El derecho a la huelga es fundamental y creo que quien quiera hacerla debe hacerla. Pero desde mis días en la Complu, cuando cada 2 x 3 llegaba un grupo anti-algo para intentar clausurar las aulas, me entra una furia descontrolada cuando alguien intenta imponer la huelga.
Soy el tercero de cinco hermanos y durante mi época en la Complu mi familia pasaba por un momento económico delicado; no sobraba pasta y me costeaba la vida dando lecciones de inglés. Lo que ganaba apenas alcanzaba para la matriculación y una habitación en Carabanchel.
Para intentar ahorrar acabando antes, hacía dos cursos a la vez, IIº de carrera en el turno de la mañana y IIIº por la tarde. Para daros una idea de la austeridad con la que vivía, lo de ir en el Metro lo consideraba un lujo, por lo que cada día iba de Carabanchel a la UCM a pie.
Pues, bien, no sabes el cabreo que me entraba cuando algunos días me levantaba, vestía, y hacía los 9 kilómetros desde la Calle de la Oca hasta la Facultad de Ciencias de la Información, y me encontraba el paso bloqueado por un grupo de niñatos vestidos de negro.
La mayor parte del tiempo no les conocía, pero cada rato reconocía entre ellos a algunos de los del curso que pasaban la vida en la cafetería y apenas aprobaban dos asignaturas cada año. Y me cabreaba, mucho, porque sabía que ellos vivían en sus casa familiares sin estrés alguno.
Podían darse el lujo de cerrar la Universidad porque les caía mal el rector o para escenificar algún tipo de oposición teatral al Proceso de Bolonia —reforma que ni ellos, ni la administración parecía entender o conseguir explicar— sin preocuparse sobre cómo llegar a fin de mes.
No se pasaban el día recorriendo el área metropolitano de Madrid —desde Pío XII a Humanes, desde Las Rozas a El Capricho— para reunir la pasta para pagar el alquiler, no se mataban estudiando para intentar sacar una matrícula y reducir el precio del año siguiente.
Supongo que mi cara de cabreo lo decía todo, y siempre que no lograban bloquear las puertas de la Facultad con barricadas, yo seguía adelante.
- “Eh! Que esto está cerrado, hoy hay huelga!”
- “De profesores o alumnos?”
- “Es contra la—“
- “Guay, voy dentro.”
Y entraba.
- “Eh! Que esto está cerrado, hoy hay huelga!”
- “De profesores o alumnos?”
- “Es contra la—“
- “Guay, voy dentro.”
Y entraba.
Si un número mínimo de alumnos aparecía los profesores daban clases. A veces los que hacían la huelga aparecían e intentaban interrumpir para forzar la cancelación de la sesión, y recuerdo que la mayoría de los profesores (acostumbrados a la tontería) les decían la misma cosa:
Una huelga impuesta no es una huelga: es un atraco, el robo del derecho del otro. No se puede forzar la solidaridad con una causa; las movilizaciones colectivas sólo impresionan cuando son voluntarias. Todo lo demás es intimidación.
Y es verdad.
Y es verdad.
En fin, he recordado todo esto al ver el vídeo de la rectora de Barcelona, y me ha alegrado ver que hay gente que resiste, no por las causas de fondo de esta movilización en particular, sino porque esa resistencia subraya aquello que hace que una huelga sea algo precioso.
La fuerza y valor de una huelga radica en su carácter voluntario. Al rehusar cerrar la universidad, la rectora da validez al concepto porque defiende las condiciones que conservan esa voluntariedad: quien haga la huelga la hará porque realmente quiere hacerla.
A la vez, protege el derecho de tantos otros que no quieren hacerla, o no se pueden permitir el lujo de participar en ella. Y eso es genial. Ese compromiso con la libertad cívica es lo que diferencia a las democracias de regímenes como el cubano, donde no asistir a los mítines...
...oficiales puede costarte el acceso a la universidad o a un puesto de trabajo, o el norcoreano, donde no participar en las movilizaciones multitudinarias puede resultar en un viaje exprés al gulag, o incluso la muerte. Si esta gente realmente quiere una República Catalana...
...estaría bien que empezasen ya a sentar las bases democráticas de la misma defendiendo los derechos cívicos de sus habitantes. No tiene sentido pedir la independencia si eres incapaz de reivindicar la libertad de tu pueblo.
