoff cuestiona al gobierno "el diagnóstico sesgadamente fiscalista y la subestimacion de los desequilibrios externos, el déficit de cuenta corriente".
Alude a una “noción primitiva de lo fiscal” en el oficialismo. Luego remata "El gobierno tiende a mostrarnos un problema de naturaleza puramente fiscal cuando tenemos un problema de patrón productivo.”
Esas pocas frases desataron un vendaval de "fuego amigo" contra el entrevistado, tanto de los habituales trolls oficialistas como de twitteros con identidad. Llamativamente, la nota recibió una acalorada bienvenida entre twitteros del otro lado de la grieta.
Entre las criticas a Gerchunoff se destaca que el déficit de cuenta corriente (habría que agregar el detalle no menor de un abultado déficit en la cuenta capital también) no sería otra cosa que el reverso del déficit fiscal.
Acabado el primero, imaginan, el segundo dejaría de existir. El déficit de cuenta corriente sería 'endógeno', en tanto que el fiscal estaría bajo estricto control del gobierno.
Para ilustrar el argumento, algunos hasta apelaron a una identidad contable:
(S - I) = (X - M).
(S - I) = (X - M).
Primero debe remarcarse que para cualquier economista que se precie debería ser obvio que una fuerte caída de la demanda doméstica, pública o privada, tiende a reducir un déficit de cuenta corriente… ¡Pero justamente de eso se trata la restricción externa!
Estamos frente un problema de este tipo toda vez que debemos reducir el empleo doméstico para cerrar las cuentas con el exterior. Es sorprendente que después de tantas décadas este punto no sea comprendido por los expertos…
Segundo, el deficit fiscal no es directamente controlable. Parafraseando a Kalecki, un gobierno puede decidir cuanto gasta, no cuanto recauda. Si la caída del gasto público genera recesión, lo más probable es que se recaude menos. Incluso puede ocurrir que el déficit aumente.
Pero incluso en este último caso, si la demanda privada se deprime significativamente a causa del ajuste fiscal, el déficit de cuenta corriente podría reducirse, aún en presencia de un déficit fiscal aún mayor.
Tercero, en términos contables, una reducción del déficit público puede coincidir con un aumento del déficit privado, dejando el déficit de cuenta corriente inalterado (sería el efecto más probable, por ejemplo, de un aumento de impuestos que reduzca ingresos de particulares).
En síntesis, nuestro problema, como apunta Gerchunoff, es nuestro patrón productivo (y de financiamiento). De no aumentar las exportaciones, y en ausencia de capacidades para producir al menos una parte de todo aquello que se importa...
no resta más alternativa que una porción de la población permanezca desempleada como forma de preservar el ‘equilibrio' de las cuentas externas. El problema argentino no es fiscal, es de competitividad externa.
