¿Os he contado el caso del programador web que usaba las tarjetas de entrada al edificio como estrellas Ninja?
#AbroHilo #DentroHilo 👇
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Bueno, pues resulta que en Vocento somos más o menos de media unos 80 técnicos. Cada uno de su madre y de su padre, y estamos organizados en equipos diferentes.
Un dato importante a saber es que tenemos un ritmo de rotación normal en nuestro sector, pero que puede parecer muy alto en otro tipo de industria, y más o menos, creo que se van 2 o 3 personas al mes.
Ya sabes, las ofertas de trabajo, el capitalismo y todas esas mierdas de pedir más salario que hacemos los pobres. Hasta aquí, todo normal, no? No me darán el Pulitzer por esto.
He empezado flojito, lo sé. ¡Es mi primer hilo, coño!
Ahora podría entrar con los tópicos habituales, que si el programador normal es un pajillero, que si es poco sociable.. y sí, en algunos casos sería verdad. Pero no es lo normal.
A ver, que lo de pajillero no lo he visto. Aunque hay gente en todas las empresas que, sospechosamente, pasa mucho tiempo encerrado en el baño casi cada día.
Total, que tenemos en la empresa de todo, desde el asocial hasta el obsesionado con el gimnasio. Pero en general, gente super maja con los que da gusto trabajar.
Pero a veces entra gente un poco... especial.
Bueno, especial no. A veces es un poco... diferente.
Venga, ¡he venido a jugar!. ¡A veces entra gente rara de cojones! ¡Ya está, lo he dicho!
Una vez entró un hombre que se suponía que iba a enseñarnos un montón de cosas de programación web, y al final lo que nos enseñó fue a buscar el spray de pimienta.
Mirada de psicópata, andares de psicópata, y aunque no hablaba... le gustaba mucho pegarse físicamente, hasta el roce brazo con brazo con una compañera. Tenía sitio de sobra, pero contra todo pronóstico, necesitaba calor humano.
A los futuros aplicantes de empleo, os digo que tranquilos, ya no está. No descartamos que vuelva en plan Terminator, pero ahora mismo no está ya.
Ni tampoco está el auténtico protagonista de esta historia. El programador Ninja. No sé cómo se llamaba, pero lo guardaremos siempre en nuestros corazones.
Una vez empezó en la empresa un programador que a los pocos días ya le notamos algo raro. Cuando estaba trabajando hacía como que se tapaba, su código era tan bueno que no merecía ser visto por ojos de programadores mundanos.
Y la vida sigue, hasta que un día viene el jefe -que es más majo que las pesetas- y nos dice que estaba andando hacia el servicio de lado, como dando la espalda a la pared e intentando disimularlo.
Claro, a nosotros nos faltó tiempo para descojonarnos. En mi zona de trabajo la verdad es que lo pasamos muy bien y nos encanta reírnos de todo. Y si encima hay motivos, pues mejor que mejor.
Ya la cosa era rara, ¿no? Pues un día me subo en ascensor con él, del comedor a nuestra planta, y de pronto repite 3 veces en voz baja: "1, 2, 3, 4, 5, 6"
no una ni dos, lo dijo 3 veces. Lo juro. Como en un puto aquelarre de ascensores.
Calla, me mira, y dice lentamente: "LOS RUUUUSOS".
WTF?? Los rusos? - le digo. "LOS RUSOS" - me responde otra vez lentamente, y sonríe con cara mu chunga.
¿Habéis visto alguna vez ese tipo de mirada? Es algo como esto:
¡ME CAGO EN LA PUTA!
¿Y qué hago yo? Mi cabeza quería preguntar qué coño hace y mis piernas querían salir corriendo. ¿El ascensor no llega? ¡¡eran solo 2 plantas!! ¡JODER, 2 PLANTAS Y NO LLEGAMOS!
- "Siempre los ruuuuusos" - dice en voz baja.
y yo.....
- "Siempre los ruuuuusos" - dice en voz baja.
y yo.....
Justo se abre la puerta de una puta vez y queriendo escapar me doy en la rodilla con la puerta mientras se abría. Una salida indigna, pero una salida al fin y al cabo.
Me giro, y él no sale del ascensor. Intento caminar como si no me doliera la rodilla, vuelvo a mirar atrás, y él no sale.
Llego a mi sitio, lo comento a los de mi alrededor y el cachondeo es máximo. Y la expectación por verlo ir a su puesto de trabajo, ni te cuento. Nadie puede trabajar en ese momento. Si viene ahora mismo Shakira, pasamos de ella.
Y que no viene...
Y ya las bromas se giran hacia mí. Que si me lo he imaginado, que si he tomado la pastilla, que si soy valenciano, que si HUHÁ... ¡Y aparece en escena!
Ahora ya me he relajado un poco, pero noto que la curiosidad, el miedo y la intriga me hacen temblar las piernas a partes iguales. ¡Que viene, que viene!
Se sienta en su sitio, como si nada, y empieza a trabajar. Todos le miramos de manera disimulada, hay pequeñas risas. Y Daniel (¿Había dicho ya su nombre?) para, abre la cajonera que tiene al lado de sus pies y saca un rollo de cinta aislante negra.
Corta un pedacito, tapa la webcam del portatil, y sigue trabajando como si nada.
Ahora es cuando os cuento que tenemos un chat interno de la empresa. Usamos slack, que es el chat de empresa de moda. Y normalmente se usa para trabajar, pero en ese momento se está comentado cada movimiento que hace, y lo de la webcam causa furor.
-¡Mirad lo que ha hecho con la webcam! -¡Le ha puesto cinta! -¡Es por los rusos! - Se va diciendo por el chat.
Sigue trabajando, y ya no pasa nada más. A los 5 o 10 minutos ya estamos todos de nuevo ocupando nuestras tareas, que si no se cumple, nos tenemos que quedar por la tarde. (Esto no es coña, nadie te obliga, pero por suerte se coge gente responsable)
Pero a los 40 o 45 minutos ocurre. Empieza a decir "no, no no no no no no no no no". Todas las miradas puestas en él.
Y el chat que vuelve a rugir. A ritmo frenético.
- Ahora saca el hacha y nos mata - Dice uno en medio de 3 mensajes por segundo. Bueno, fui yo.
Pero sigue sin morir nadie, seguimos el trabajo y termina el día.
Me acordé de pronto. Supongo que mi memoria quiso olvidarlo.
No entiendo qué ha pasado, se ha separado el hilo. La historia siguió aquí.
