Os he contado el principio de la historia, donde Daniel revolucionó poco a poco el departamento y a mí consiguió acojonarme, ¡sigamos!
- Un copazo - dice uno.
- No, que póco aprovechado.. casi mejor un bizcocho o algo así...
-Oye, pero tráelo, ahora es el hijo de todos. - Dice Marta
-Venga, pues lo traeré.
Una de mis tareas es revisar el código que hacen los programadores y ayudarles a solucionar problemas que les cuesten un poco más. Y en la planificación tocaba revisar el trabajo de Daniel.
Lo saco, se lo paso, pero yo no estaba con la cabeza en esto. ¿Qué demonios hacía Daniel en el código?
-Bueno, pues dile que lo quite. Y recordando la experiencia del ascensor, le respondo:
- No, se lo decimos los 2.
Estoy yo como para repetirlo.
-¿Qué, como vas?
- Bien, un poco preocupado.
-¿Y eso? ¿Por los rusos?
- ¿Cómo lo sabes? ¿Habéis estado mirando en mis cajones? ¡No quiero que nadie toque mis cosas y no se salvará el que lo haga!
- Me preocupa que siento que nos están vigilando. Que saben lo que hacemos. ¿No véis que no estamos protegidos, joder?
Y ¡PAM! ¡¡Pega un golpe en la mesa!!
- Venga, vamos a tranquilizarnos. ¿Por qué pones 1, 2, 3, 4, 5, 6 en todos los ficheros?
Le atrapa seguridad, que iba detrás de él.
¡Soltadme! ¡Tengo que borrar el ordenador! ¡Tengo que borrar el ordenador!
Gracias.