Caímos de nuevo en la trampa. La fórmula Fe-Fe, que empeñosamente tantos expertos tratan de explicarse y explicar como una estrategia elucubrada tras un profundo análisis, muestra la basura en que se ha ido tornado el sistema político. (Hilo)
Para no aburrir retrotrayéndose a Perón del 46 y su esposa, cuyo mejor papel de actriz fue la creación de “Evita”, partiremos del Perón del 72 y su troupe con sus partidarios dirimiendo la interna a tiros, liberando a los asesinos terroristas y abriendo la puerta a la dictadura.
Dictadura que en realidad fueron tres, una por cada fuerza, que se comportaron como partidos políticos. Massera pactó con Firmenich, por ejemplo. Un modo de tomar por estúpidos a todos. Luego los servicios de las fuerzas se mataron entre ellos.
No es casualidad que, mientras Massera tuvo hasta su muerte arresto domiciliario por enfermedad, Videla fue asesinado a patadas y dejado morir en su celda. Los pactos mafiosos se cumplen. Como es notorio, Firmenich es hoy un catedrático. Payasada, con muertos.
Al final de la dictadura nace el pacto Nosiglia-Manzano, por el cual ningún radical denuncia penalmente a ningún peronista - y viceversa - por los temas económicos ocurridos (y usufructuados) durante el proceso. Duró eternamente.
Obvio, todos se hicieron ricos con el delirante sistema económico creado por el engendro Martínez de Hoz y las visiones distintas de Videla y Massera. Pese a ello le llaman neoliberalismo a esa farsa financiera.
No nos fue mejor con el padre de la democracia. Alfonsín terminó en un pacto de Olivos, con Menem, para muchos, rentado, que destruyó su propio partido de la mano de su Coordinadora, cambió la CN para hacerla socialista, y entronizó a los partidos como factótums.
Nada raro en quién creía en las ventajas del partido único. Además, traicionó su condición de garante de la república al permitir la reelección, y luego dejó solo y sin apoyo a su correligionario Angeloz que se opuso en las urnas a la reelección de Menem.
De Menem hay un compendio para escribir, pero para seguir el hilo, traiciona a su compañero Duhalde para cumplir su pacto con Alfonsín y ayudar a que ganara de la Rúa. Nada de esto en beneficio de los ciudadanos de ningún partido, sino de los propios políticos.
De la Rúa es abandonado por Alfonsín y por la Alianza y entregado a Cavallo, que a su vez lo manda al muere para cumplir sus pactos con Rockefeller y devolverle los 20.000 mill que le había prestado antes de la explosión. (Recuerdan el diploma que le da Rockefeller a Cavallo?)
Nada de todo esto en beneficio de la sociedad, cualquiera fuera el enfoque o la ideología de los personajes. Eso no tiene importancia. Lo que importa es la excusa de luchar por la gente, para justificar la actividad política de la que viven.
Pero si se fijan bien, las únicas leyes que aprueban, además de las estupideces reivindicativas, son las que permiten gastar mas, endeudarse y cerrar más la política para que no sea fácil entrar sin arrodillarse.
La historia desde 2000 para acá es más conocida, pero similar. Todo el payasesco proceso del default que culmina en la “elección” de Duhalde como presidente y salvador, que a su vez elige otro salvador (Néstor) al que “convence” de aceptar.
Siempre con negocios y negociados de los propios funcionarios y políticos, entrecruzados, incluyendo jueces, banqueros, periodistas, sindicalistas, medios, gobernadores, caudillos, empresarios. Una corrupción creciente y multipartidaria, guste o no el término.
El salvataje-gestión de Cambiemos no es muy distinto a los casos anteriores. Y culmina igual, con una deuda impagable y sin futuro. Son los partidos y sus políticos los que se reparten los roles de la obra de teatro y lucran con ellos. Nos encanta creer que hay buenos y malos.
O menos malos. Se acusa a la justicia, sin entender que es una sola cosa con la política y con los políticos. Se siguen defendiendo ideologías y grietas, sin entender que son una trampa para que no nos demos cuenta de lo que está ocurriendo. Diferencias cosméticas.
Y lo que está ocurriendo es que somos vasallos de los políticos. Y no por sus sueldos ni lo que se llama “costos de la política”, inocentemente, sino porque nos han quitado todo poder sobre la discusión de fondo. Que no la hay.
En ese lodo, no es serio creer que se mejorará la justicia, salvo algún héroe suicida, porque todo es parte del mismo monstruo, todos tienen prendidos a todos, todos saben todo de todos. Una telaraña de corrupción y mugre.
La fórmula Fe-Fe es, de nuevo, un símbolo de esa situación. Como lo sería “el plan V”. No votamos nada. Sólo estamos eligiendo un nuevo Padrino, un nuevo Corleone. Hasta ahí se nos permite.
Los mercados aplauden porque no quieren a Cristina de nuevo como Madrina. Lo que les importó fue la seguridad de que el Peronismo Federal no estará en la interna con ella. O sea que el nuevo Corleone será otro. ¿Mejor? ¡Qué importa!
Lo peor que tiene el comunismo es el partido único. Estamos en manos de dos o tres partidos únicos. Esa es la trampa. Los dejo seguir discutiendo de nada. Total, no va a pasar. Sé que este hilo no arregla nada. Pero por lo menos que sepan que sabemos quiénes son y qué hacen.
¡Ah! Y también quiero que Cristina vaya presa. Y que luego vayan presos otros Corleones. Porque mientras discutimos eso, en NY ya llevamos pagada 3 veces la YPF que expropiamos con el apoyo de una gran mayoría legislativa. Y quién sabe cuántas cosas más pagaremos.
El mensaje de estas líneas a los doctores de la política sería profundo, filosófico, programático e ideológico: NSB. ¡Paren de salvarnos, por favor!
No los interrumpo más. Sigan con el profundo análisis de la interna entre Cristina, Peña y Durán Barba, esos Montesquieu de décima que nos merecemos.
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