La historia es así: conocí a Enriqueta Muñiz una noche de hace 25 años en un aula del Taller Escuela Agencia. La había invitado nuestro profesor de investigación Sergio Morero para que nos hablara de Operación Masacre.
Todos queríamos encontrar al hombre que mordió al perro y a un fusilado que viviera. No desconocíamos quién era Enriqueta pero no mucho más de las palabras que en ese prólogo a la tercera edición le dedicó Walsh.
El audio de esa clase magistral lo grabé en un cassette que guardé sin imaginar que mi futuro y el de Enriqueta se cruzarían; porque no soy vidente ni creo en el destino pero sí en las casualidades.
En 2011 o 2012, un editor de Diario sobre Diarios donde colaboraba con frecuencia me pidió un perfil de Enriqueta. La rastreé, hablé con amigos y fui al depto donde vivía cuya dirección saqué de la guía. Sólo encontré silencio.
Fue Nacho López y alguien que ahora no recuerdo que me dijeron que no accedería hablar porque siempre le preguntaban de Walsh y Operación Masacre. Entonces desistí de la nota.
En el verano de 2014, otro miembro de DsD -esta vez, el director y fundador- me volvió a pedir la nota y tras varios llamados supe q Enriqueta había fallecido meses antes. La noticia sólo mereció una línea perdida lanacion.com.ar/sociedad/desig… y tres avisos fúnebres en La Nación.
Algunos colegas y conocidos de Enriqueta se enteraron por mí de ese fallecimiento y entre las entrevistas -para lo que ya no era un perfil sino una necrológica- supe de la existencia de los cuadernos.
Para esa nota que finalmente se publicó en el día del periodista de 2014 fue que digitalicé partes de aquella clase y las subí a soundcloud. Pueden escucharla acá soundcloud.com/diego-igal y la nota leerla acá issuu.com/diegoigal/docs…
Los cuadernos son literalmente cuadernos, de los escolares, de dos de 50 y 48 páginas en las que Enriqueta escribió de puño y letra un diario de lo que fue la investigación de eso que nosotros conocimos como Operación Masacre. 
Allí se termina de dimensionar el rol que tuvo Enriqueta, lo que ella pensaba, lo que discutían, la relación que tenían y aspectos humanos de ambos entrañables.
Enriqueta murió soltera, sin hijos ni pareja. La familia se componía de un hermano que vivía en Salta con la esposa y una hija. A ellos les advertí de la importancia histórica de esos cuadernos. También les sugerí que los hicieran públicos.
Cada tanto les preguntaba si habían decidido el destino del material con la inocente intención mía de hacer una nota y tener una gran primicia. Hasta que se me ocurrió preguntarles si no querían que lo ofreciera en Editorial Planeta, donde suelo colaborar.
La respuesta de la familia fue inmediata y de la editorial también y solo hubo que definir detalles, contratos, autorizaciones y demáses. Porque había más material que los cuadernos pero les recomiendo que compren el libro.
Por eso mi agradecimiento a @GonzalezArzac y a Nacho Iraola, pero especial a la familia de Enriqueta por confiar en mi y entender la importancia histórica de este material.
Lo que no encontrarán en este libro -porque están extraviados- son estos dos boletos de tren. Es de uno de los viajes que Enriqueta y Rodolfo hicieron a José León Suárez, allí donde un día de 1956 se produjeron fusilamientos que sesgaron vidas y cambiaron otras.
También hay otros materiales inéditos de Walsh que se publican por gentileza de @Walsh_Patricia y un prólogo de Daniel Link, así que ¡no se qué esperan para ir a comprar este libro!
