Cualquier "receta" o "fórmula" para invertir, aunque sea rentable, resultará inútil para la gran mayoría.
Si no produce resultados inmediatos, en cuanto aparezcan las primeras pérdidas en el camino (algo inevitable), se abandonará buscando la siguiente "mejor fórmula".
Es inútil dar recetas prefabricadas.
Sólo cuando se interioriza la estrategia, se comprende su porqué, está en sincronía con nuestra personalidad y circunstancias; y sobre todo uno se compromete con el proceso a largo plazo, se puede optar a recibir sus beneficios.
En realidad, la búsqueda de "la fórmula" esconde:
1. La negación de la naturaleza impredecible de los mercados (al buscar una recurrencia constante en los beneficios) y
2. Una aversión extrema a las pérdidas durante el camino, que nos aleja de estrategias rentables a LP.
Pretender alcanzar resultados irreales con métodos equivocados es en realidad otro ejemplo de cómo nos gobiernan los sesgos cognitivos y emocionales de nuestra mente.
O cómo nos gusta engañarnos a nosotros mismos creyendo en imposibles, aún con toda la evidencia en contra.
Hoy disponemos de toda la información necesaria para llevar una vida sana.
Pero como al invertir, se trata de hábitos que cuestan trabajo y esfuerzo; y sólo muestran sus resultados a medio-largo plazo.
El problema no es encontrar "la fórmula".
El problema somos nosotros.