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Creo que no conoceréis al tipo que sonríe junto a Tom Jones, y deberíais: En 1950 puso una de las semillas del circuito de música en directo en Madrid al organizar un guateque clandestino en un sótano de Chamberí. Es Jesús Nuño de la Rosa, y esta es su increíble historia: 
No corrían tiempos para andarse con tonterías. El nacional-catolicismo vivía su mejor momento, Carrero Blanco o el camisa vieja Fernández Cuesta entraban en el Gobierno tras las últimas protestas obreras, la represión y la censura eran rampantes
Pero volvamos a Chamberí, a la calle Blasco de Garay, número diez para ser exactos. Nuño está pasando el rato con unos amigos frente a la taberna El Greco, y les asegura que va a convencer al dueño para que le deje montar una fiesta en su sótano el siguiente fin de semana
Su pandilla se descojona, pero él entra decidido y al cabo de diez minutos sale con una sonrisa en los labios. El tabernero cedió y, al llegar el viernes, Nuño ha impreso entradas y publicidad para su fiesta. Acabaría siendo todo un experto en flyers
Reunió el dinero para hacerse con uno de los primeros tocadiscos que han llegado a la capital (“si no fue el primero”, asegura), varios álbumes de jazz y canción italiana, y él y uno de sus amiguetes se convierten en los primeros DJs madrileños
Cobra once pesetas por entrada, y aunque no todos los adolescentes del barrio pueden permitírselo, El Greco se pone hasta arriba los sábados y domingos por la tarde, y sólo es cuestión de tiempo que el boca a boca se descontrole y llegue a los oídos equivocados
La policía se presenta un día con el sótano hasta los topes de gente. “Nos sacaron a todos de allí a gritos”, cuenta Nuño. “En cuanto los policías vieron que no estábamos haciendo nada especialmente malo se marcharon, y nosotros volvimos a entrar para seguir con la fiesta”
“Yo tenía mucha habilidad para persuadir a la gente”, recuerda Nuño, que consiguió muchas vistas gordas invitando a los agentes a tomar esto o aquello rodeados de jovencitas. Él sin embargo no bebía, y jamás probó gota de alcohol (ni gramo estupefaciente) en toda su vida
Sin embargo, aquel reducto secreto ya no podía seguir ocultándose más, y no tardó en llegar el día en que pareció que las cosas se iban a poner feas de verdad.
Todavía corriendo el año 1950, Nuño recibió en su casa una carta firmada por el puño y letra del comisario de la sección de Espectáculos de Madrid, Ramón Maraver Cortés, convocándole para declarar en la Jefatura de la calle Leganitos.
Entró en la comisaría, y con el sudor cayéndole a goterones atravesó los pasillos repletos de grises hasta llegar al despacho correspondiente.
“Pero si es usted muy joven”, le dijo el comisario cuando se presentó. Le miró de arriba abajo y comenzó a abroncarle como si fuera su padre, mientras Nuño se sentaba y planeaba su estrategia.
“Cuando me dejó hablar”, recordaba Nuño, “le expliqué que había leído que en Estados Unidos la juventud tenía sitios donde podía ver a Frank Sinatra y a los grandes artistas del momento, y que yo quería traer eso a España”
Aquello dejó estupefacto al comisario, que quizá vio en él a un joven visionario. O puede que sólo sintiese compasión por el muchacho. En cualquier caso, Nuño no acabó en el calabozo, sino que consiguió que le echase una mano para legalizar su negocio.
“De repente salió del despacho, tardó unos minutos interminables, y al volver traía un montón de papeles y documentos. Me explicó cómo tenía que pedir todos los permisos, ¡yo no me lo podía creer! Fue gracias a eso que supe encontrar la forma de legalizar las fiestas
En 1952 inaugura otras dos “salas”, una en la esquina de la calle Princesa con Altamirano (en el sótano del Café Universitaria) y otra en el número 72 de la calle Fernando el Católico (en el del bar La Cotera).
Nuño siguió organizando guateques en sótanos de bares durante los siguientes seis años, e incluso empezó a trasladarlas a salones de hoteles, que también cedían su espacio a cambio de un alquiler por horas.
Pero en 1958 da un importante paso en su carrera inaugurando una sala de su propiedad, el Club La Tuna en el número 3 de la calle Andrés de la Cuerda (en Argüelles), donde por primera vez se lanza a organizar conciertos en vivo
Un buen día se presenta allí todo un Gerry Mulligan. La estrella del jazz estadounidense se pasó por allí una tarde con su novia, la actriz oscarizada Judy Holliday, departió alegremente con Nuño y aceptó su invitación de unirse a la orquesta de La Tuna.
Nuño también abrió otra sala en la misma calle de La Tuna (en el número 5), el Club Studio.
Pero su imperio se consolidó definitivamente en la Nochevieja del 61 con la inauguración de Imperator
Imperator fue la primera “sala de juventud” (que se diferenciaba de las “salas de fiestas” por la ausencia de adultos y, todo hay que decirlo, de prostitutas) de los sesenta.
Ubicada en el número 59 de la calle Fernández de los Ríos, fue la más célebre y la que más veces recibió en su escenario a la flor y nata del pop y el rock nacional del momento: Pekenikes, Serrat, Salomé, Los Diablos Negros...
Los Brincos, que debutaron allí...
Los Continentales, Los Canarios, Miguel Ríos... (fin del hilo 1/2).
Raphael también pasó grandes veladas en Imperator sobre y bajo el escenario (aquí con el protagonista de nuestro hilo, Nuño de la Rosa)
Los Sirex, Nino Bravo, Four Tops...
María Ángeles Santamaría…
Luego conocida como Massiel…
También a Julio Iglesias…
Estrellas británicas como The Shadows o suramericanas como Los Impala o Los 5 Latinos también suben a su escenario durante los primeros años de funcionamiento
También El Dúo Dinámico, grandes amigos de Nuño…
... desde antes de llamarse El Dúo Dinámico.
Pero Nuño da el pelotazo de su vida trayendo por primera vez a España a Tom Jones en 1966. Massiel no quiso perderse el recibimiento en Barajas
El Tigre de Gales actuó en Imperator y en otra sala recién abierta por Nuño, la Paraninfo, con éxito arrollador. “Aquello me dio mucho prestigio, salieron muchas crónicas de sus actuaciones en prensa, radio, incluso en Televisión Española"
Declaraciones de impacto Mr. Jones en la prensa de la época.
También hizo jugadas maestras trayendo por primera vez a estrellas de la canción italiana como Rita Pavone, Iva Zanicchi o Gigliola Cinquetti
E incluso a rockers del calibre de Vince Taylor, que llegó en 1965 “a través de un manager francés” para causar sensación en la prensa española, que lo calificó como “uno de los personajes que han marcado la época más violenta del rock’n’roll”
Nuño tuvo otra de sus geniales ideas: organizar el primer Festival de las Estrellas, donde se entregarían los “Imperator de Oro” a las figuras de la temporada. En el de 1964 participaron Tito Mora, Los TNT, Los Ídolos, Mike Ríos con los Sonor, Los Sirex, Georgie Dann o Kurt Savoy
En 1965 estaban Miguel Ríos, El Dúo Dinámico, Luis Aguilé…
En 1969 los premios cerraban la década prodigiosa rindiendo un homenaje a María del Valle y convocando a la gala a Miki y Los Tonys, Los Pop-Tops, Los Brincos, The Shadows, Los Canarios, Antonio Machín, Los Pekenikes, Vince Taylor, Mochi, Los Bravos… todo en la misma noche.
También abrió una sala-apéndice, la Imperante (en Almendrales, 41), donde se alternaban músicos como Robert Jeantal, Jani Rigo y Los Magníficos, Miguel Ríos, Los Polaris, Michel o Los Diablos Negros con showmen como Torrebruno o Andrés Pajares
Otra de sus flamantes inauguraciones en la segunda mitad de los sesenta fue la de El Ducal, en el número 12 de Santa María de la Cabeza.
También tuvo una sala de verano llamada Moncloa (en Isaac Peral), que tenía un gran patio interior donde se bailaba al aire libre. “Estaba rodeado de casas, pero en ve de protestar, los vecinos me enviaban a sus hijos para que me ayudaran a montarlo todo. Aquella era otra época”
Uno que tenía mucha clase era el Ale’s Club, en el número 6 de la calle Veneras (en la Plaza Santo Domingo), que recibió a artistas italianos como Nanni Jannelo, Iva Zanicchi o Franco Etti y Los Windy’s
Otro de sus hits más recordados fue la Piscina Tequila, que arrasó con su oferta de baño + baile al aire libre durante los veranos de 1967 y 1968
Y hubo más: la discoteca Piper (en Duque de Sexto, 27, inaugurada en 1968), por la que pasaron Los Beta, Los Auténticos o Los Fardys; el Universitaria Club, que abrió en 1965 en los bajos del cine Españoleto; la también muy estudiantil Gaudeamus (en Hilarión Eslava, 38)
E incluso la mítica RKO, un local que decoró con ambiente futurista, con robots-camareros y toboganes cruzando la pista de baile, en la que años más tarde Pedro Almodóvar pasaría muchas noches de juerga en compañía de su tropa. Pero esa es otra historia…
Gracias a una casualidad del destino nos hicimos amigos, y cuando me enseñó el increíble material de la época que guardaba, nos pusimos manos a la obra para hacer una exposición.
Por su avanzada vedad intuía que no tendría demasiado tiempo, así que organicé algo ágil modesto, en la tienda de @HolyCuervo, con apoyo de amigos como @SotanoRadio3 y @johncolbysect. Allí, organicé un reencuentro de Nuño con Los Brincos, Formula V, Mochi y otros viejos amigos
A principios de este año, mientras preparaba otra exposición más ambiciosa en un espacio más amplio, Nuño murió. Aquí termina este pequeño homenaje. Adiós amigo, y gracias
