1. Vamos a platicar de la guerra entre la ideología y la realidad y las pésimas decisiones de mi presidente. Es otro tema del libro en el que estoy trabajando, y les paso un adelante. Los seres humanos tenemos un problema con la realidad. Se nos escapa a veces, o la evadimos.
2. Es natural. Nuestra inquietud es tan antigua como el Homo Sapiens mismo. Desde hace cientos miles de años hemos sido capaces de observar que la naturaleza se comporta de manera cíclica, y eso implica que hay un sistema regular de causas y efectos.
3. Entonces, haciendo las preguntas correctas podemos comprender el funcionamiento de esas causas, y el flujo de esos efectos. La base inequívoca de nuestro conocimiento es la premisa de que todo efecto natural tiene una causa natural. Sólo hay que buscarla.
4. El "problema" es que los seres humanos nos tardamos mucho en aprender a hacer las preguntas correctas. Digamos que es algo que apenas aprendimos a hacer desde hace unos 170 años. Todo lo que se hizo antes fue brillante, pero impreciso e incompleto. Demostrarlo es fácil.
5. Es en los últimos 170 años que el desarrollo de la ciencia ha sido exponencial y sin parangón. Ninguna otra actividad humana se ha desarrollado del mismo modo en ninguna otra época de nuestra milenaria historia. Eso es prueba suficiente de que desciframos algo importante.
6. Pero si el razonamiento verdaderamente científico es un logro reciente, el conocimiento humano no lo es. Es milenario. ¿Bajo qué paradigmas fuimos construyendo todo ese conocimiento? Ojo: No era poco ni desdeñable, sino todo lo contrario.
7. Basta ver cualquier pirámide de las culturas antiguas o una catedral gótica para saber que nuestros conocimientos eran vastísimos aún antes de que consolidáramos el modelo de razonamiento científico. ¿Qué podemos decir de todo eso?
8. Lo primero, que hay que admitir que todo ese conocimiento se dio en el marco del razonamiento pre-científico. Es decir, conocíamos la mecánica de las cosas (y por eso levantamos construcciones monumentales), pero no las causas de fondo.
9. Por ejemplo: Desde hace miles de años que las matemáticas permitían calcular con toda precisión los disparos de las catapultas. Pero no conocíamos la Ley de Gravedad. A eso me refiero con entender la mecánica de los efectos, pero no el trasfondo de las causas.
10. Al mismo tiempo, o incluso desde antes, los seres humanos siempre intentamos darle un sentido al devenir de todo lo que nos rodea. Mucho antes de convertirnos en científicos, nos convertimos en narradores. Fueron nuestras historias las que le dieron sentido al mundo.
11. Pero al no poder elaborar esas historias desde una perspectiva científica que todavía ni siquiera podíamos imaginar, las elaboramos desde el pensamiento mágico. Es decir, desde la premisa de que los eventos naturales podían tener causas no naturales.
12. Por supuesto, los grandes mitos de la humanidad no fueron sólo simpáticos cuentos que resolvieran con creatividad todos nuestros huecos de conocimiento. Fueron algo más: Un profundo análisis de nuestra conducta, nuestras obsesiones y nuestra fragilidad ante la naturaleza.
13. Por eso los dioses fueron creados a nuestra imagen y semejanza: Amorosos, crueles, tiernos, brutales, justos, culeros, misericordiosos, iracundos. La única diferencia fue que los imaginamos súper-poderosos para así poder justificar la magnitud de los fenómenos naturales.
14. Poco a poco, la religión y la filosofía evolucionaron en una ruta que nos permitió superar esas explicaciones fantasiosas. El monoteísmo de las religiones abrahámicas fue un gran paso en ese sentido. Sin embargo, el paradigma del pensamiento mágico se mantuvo.
15. A partir del colapso del Escolasticismo medieval, la filosofía comenzó a emancipar el pensamiento humano. El impacto del racionalismo de Pascal, Descartes y Spinoza logró que las grandes ideas del ser humano dejaran de depender de la teología y la iglesia.
16. Con ello comenzó acaso el mayor reto para la filosofía: Preparar el camino para que surgiera el pensamiento científico. Es decir, un sistema que nos permitiera aproximarnos a la realidad sin que nuestras ideas fuesen afectadas por el pensamiento mágico.
17. Las aportaciones fueron lentas pero seguras. El punto crucial llegó en 1859 con el libro El origen de las especies, de Darwin. La reflexión científica se declaró independiente de la religión. Nunca se había puesto en duda la interpretación literalista de la Biblia.
18. Desde entonces, la ciencia avanza a pasos agigantados. Sin embargo, el pensamiento mágico todavía domina las cabezas de la mayoría de los seres humanos. Tan es así, que hay creacionistas en guerra contra Darwin, o incluso terraplanistas sueltos en la calle sin control médico.
19. Y es que estamos en una fase de trancisión. Todavía faltan siglos para que la humanidad entera se conduzca desde el razonamiento científico. En ese marco, es preocupante que un presidente se rinda al pensamiento mágico y enseñe sus amuletos en medio de una pandemia.
20. O tome decisiones del máximo nivel de imprudencia, como cancelar una obra multimillonaria al amparo de una encuesta pedorra en la que no votó siquiera el 5% de la gente de la zona interesada. O crea que los mexicanos no vamos a sufrir con el COVID-19 por "nuestra genética".
21. La realidad es un pared indestructible, y hay dos maneras de aproximarnos a ella. La ciencia nos permite acariciarla, sentirla, comprenderla. El pensamiento mágico nos estrella contra ella, y el saldo siempre es que los que salimos reventados somos nosotros, no la realidad.
22. Por eso no hay nada más irresponsable que un presidente infectado de pensamiento mágico, llevando a todo un país a toda velocidad a embarrarse de frente contra la realidad. Por mucho que confíe en que el pueblo sabe curar pandemias, el resultado va a ser desastroso.
23. De nada sirve un asesor (el Gatell-Malo) que a veces habla como científico y a veces dice tonterías como lo de la fuerza moral, si de todos modos lo poco sensato que llega a decir de inmediato es descalificado y desobedecido por el presidente.
24. Así que seguimos en guerra contra la realidad. López es nuestro comandante, y está decidido a que presentamos una dura batalla.
Pero les anticipo: vamos a perder.
Esa es una guerra que nadie puede ganar.
Pero les anticipo: vamos a perder.
Esa es una guerra que nadie puede ganar.
