Bueno, estamos jodidos. La mayoría estamos encerrados en casa. O trabajando inquietos. Admitámoslo, tener un virus paseando por ahí no apetece mucho. Por eso hoy voy a intentar darles trucos para subir esa moral un poco. Con mi mejor intención, dentro hilo!
Primero: no, no va usted a morir. Métaselo en la cabeza. Si tiene 60 años o menos, las probabilidades son básicamente nulas. Según fuentes médicas, los de mi grupo de edad (40 a 50 años) tenemos un 0.4% de posibilidades de morir. NO, no la va a diñar. Relax.
Segundo: sus hijos van a morir aún menos. La probabilidad entre niños está alrededor de 0.1%. Vamos, básicamente nada. En serio: por mucho que oiga al niño toser estos días, no, no va a morir. Y eso es importante. Ante un enemigo invisible, domar el miedo es el primer paso.
Tercero: si es usted mayor, relax. Lleva unos cuantos días en cuarentena? Bien! lo más probable es que no tenga coronavirus. Sabía que en promedio los síntomas aparecen al día 5? Yo me metí en cuarentena el Jueves. Hoy llevo 5 días. Si no tiene síntomas, todo saldrá bien.
Cada día que pase, desde que se metió en casa, es un día más de certidumbre de que usted vivirá muchos años más todavía. O sea que a pasar tiempo encerrados, abueletes: van ustedes hacia la seguridad, no hacia el riesgo.
Si su respuesta a todo esto es: “es que yo no hago cuarentena”, tengo tres respuestas. Si tiene más de 60 años, métase en casa. Si es menor de 60 años y sale por curro, vea dos tweets más arriba: NO, no se morirá. Si tiene menos de 60 y sale por gusto, METASE EN CASA JODER.
Además, no olvide que esos datos de mortalidad son de gente DIAGNOSTICADA. Como bien sabe, la mayoría de casos ni se diagnostican ya (porque no hay tests para todos), con lo cual esas estadísticas seguramente sean incluso más favorables. NO, no va a morir. Queda claro?
O sea que vaya saliendo de la caja de pino, y devolviendo la corona de flores. Aquí no se muere nadie sin permiso mío. Ahora, vamos a intentar ser un poco felices. Ahí va un truco: la felicidad es bastante correlativa a la diferencia entre nuestras expectativas, y la realidad.
Si yo espero un día miserable, y pasa algo bueno, soy feliz. En cambio, si esperaba un día genial, y de repente llueve, soy infeliz. Esa teoría es de un ejecutivo de Google, Mo Gawdat. Aquí un buen artículo sobre el tema (cnbc.com/2018/08/24/for…)
Por tanto, hay dos caminos a la felicidad: el capitalista, y el inteligente. El camino capitalista (y erróneo) es intentar que todos los días sean la leche. Comprando cosas, habitualmente. El problema es que el cerebro se satura. Y nos volvemos consumistas infelices.
La alternativa es ser inteligente, y esperar poco de cada día. Así, pase lo que pase, será bueno. Y usted será feliz. Es todo cuestión de percepciones. Por eso países del tercer mundo tienen una tasa de felicidad MAYOR que muchos de Europa. Esperan menos. Son más felices.
La buena noticia es que la semana pasada fue una mierda. Por tanto, la expectativa para la semana que empieza no podría ser peor. Perfecto. Con un pequeño empujón, ya verá como es fácil ser feliz: ante semejante panorama, todo lo que haga será positivo.
Aquí van varios consejos. Empiezo: estos días le van a sobrar horas. Con lo cual, redescubra sus hobbies. Seguro que alguno tenía. Yo ayer colgué un cuadro que hacía meses que tenía pendiente. Y vi dos pelis que me habían recomendado hace tiempo y me perdí.
Estar en casa nos permite ir menos de culo, y dedicar más tiempo a aficiones. A mí me gustaría durante la cuarentena aprender a dibujar. Lo digo en serio, siempre he sido un inútil, y me gustaría saber dibujo a lápiz. Asegúrese de salir de la cuarentena con algo nuevo.
Esto es como el mito de la caverna de Platón, pero al revés: usted a entrado en una cueva. De la que saldrá con conocimiento nuevo. Por ejemplo, estudie algo. Yo tengo un máster que acabar hace siglos. Apúntese a cursos de Domestika/Udemy. Reinvéntese, es el momento!
Sigo: redescubra a sus hijos. Si tiene críos, le doy una noticia: acaba de convertirse en su profe. Y oye, repasar mates con una cría de 4 de primaria tiene su gracia. Pasamos poco tiempo con esos enanos. Y, visto el peligro del coronavirus, ojalá pasásemos más.
Vigile la línea. Mis amigos chinos me comentan que el gran peligro del coronavirus es el sobrepeso. O sea que ya saben, piensen cómo hacer deporte en casa. Aquí les dejo una idea loca, supongo que ya lo pillan: hongkongfp.com/2020/02/16/man…
Evidentemente, intente no hablar todo el día del virus. Todos vamos a pasar una cierta fase obsesiva. Pero hay que romperla por un tema de salud mental. Le recomiendo ver comedias. Bailar. Jugar a juegos. Cualquier actividad que le ayude a ver el lado bueno de la vida.
Cuando pueda, haga esas actividades en grupo, presencialmente o por videoconferencia. Somos máquinas de empatía, y eso requiere estar con otra gente pasándolo bien. Así que meta una webcam, saque un juego de mesa, y juegue con la familia, aunque vivan en Cuenca.
Si es técnicamente hábil, instálese un software de videoconferencia que pueda conectar a la tele. Así verá a la familia a tamaño real. Es fácil: Skype en un portátil. Webcam USB. Y salida del portátil a la tele por HDMI. Voilà! Ya puede chatear en condiciones.
Internet es una mina de cosas para hacer. Desde clases de aeróbic. Actividades para makers. Documentales sobre Alejandro Magno. Yo tengo un par de juegos atrasados, que voy a aprovechar para pasarme. En serio: no piense en esto como una derrota. Es una oportunidad.
Porque, les voy a contar un secreto: nuestra vida antes del coronapocalipsis tampoco era la bomba. De casa al curro. Del curro a casa. Besito a los niños, y a dormir. Francamente, la rutina del día a día nos hizo pensar que la vida clásica capitalista era la única posible. 
Y no es así. O sea que no piense: estoy encerrado. Piense: es una nueva forma de vivir. No sea que descubra cosas que antes no hacía, y ahora, estando en casa, puede hacer. En definitiva, no sea que ni su vida anterior fuese tan buena, ni ésta nueva sea una mierda.
Todos saldremos cambiados de la cuarentena. Y honestamente creo que más de uno se va a llevar una sorpresa. Quizás, cuando salgamos, no queramos volver a ser exactamente como éramos antes. Bienvenidos a la mayor transformación de sus vidas.
Dani
Dani
