Le cuento una rápida historia. Allá por 2018, cuando se dio a conocer el proyecto del Tren Maya, se afirmaba que la licitación iba a salir el 1° de diciembre. Ahí nos íbamos a enterar a detalle de ese gran proyecto de infraestructura. ¿Se acuerdan?
Bueno, no fue así, no hubo detalles, pero desde febrero de 2019 esa Fonatur que dice que construye trenes dijo que 90% de la inversión del Tren Maya iba a ser privada. Luego, mes con mes nos dijo que las empresas se peleaban por el proyecto o una parte o una estación o algo.
Aquello de que el Tren Maya iba a ser tan redituable duró hasta septiembre pasado. Uno que hace cuentas se preguntaba a cómo iba venderse el boleto de tan magna obra y cuántos años iba a durar la concesión (¿50, 100?) para recuperar la inversión.
Pero había empresas españolas, chinas, mexicanas y hasta el propio Slim dijo que le iba a entrar, ¿no? Por ahí de octubre, Fonatur nos regaló la noticia de que probablemente iba a necesitarse un poco más de inversión pública en el Tren Maya... ok.
Llegamos a estas fechas, cuando nos dicen que hay un estudio de PwC que afirma que el Tren Maya es Redituable, repito, Redituable. Bueno, ya veremos el informe, pensó uno, a ver cómo le van a hacer, a lo mejor lo financian con derivados.
No pasaron ni dos días cuando nuestra Fonatur anunció que siempre no, que la inversión iba a ser 80% pública, es decir, de nuestros impuestos. Ello indica, por supuesto, que el Tren Maya no es redituable, ni para los chinos, que querían hacer canales en Nicaragua, ¿se acuerdan?
Así que en menos de un año pasamos de 90% de inversión privada a 80% de inversión pública con el Tren Maya... y es la fecha que ni siquiera sabemos por dónde va a pasar. Pero eso sí, ya hay una licitación otorgada para la ingeniería básica.
Uno se imagina que ya nos olvidamos de aquello de los ocho tramos de concesión y de que el tren iba a llevar turistas, carga y gasolina (espero que no al mismo tiempo). Entonces ¿quién va a usar el Tren Maya y cómo se va a cobrar? A lo mejor nos enteramos en un año.
