Thread by @desdelasaulasx

EL CEMENTO SÍ SE COME
(O cómo la infraestructura caminera impacta positivamente en la economía de la gente)

Abro hilo:

Las autopistas (principalmente) y las rutas en buen estado disminuyen el riesgo de accidentes o su gravedad. Salvan vidas. Yo creo que la vida y la salud no tiene precio, pero como el hilo es sobre dinero, intentemos calcularlo.

Más allá de la pérdida humana y el daño emocional, cada persona que muere en un accidente es, para el país, la pérdida de toda la capacidad productiva, experiencia y conocimiento que ese individuo acumuló hasta ese momento.

De nuevo, con otras palabras: cuando alguien se mata por una ruta en mal estado o una autopista que no lo es, el país canjea un estudiante, un albañil, un ingeniero, un docente, un médico, un carpintero, un empresario, un comerciante, por un cadáver. Es todo pérdida.

A eso hay que sumar los gastos de rescate y gastos médicos. Repito, salvar una vida no tiene precio, pero si la infraestructura logra evitar un accidente, el Estado o los privados pueden destinar ese dinero a otros usos más productivos.

Las mismas consideraciones aplican a las personas que sobreviven pero quedan con algún tipo de incapacidad, transitoria o permanente. Amén de la tragedia personal y familiar, es potencial productivo que se pierde, y costos evitables que se generan. Ahorrar en cemento sale caro.

Pasemos a los fierros. La gente cree que un auto destruído es sólo un costo para el dueño o para el seguro. Falso. La economía real está compuesta por bienes, no por billetes: si en Argentina hay 13.000.000 de autos y se destruyen mil, al país le quedan 12.999.000 autos. Perdimos

Es obvio, pero a veces no se ve: transformar un auto perfectamente funcional en chatarra no es negocio. Al contrario, el negocio consiste en transformar materiales en automóviles. Cada auto que se destruye en un accidente es la pérdida del trabajo acumulado para producirlo.

Reemplazar ese auto que se pierde implica fabricar otro (o sea, hacer nuevamente el trabajo sin aumentar el parque automotor), o comprarlo afuera (o sea, entregar divisas a cambio de un auto, sin aumentar el parque automotor). Otra vez, ahorrar en cemento sale caro.

(8 tweets para explicar que los choques no nos convienen. La síntesis no es lo mío) Dejemos la tragedia de lado. Autopistas y rutas en buen estado no sólo ahorran accidentes, ahorran tiempo. Perdón por el lugar común, pero #TiempoEsDinero.

Empecemos por el traslado de mercadería: que un viaje que llevaba diez horas pueda hacerse en ocho disminuye los costos. Quién se queda con ese ahorro es otra discusión, pero, globalmente, ahorramos dinero. Eso hace a nuestra economía más competitiva.

Si, como consecuencia de ese ahorro, el flete sale más barato, el productor puede entregar el producto en destino a menor precio (mejor competitividad, menor precio para el consumidor) u obtener mayor ganancia (más rentabilidad).

Para las economías regionales, significa acceder a mercados que estaban fuera de su alcance, tanto nacionales como internacionales. Para los consumidores, potenciales reducciones de precio, ya sea por la disminución de costos de transporte o por mayor competencia entre marcas.

También en el traslado de personas, el cemento bien usado es ahorro y productividad. El empleado que trabaja 8 horas pero tarda 2 para ir y 2 para volver, está destinando 12 hs. de su tiempo a ganar su sueldo. Si la infraestructura vial le permite ahorrar 2, equivale a un aumento

Ese es tiempo que, según lo demande su economía personal, puede destinar a trabajar más, o, idealmente, a descansar mejor y disfrutar de sus amigos, su familia o sus hobbies.

Y, ya que hablamos de hobbies, la abundancia de tiempo libre moviliza la economía: la gente que pasa menos horas arriba de un colectivo las utiliza para leer, ir al cine, al teatro, a la cancha, a cenar, a parques de diversiones, a recitales, generando oportunidades de empleo.

La reducción de tiempo del recorrido también es un ahorro para las empresas de transporte. Esto puede significar menor precio del boleto, o mejor servicio por igual precio, o menor dependencia de subsidios que pagamos todos. En todos los casos, se beneficia el ciudadano.

Finalmente, no podemos olvidar que gran cantidad de personas trabajan de manera directa o indirecta en estas obras viales. La inversión en cemento es dinero de los contribuyentes que también vuelve al mercado, sólo que produciendo valiosos bienes públicos en el proceso.

En síntesis, a la corta o a la larga, de manera directa o indirecta, pero la mejora de la infraestructura vial impacta positivamente en el bolsillo del ciudadano. Excepto para aquellos dispuestos a morir de literalidad antes que reconocer un logro a Cambiemos, EL CEMENTO SE COME.