Ignacio Esains Profile picture
Guionista exiliado de novelas que amaste odiar. Redactor jubilado de artículos que nomás odiaste. Bandido del #contenido. Se vienen siestitas.

Sep 27, 2020, 14 tweets

Algún día tenía que pasar.

Un juego nuevo de #PlayStation5 en precompra es más caro que el alquiler (firmado en junio de 2020) de mi monoambiente en CABA.

No saco conclusiones, pero es lo que es.

Un (1) juego de #PS5 > mi alquiler.

Por supuesto que hay un contexto socioeconómico para todo esto, pero honestamente no me interesa usar el precio de un juego como lente para procesar la Argentina, sino preguntarme ¿de qué tenemos que hablar, en 2020, los que hablamos de gaming?

Cuando termine noviembre, y como pasa en cada generación, la prensa mundial de videojuegos no va a hablar de otra cosa que de #PS5 y #XboxSeriesX.

De los juegos nuevos, de los multiplataforma que corren mejor, de los tráilers de lo que se viene.

La prensa local está acostumbrada a seguir el ritmo de la de afuera. No por cipayismo, sino por lógica: es una industria que nace lejos de nuestras fronteras.

Dependemos de sus gacetillas, de sus videos oficiales, de los juegos que nos mandan.

¿Pero cuántos críticos de videojuegos van a poder acceder a las nuevas generaciones para probar la versión “moderna” de, que se yo, #AssassinsCreedValhalla?

(spoiler: el que escribe este tweet no va a poder)

Y lo más importante, ¿QUIENES van a estar jugando estos juegos?

Ya pasamos por otras crisis. Escribía sobre gaming en 2013 cuando decidí no comprar PS4 porque representaba cuatro meses de mi alquiler (hoy #PS5 representa casi un año). Antes, el problema de las consolas de 2006 no fue el precio, sino que no llegaban.

Y claro, había piratería.

Post crisis de 2001 los gamers siguieron comprando PS2. La consola era cara, pero los DVDs costaban 20 pesos.

La prensa nunca fomentó las copias piratas, pero tampoco le pedimos al lector el recibo de compra.

Nosotros hablamos de juegos, cómo decidas jugarlos es tu decisión.

Hoy la situación es distinta. La piratería de consolas ya casi no existe, servicios como #GamePass aumentaron, con impuestos, a más de mil pesos, el “gaming en la nube” no llegó.

Las ofertas de #Steam, #Xbox y #PSN post-impuestos ya no representan una compra impulsiva.

La realidad es que se viene una desconexión de varios años entre el gamer argentino y la cultura gamer global. O al menos, la de Estados Unidos, Japón y Europa.

Una vez más, no me interesa hablar del contexto.

Pero sí saber de qué me va a tocar escribir de acá a 202X.

¿Nos resignamos a que el gaming sea un pasatiempo de la oligarquía?

Porque ya trascendió el “hobby caro” que siempre fue. Ya existe en otro escalón con respecto al cable, al cine, a Netflix, o a Spotify.

¿Nos convertimos en “periodismo aspiracional”?

Un 2021 distópico en que los críticos juegan con consolas prestadas por su medio, con códigos que valen 10 veces lo que uno cobra por nota regalados por RRPP caprichosos, para un público que solo va a “jugar” ese juego por YouTube.

¿Hablamos de juegos viejos? ¿De Free 2 Play?

Puede ser, pero el modelo de la prensa de gaming se basa en ads. Hay que hablar de lo que todos juegan, de una experiencia en común.

Y no hay forma de saber realmente qué va a estar jugando el lector. No como antes.

Los números de audiencia no ayudan. Miles ven #LoL en Twitch, pero esos miles leen medios que solo hablan de ese juego. Fenómenos temporales como #AmongUs duran un suspiro (cualquier editor me bloquearía si hoy propongo una nota sobre #FallGuys) ¿#Fortnite? ¿#Minecraft? ¿#Roblox?

Por ahí hay otra alternativa, pero no la veo.

Vamos a seguir jugando, vamos a seguir escribiendo.

Y aunque lo ideal sería no perder esa conexión con el zeitgeist, el bache entre el consumidor local y el producto extranjero es real. Es incuestionable. Y va a seguir creciendo.

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