Thread by @JaviL32

Imaginaos que estáis en vuestra casa. Llaman a la puerta y se presentan dos hombres con abrigos de cuero y acompañados por varios soldados. Os piden vuestra identificación y os preguntan cuantas personas sois en vuestro hogar. Imaginad que sois seis: Tú, tú hermana/o pequeña/o,

tus padres y tus abuelos. De repente os dicen que llenéis una maleta cada uno y que les acompañéis. Les preguntas: '¿Qué hemos hecho?'. No responden. Te intentas resisitir. Un soldado te da con la culata de su fusil en la cabeza. Tu padre quiere intervenir pero es empujado

encima tuya. Entran los soldados gritando y os dicen que os déis prisa. Uno de los hombres con abrigos de cuero dispara al techo y os grita que tenéis menos de diez minutos. Los soldados amenazan con disparar a tu madre, abuelos y hermana/o. Con ansiedad y con el corazón

acelerado empiezas a llenar la maleta sin saber que meter. ¿A dónde voy? ¿Qué me podría hacer falta?. Coges algo de ropa, dinero y algo de comida. No hay tiempo para más. Quieres resistirse a una situación que consideras injusta pero no puedes hacer nada.

A los 10 minutos tanto tus familiares como tú estáis en la puerta de vuestra casa. Tu madre llora terriblemente. Tu padre se repone como puede. Tus abuelos se miran entre ellos con consternación. Tu hermano/a pequeño/a cree que todo es como un juego. Os mandan en empujones hacia

la calle. Ahí véis a mucha otra gente en vuestra misma situación y todos son llevados a camiones. Dentro de ellos reina el silencio. Nadie se atreve a protestar. Ves a un hombre con la cabeza ensangrentada dentro del camión. Arranca y por la calle ves un panorama desolador.

Desde los balcones los soldados arrojan muebles, maletas, ropa, etc. Ves a alguien en el suelo inmóvil y cerca suyo un charco de sangre. Sin duda es un cadáver. Oyes un grito atroz y de repente un golpe sordo y atronador. El camión avanza y parece haber pillado un bache.

Ha pasado por encima de un anciano que los soldados han lanzado desde un balcón. Tus ojos no pueden creer lo que ven. Quieres hacer algo, luchar o escapar, pero ves a tu familia y te sientes impotente.
El camión llega a la estación de tren. No tienes idea de donde te van a

llevar y sobre todo porqué. Os dicen que marquéis las maletas con vuestro nombre y que luego os las devolverán. Es una mañana fría de invierno. Hay gente en el andén con solo el pijama puesto. Todos tienen la mirada perdida y resignada. Los soldados golpean a todo aquel que se

resiste. Un hombre intenta escapar pero es alcanzado por los perros y lo destroza. Tapas los ojos de tu hermano/a para que no lo vea. Se oyen gritos. Gente que busca a sus familiares. Es la desesperación más absoluta. Suenan silbatos. Los soldados a empujones indican a ti y a tu

familia que subáis a los vagones. No son más que trenes de transporte de ganado. Están sucios y el suelo está lleno de paja. Solo hay dos cubos. Uno con agua y otro vacío.Con tu familia subes al vagón. Supera de lejos su capacidad y obliga a que estén todos de pie los unos

pegados a los otros. Una voz resuelta propone que los ancianos y las mujeres se puedan sentar y apoyarse contra la pared del vagón mientras la mitad de los hombres irán de pie y la otra mitad sentados. Sugiere que se vayan turnando. Todos asienten. Eres de los que se queda de

pie y cerca de la pared hay una rendija donde puedes ver lo que está pasando fuera. Todo es gris y el frío acentúa todo.

Pasan las horas en el tren: dos horas, tres horas, cuatro horas. Hay hambre, hay sed. Ese cubo lleno de agua se ha acabado y el cubo vacío está lleno de pis y

excrementos. El olor es insoportable. Ves a tus abuelos durmiendo y cogidos juntos en una esquina del vagón. Tu madre abraza a tu hermano/a que llora porque tiene hambre. Tu padre tiene la mirada perdida. La sangre le cae por la cabeza y apenas le presta atención. Llega la noche

y el tren sigue avanzando. El frío se hace más intenso. Lleváis unas seis horas en ese tren. Reina en el vagón el silencio más absoluto, solo roto por los lloros de los niños. Intentas ver algo por esa rendija. Solo hay oscuridad. A los pocos minutos vuelves a mirar y vislumbras

una luz a lo lejos. A medida que el tren avanza esa luz se hace más grande. Fuera ya está nevando. El frío empieza a calar todo tu cuerpo. Notas que el tren va decelerando y de fondo oyes unas voces y unos gritos. Poco a poco todo aquello se acrecenta. Suena con fuerza la puerta

del vagón y es abierta de manera repentina. A ambos lados de la puerta ves a dos hombres con un extraño pijama a rayas y en sus caras notas una expresión rara. No quieren mirar a los ojos a nadie. Ordenan que baje todo el mundo del vagón. Te fijas en tu familia y vas con ellos

para bajar. Pero ves que faltan tus abuelos. Quizás aún sigan durmiendo en aquella esquina del vagón. Los llamas. No responden. Abuelo, abuela, despertad. Giras sus caras y están heladas e inmóviles. No ves el vaho que sale de sus alientos. Sus cuerpos rígidos y abrazados están

en el suelo del vagón. Pides ayuda. Nadie quiere ayudarte. Uno de esos extraños hombres con pijama te coge del brazo y te arroja fuera del vagón. Intentas volver pero uno de los soldados, con un traje negro impoluto y una calavera en su gorra te arroja sobre una fila de hombres.

Te dice: 'Tu servirás para trabajar'. Los hombres están en una fila. Las mujeres, los niños y los ancianos en otra. Ves a tu madre apretando contra su pecho a tu hermano/a. En ese momento ves como sacan del vagón a tus abuelos y como si fueran fardos los arrojan dentro de una

carreta. Te impulsa ir hacia ellos para despedirte pero tu padre te coge fuerte del brazo y niega con la cabeza. Te tienes que tragar la rabia y las lágrimas.
Poco después ves partir al grupo de las mujeres, niños y ancianos. Miras a tu madre y hermano/a sin pestañear mientras

se alejan hacia un barracón. Por detrás vez una especie de tubo que conduce a un sitio de donde sale una enorme columna de humo. Llevan a la fila de hombres a otro barracón donde os ordenan que os desnudéis y salgáis de nuevo. Te desnudas y ayudas a tu padre a quitarse la ropa.

No hay palabras entre vosotros ni entre nadie de los hombres de ese barracón. Sales fuera a la formación. Sigue nevando y hace un frío horrible. Ves que uno de esos hombres impolutos de negro va con una bata y un estetoscopio. Va separando a los hombres en una fila u otra.

No sabes que puede significar. Pero recuerdas que aquel hombre te dijo que servías para trabajar. Piensas que eso puede ser bueno. Llega tu turno. Te dicen que des dos saltos y abras la boca. De un empujón te envían a la fila de la derecha. Es el turno de tu padre.

Lo envían a la fila de la izquierda. ¿A dónde la enviarán? Quizás sea otro tipo de trabajo o se reunirán con mi madre y mi hermano/a.
A tu grupo os envían a otro barracón donde os dicen que os darán una ducha. Entráis con miedo. Se cierran las puertas detrás de vosotros.

Las tuberías empiezan a retumbar. Y sale agua pero un agua helada. Muchos aprovechan para poder beber. Otros lloran, otros rien. Poco después os hacen salir y os dan ese extraño pijama de rayas. Formáis fuera y de nuevo hay otra selección. Te eligen a ti y a otro. Un soldado,

a empujones, os indica donde tenéis que ir. Véis que es un barracón con la señal de una cruz roja. Parece un hospital. Por el camino a vuestra izquierda, detrás de unas vallas tejidas con ramas secas, véis que el cielo está grisáceo con un olor entre dulzón y quemado.

A la derecha ves un foso y la carreta donde iban tus abuelos fallecidos. Está vacía. Y a lo lejos percibes como cuerpos amontonados cubiertos con la nieve. El soldado te golpea en la cabeza diciéndote que mires al frente. Se oyen gritos y disparos. Llegas al hospital, el cual

está rodeado con valla blanca. Allí el soldado habla con otro soldado y parece que entiendes que os van a llevar al barracón de las mujeres a recoger a los niños. No logras entender muy bien que significa eso. Dentro del hospital oyes disparos y ves otra columna de humo que se

eleva al cielo. Al llegar al barracón de las mujeres solo oyes lloros de bebés. Algunos no tendrían ni más de tres meses. Estaban ahí escondidos entre la ropa. Ves a otros hombres recogiendo toda esa ropa. El soldado te ordena que recojas a esos bebés y los eches en una manta y

te los lleves al hospital. Son unos cuatro. Al salir ves una prenda que crees puede ser de tu madre. Junto a este hombre llevas a los bebés al hospital. Dentro oyes más gritos y sientes un olor insoportable. Y lo que ves es indescriptible: soldados fusilando a enfermos,

desvalidos y niños. Los iban arrojando a una fosa repleta de cadáveres. Uno de esos soldados os coge la manta con los bebés y la arroja al fuego. Te quedas paralizado. Sorprendido. Conmocionado. Los bebés lloran y gritan. No reaccionas. No piensas. Solo viene a tu mente lo que es

realmente el infierno y la sensación de que tu madre y tu hermano/a pueden estan en esa pira. Sientes que ya están muertas. Miras como esos soldados se intercambian cigarrillos y se están riendo. Tus ojos no están preparados para ese horror. ¿Por qué nos han hecho esto?

¿Qué motivos hemos dado para este exterminio? ¿Por qué este sadismo? ¿Cómo puede ser la humanidad capaz de cometer estas barbaridades? ¿Merece la pena vivir después de contemplar este horror? ... ¿Puede tu voluntad de sobrevivir soportar todo esto?.

Esto es solo un breve relato de lo que podía sufrir alguien enviado a un campo de concentración. Este tipo de historias y la memoria de todos aquellos que sobrevivieron debe permanecer viva para que jamás vuelva a suceder. El Holocausto fue el crimen más atroz cometido por la

humanidad. Fue el exterminio sistemático de un grupo de gente por la razón del odio en unas fábricas preparadas para la muerte. No lo olvidemos jamás.