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Alex Riveiro @alex_riveiro
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En estos momentos, todos los caminos parecen llevar a Marte. Pero la NASA ha anunciado que vuelve a poner su atención en regresar a la Luna y establecer una base. La idea tiene mucho sentido si pensamos en la cercanía de nuestro satélite. Pero, ¿podemos construir una base lunar?
Lo cierto es que todavía estamos lejos de construir una base, ya sea en el planeta rojo o en la Luna. La tecnología todavía está en una fase muy verde. Todavía queda mucho por desarrollar para tener una colonia humana de forma permanente. Muchos riesgos a los que enfrentarse.
En realidad, el interés de la NASA no es completamente nuevo. Allá por 2015, la empresa NexGen Space publicó un estudio (financiado parcialmente por la NASA) sobre la posibilidad de volver a la Luna. Establecían un marco de tiempo hipotético y ambicioso:
Planteaban que, si la NASA quisiera, se podría enviar astronautas a la Luna en un plazo de 5-7 años, construir una base permanente de 10 a 12 años después (es decir, hacia 2035) y todo con el presupuesto existente para vuelos espaciales humanos. Parecía bastante realista.
También se sugería el posible papel de las empresas privadas como SpaceX, que podrían ayudar a reducir el coste de establecer una base lunar enormemente. En ese estudio, se sugerían plazos como regresar a la Luna con un rover en 2017 y explorar los polos del satélite.
Allí, durante 2018, buscarían hidrógeno y se podría comenzar la prospección en 2019 o 2020. La construcción de una base lunar permanente arrancaría en 2021 y los primeros habitantes aterrizarían en nuestro satélite ese mismo años. Por supuesto, solo era un estudio.
Pero ponía en relieve varios aspectos que vale la pena recalcar. Por un lado, que volver a la Luna, con unos objetivos mucho más grandes, es totalmente posible. Por otro lado, que la financiación es uno de los grandes problemas de una agencia como la NASA, que depende de EEUU.
Es decir, depende de la voluntad de cada gobierno, que siga dando presupuesto a la agencia americana para poder trabajar en un plan que, sobre el papel, tendría unas dos décadas de duración. El aspecto económico y político es algo que no podemos olvidar en estos casos.
De hecho, ha sido la administración de Trump la que ha sugerido que antes de ir a Marte deberíamos pasar por la Luna. Cambiando así el foco de la agencia después de años centrados en el planeta rojo, como había indicado la administración de Barack Obama:
Pero en este hilo no voy a encerrarme en todas esas dificultades. En su lugar, y ahora que sabemos que quieren regresar a la Luna, vamos a ver qué factores hay que tener en cuenta para construir una base lunar, qué recursos podría haber, qué riesgos hay que tener en cuenta…
En teoría, podríamos elegir casi cualquier lugar en la Luna. Se podrían definir objetivos arbitrarios para acotar qué zona nos interesa. Pero lo más interesante es que sea un lugar en el que podamos aterrizar con facilidad, para las operaciones de transporte al satélite.
También deberá ser un lugar en el que tengamos a nuestra disposición recursos naturales que podamos utilizar (como óxido de hierro u oxígeno). Además, sería deseable que, en la medida de lo posible, la variación térmica de la zona en la que nos ubiquemos no sea muy grande.
Esto nos llevaría a descartar el lado oculto de la Luna (irónicamente, a lo largo de los años, entre las diferentes sugerencias que se han planteado, está la de construir una base lunar en esa región). No tendríamos una vía directa de comunicación demasiado sencilla.
Si bien es cierto que se podría resolver con un satélite de comunicaciones en el punto de Lagrange L2. Además, el lado oculto sí tiene un beneficio científico. Un telescopio (óptico o de radio) podría observar el cielo sin la interferencia de la Tierra:
La siguiente opción podría ser cualquiera de los dos polos. Sabemos que podría haber hielo en las zonas en sombra perpetua de ambos lugares. El eje de rotación de la Luna es casi perpendicular al plano de la eclíptica, ese plano en el que todos los planetas parecen moverse.
El radio de los círculos polares es de menos de 50 kilómetros. Podríamos instalar estaciones de energía que estuviesen expuestas a la luz del sol prácticamente de manera constante (más del 80% del tiempo). Resolveríamos dos problemas: acceso a agua y a una fuente de energía.
Respecto a la temperatura, hay algunas opciones que podrían servir. Es el caso del cráter Peary, en el polo norte de la Luna. Parte de su superficie parece estar iluminada permanentemente y la temperatura es muy estable, con una media de unos -50ºC. Baja, pero nada nuevo.
A fin de cuentas, es comparable a la que podemos experimentar en la Antártida en invierno. Es decir, un reto al que ya hemos hecho frente. Además, se cree que el cráter Peary podría tener depósitos de hidrógeno. Hay quien cree que podría ser el lugar del primer asentamiento.
Pero los polos no son las únicas regiones de la Luna en las que podríamos asentarnos. Las zonas ecuatoriales también tienen sus ventajas. Por ejemplo, la velocidad de rotación de la Luna, aunque lenta, daría un pequeño empuje a los lanzamientos que se hiciesen desde allí.
Además, la órbita resultante coincide con el plano de la eclíptica. También coincide casi por completo con con la órbita de la Luna alrededor de la Tierra y con el plano ecuatorial de nuestro planeta. Dicho de otro modo, sería fácil viajar de la Tierra al ecuador de la Luna.
En realidad, no tenemos por qué construir nuestra base en la superficie de la Luna. Tenemos dos opciones, podríamos ponerla en la órbita del satélite. Evitando así la variación de temperatura de la superficie, como se hará con la Plataforma Orbital Lunar:
La otra opción es descender bajo la superficie. En ese caso, estaríamos pensando en construir nuestra base lunar en cualquiera de los túneles de lava que sabemos que recorren la superficie de nuestro satélite. Es algo de lo que ya hablé en este hilo:
La ventaja más evidente de construir una base en la Luna es que, si la usamos como base de lanzamiento, en lugar de la superficie de nuestro planeta, la cantidad de energía necesaria para poner un cohete rumbo a otro planeta o en órbita es mucho más baja, pero hay otras.
Nuestro satélite es el cuerpo celeste más cercano a la Tierra, a una distancia media de 384 400 kilómetros. Por esa cercanía, la cantidad de energía/combustible necesaria para mandar objetos a la Luna es mucho más baja, y el tiempo de viaje es mucho más corto que a otros lugares.
Los astronautas del programa Apolo hacían el viaje en tres días. Con la tecnología actual seguramente podamos viajar más rápido. Además, de una manera similar a lo que pasa con la Estación Espacial Internacional, se podría enviar suministros de emergencia:
O, si fuese necesario, incluso un equipo de rescate. Nos llevaría mucho menos tiempo que tener que enviarlo a Marte. En pocas palabras, para poder tener presencia en el planeta rojo hace falta que seamos completamente autosuficientes en todos los sentidos para tener éxito.
Del mismo modo, por su distancia, la comunicación con la Luna sería casi instantánea (unos 3 segundos de retraso), lo que nos permitiría tener un contacto casi normal con la población que se ubicase allí y también poder ejecutar operaciones de control remoto si fuese necesario.
Algo que también se hace con la Estación Espacial Internacional cuando es necesario. En La Luna, podríamos estudiar si los humanos pueden sobrevivir en un entorno de gravedad baja durante períodos de tiempo muy prolongados. Así que sería muy útil en muchos sentidos.
Pero no todo son buenas noticias. Si no construimos nuestra base lunar en una zona que esté iluminada de manera casi constante (como el caso del cráter Peary) entonces tenemos que enfrentarnos a las noches lunares: dos semanas de oscuridad y a cómo generar energía.
En ese escenario, no tendríamos una fuente solar constante. A esto hay que sumarle que, en general, en la Luna hay apenas elementos volátiles como el nitrógeno y el hidrógeno, así como poco carbono. Habría, por tanto, que importarlos (y reciclarlos) de forma constante.
La ausencia de atmósfera en la Luna también implica que está expuesta a casi la mitad de la radiación que podemos encontrar en el espacio interplanetario (la otra mitad la bloquea el propio satélite). Eso nos expone a los rayos cósmicos y sus riesgos:
Unos riesgos que todavía no se conocen completamente. Así como la exposición al viento solar, ese chorro de partículas emitido por nuestro Sol. En la órbita de la Luna no tenemos la protección del campo magnético de la Tierra para hacerle frente:
Esa falta de atmósfera hace que algo que aquí pasa desapercibido se convierta en un problema monumental: los micrometeoritos. En la Tierra no llegan a la superficie, se desintegran en la atmósfera en forma de estrella fugaz sin causar problema alguno en el planeta.
En la Luna, sin embargo, incluso los fragmentos más pequeños pueden dañar, y destruir, cualquier estructura que no esté suficientemente protegida ante ese tipo de impactos. Aunque sean fragmentos pequeños, pueden causar daños gravísimos sin las medidas correctas.
A día de hoy, construir una base lunar presenta sus dificultades. No es imposible y son muchas las voces que consideran que debería ser la primera parada antes de intentar llegar a Marte. Ahora, parece que la NASA está enfocarse también en esa dirección. Lo veremos próximamente.
Además, la Luna es un lugar cercano al que expandirnos. Desde allí, podremos viajar también al resto del Sistema Solar en las próximas décadas. Es un lugar ideal para conducir experimentos que nos ayuden a entender cómo podemos adaptarnos a la vida en otros mundos.
Además, no todo tiene por qué ser bases en la superficie del satélite. Una colonia en el espacio podría ser perfectamente viable (aunque a día de hoy sería un desafío tecnológico muchísimo mayor) y la construiríamos cerca de nosotros, no en Marte:
La colonización de la Luna, y de otros mundos, llegará tarde o temprano. Es el destino natural de la Humanidad si queremos sobrevivir al futuro de la Tierra. Nuestro destino como especie, a día de hoy, está ligado al de nuestro planeta y al del Sol:
Para asegurar nuestra existencia, como especie, tarde o temprano tendremos que dar el salto. Convertirnos en una sociedad interplanetaria, primero, y después, interestelar. Siempre y cuando, claro está, queramos que nuestra especie tenga un largo futuro…
¡Fin del hilo!
¡Ya está el hilo disponible como Momento de Twitter!
twitter.com/i/moments/1065…
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