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El 26 de febrero de 1815, Napoleón se embarcó en el bergantín Inconstant y, junto a una flota de seis navíos, escapó de la isla de Elba y emprendió el camino para recuperar su imperio. El 15 de julio de ese año fue deportado, coincidiendo con un curioso aniversario (dentro hilo)
Como si de una maldición se tratara, aquel 15 de julio en que el aguerrido corso miraba por última vez las costas de Francia, se cumplían 16 años exactos de unos de los más importantes descubrimientos de la egiptología: la piedra de Rosetta, todo un diccionario de pictogramas
La piedra de Rosetta está fechada en el año 196 a.C. (por cierto, 1+9+6=16, los años transcurridos entre su descubrimiento bajo dominio de Napoleón, y el exilio de éste), y cuenta en tres lenguas -jeroglífica, demótica y griego antiguo- la subida al trono de Ptolomeo V. 
La triple traducción permitió al historiador lingüista Jean François Champollion (abajo luciendo patillas), abrir por fin las puertas del entendimiento de gran parte de los jeroglíficos egipcios hallados o por hallar. Los dibujos se volvían palabras, y el Antiguo Egipto resurgió
Champollion falleció en 1832, exactamente el mismo año que el verdadero descubridor de la piedra, y protagonista de esta historia: Pierre-François Bouchard. Un soldado de alto rango, con una vida fascinante, a quien además se le atribuye la invención del pan más francés.
El camarada Bouchard nació el 29 de abril de 1772, en el barrio de Marais, exactamente la misma noche en que en Salzburgo, a 800 km en línea recta, un brillante muchachito de 16 años estrenaba "Il sogno di Scipione"
Desde muy joven, Bouchard entró a trabajar de aprendiz de un renombrado pastelero parisino de la época, Jean Baptiste de la Pâtisse, con quien aprende las bases de los hojaldres y bollería. Gracias al cacao que masivamente se importaba de América, maestro y aprendiz progresan
En aquel tiempo, y desde el siglo XVII, los panaderos utilizaban lalevadura de cerveza líquida, elaborada a partir de una mezcla de grano germinado y agua. Bouchard descubre que reduciendo la cerveza del pan, y aumentando la de su jarra, la mezcla y él mismo son más maleables
Sus primeros intentos resultan infructuosos: un pan seco y rancio. Pero la suerte está con él: mezclando trigo, levadura ligera, agua y Magnoliophyta Liliopsida, obtiene una masa esponjosa y amarillenta que, tras ser horneada, es un éxito absoluto en París.
El problema es que las semillas de aquella extraña planta se le acaban, y debe ir a buscarlas a los campos de su maestro, en Auxonne. Estamos en 1788, y allí nuestro amigo conoce a otro enamorado del pan, tres años mayor que él, que habla un francés con un marcado acento italiano
Napoleón y Bouchard se convierten en grandes amigos. Bonaparte tiene por entonces 19 años, pero lleva ya tres al mando de regimientos. El corso le dice al panadero que si quiere trigo exquisito, lo podrá encontrar en Córcega (chauvinismo isleño). Así que Bouchard lo sigue allí.
Estando en la salvaje isla, estalla la Revolución Francesa, y Napoleón siente que ha llegado la hora de escribir su prólogo de la historia. Nombra a su amigo Bouchard "Boulangèr Éxcellent" del 5° y 6° regimientos a su mando, cargo que mantendrá hasta 1799, año de llegada a Egipto
Tras el descubrimiento de la piedra Rossetta, Bouchard viajó a lo largo y ancho del imperio, estableciéndose algunos años en Louisiana (EEUU) y Montréal (Canadá), donde funda una familia (la tenista Eugénie Bouchard asegura ser descendiente de nuestro protagonista)
Finalmente, es llamado a París en 1831, para recibir un homenaje del Estado, aunque sin la piedra que descubrió, pues la requisaron los británicos y, desde principios del siglo XIX, se encuentra en el British Museum, entre muchas otras obras "robadas"
Bouchard fallece repentinamente en el mismo barrio que lo vio nacer, en la Place des Vosges. Exactamente en la misma casa donde vivió y alumbró sus obras Victor Hugo, quien, como podéis imaginar, nació un 26 de febrero de 1802, 13 años antes de embarcar en Elba Napoleón. FIN.
