No sé si se está «cocinando» algo (en mi contra, obvio... «piensa mal y acertarás»), ya que en días recientes se han estado acercando varias personas a mí a decirme que si soy valiente, que no abandone mi lucha,
que si soy la única que ha enfrentado a quienes imponen las malas prácticas, y solo tengo una cosa que decir: de nada me sirve su empatía si no se traduce en acciones.
Mi papá decía que «más vale una vez colorado que toda la vida descolorido», pues yo llevo dos años «colorada» y si pudiera hablar con él, lo podría hacer de frente, viéndolo a los ojos, y sé que estaría orgulloso de mí.
En cambio, la mayoría de esas personas son cómplices del sistema de corrupción, acoso y hostigamiento, coacción y demás malas prácticas.
Lo son por omisión y/o por «pequeñas» cesiones, haciéndose chaquetas mentales, seguramente, acerca de que lo hacen por asegurar un ingreso a su familia (olvidando que están siendo partícipes de mantener un «statu quo» de vicios en el entorno en que se desenvuelve su familia);
que si cuando yo me vaya nadie continuará lo que yo inicié y todo se mantendrá igual; que están demasiado involucrados y es tarde para corregir el camino, para dar un golpe de timón; que es mejor bajar la cabeza, mantener un perfil bajo y dejar que la vida pase, así, hostil...
Sí, estoy harta, cansada, exhausta, fastidiada, agotada... estoy hasta la madre, pero más allá de mi estado anímico, es necesario que se los diga: además de complices y partícipes, son unos mediocres y pusilánimes.
El momento de actuar, de ser proactivos, de emprender acciones, es ahora. Yo, no solo he actuado conforme a principios y valores, sino que mi actuar ha sido legal. Si no cuento con ustedes, ni más ni menos que lo justo, no cuenten conmigo.
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