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Este hilo que dejo es sobre el arduo camino de largo aliento, en el que debemos perseverar sin caer en chantajes de víctimas que no existen. Las verdaderas víctimas hemos sido los venezolanos de bien, que desde cada trinchera nunca abandonó la lucha de la dignidad y la libertad.
Que jamás bajó la cabeza ni mucho menos se puso de rodillas. Que dijo no a la criminalidad y a la corrupción en todos sus niveles y dimensiones. Que jamás siguió una orden sino a su propia conciencia. Que jamás participó de expolio alguno.
Que jamás acompañó al opresor para destruir a un compañero de trabajo, incluso, a ningún amigo en nombre de una instrucción para cumplir su trabajo. Que jamás avaló ninguna arbitrariedad para perjudicar a un profesional de carrera.
Que entendió, que a pesar de la adversidad y el duro transitar de ir a contracorriente de la tiranía, el camino correcto era persistir en la decencia y el honor, a pesar que costara un saludo, un trabajo o un sueldo. Qué más bien cada exclusión significó una medalla al mérito.
La vida se antepone a toda idea, a toda proclama de una bandera de la ignominia. Las víctimas no son las que ahora claman por compasión y neutralidad.
No son las que quieren poner su complicidad y complacencia con la opresión, como una reivindicación de la justicia y una denuncia de persecución.
Pido que seamos conscientes sobre lo que esconde este tipo de “quejas”. Que no nos seduzcan estos lamentos que serán cada vez más frecuentes. Seamos nobles y sólidos de espíritu. Los criminales y opresores siempre fueron otros. Pedir no olvido y justicia, no es un extremismo. 
