Suena el teléfono. Pienso que debe ser la paciente becada, como diría mi viejo, y silencio el llamado. No pasan ni cinco minutos que vuelve a sonar. Agarro el aparato, lista para callarlo una vez más, cuando noto que no es ella. (+)
–Pasa que me estoy por morir y vos no atendés –pronuncia como si hablara del clima.
–Tengo sueño. Sueño gana a muerte. Estoy casi muerta yo también –gruño.
–¿Sueño de qué? ¿De rascarte?
–La cama trae más cama me dijo mi médica una vez.+
–Esa fue la pediatra para que no durmieras hasta el mediodía después de matiné.
–No, fue la geriatra –me río.
–¿No te interesa mi muerte entonces?
–Poco la verdad. Y a tu entierro no voy a poder ir porque me aislaron al final.
–Ya sé. Me dijo la pelirroja que lo lograron.
+
–Si. Qué logro… Ni el bono de las cinco lucas costó tanto –largo un bostezo.
–Es que ustedes hacen cualquier cosa con tal de no laburar…
–¿Y por casa… ?
–Yo hasta me muero…
–Cierto. ¿Me pusiste en tu testamento?
–Sí, pero ya mismo te borro y le dejo los N95 al rulo.
(+)
–No importa, me los comparte. Y más adelante vamos a ir juntos a llevar flores a tu tumba.
–Acordate de mi alergia.
–Te llevamos un Aloe vera, entonces.
Se ríe y tose a la vez. Su tos suena seca, rasposa y me duele hasta a mí.
(+)
–Hice una lista –retoma la charla–. Puse las claves de los bancos para que no dejen de pagar la obra social si me internan –ahora sí que habla serio.
Lo dejo seguir.
–Se la mandé por foto a mi hermano y después me asusté. Mirá si se le hackean el (+)
–Serás exagerado… –no se me ocurre nada mejor para decirle.
–Es que tosí medio pulmón.
(+)
–¿Y no te lo tragaste de nuevo? Tal vez se regeneraba…
–Lo pensé, pero me dio asquito y seguí con las listas. Armé una de cosas a pagar, otra de las que ya pagué, una de la gente a la que le debo guita, como a mi tío que me compró dólares y me transfirió los pesos, pero (+)
–Cierto, desayunos copados, llenos de dulce de leche y chocolate tienen que ser.
–Yo muriéndome y vos pensando en morfi…
–Yo siempre pienso en morfi.
(+)
–Cierto. Yo ni hambre tengo. Es todo lo mismo ya… una milanga, un cacho de entraña o arroz blanco, da igual.
–¿No les sentís el gusto?
–Poco, y no me interesan. Ahora que me estoy muriendo me interesan otras cosas.
–¿Fifar?
(+)
–Tu educación lingüística me interesa. Garchar no podría, no se me para con la tos.
–¿Y fiebre tenés?
–Naaah.
–¿Te pusiste un termómetro?
–No necesito. Me entero cuando tengo fiebre porque empapo la remera.
(+)
–Eso es cuando te baja…
–Baja la tengo siempre en estos días, ya te dije.
–¿Tenés termómetro?
–El de los pacientes.
–Echale alcohol y ponete.
–Kerosene le tengo que tirar…
–Dale.
–Después. No jodas que tengo algunas cosas que decir antes de morirme.
(+)
–No te vas a morir, pelotudo.
–No sabés.
–Claro que sé. Yerba mala nunca muere, dicen –me río.
–Serás conchuda de burlarte de un moribundo.
–¿Te saturaste?
–No tengo satu, siempre te mangueo el tuyo.
–Te lo mando por moto.
(+)
–No jodas que cuando empieces a morirte lo vas a necesitar.
–¿Es juntos lo de la muerte entonces?
–Claro, como el matrimonio.
–El matrimonio es hasta la muerte, goma.
–¿O sea que no te querés morir conmigo?
–Lo voy a considerar, pero creo que prefiero con el ruludo.
(+)
–Seguís caliente, eh.
–Ahora que no puedo salir de acá, ni te cuento.
–Vas a terminar con tendinitis bidedal.
Largo una carcajada
–Todo porque no se te para –arremeto.
–Serás soreta –tose y se ríe también.
(+)
Lo hace en un continuo de que me raja por dentro, seguido de inhalaciones profundas y puteadas.
–¿Llamaste a tu prepaga? –lo increpo.
–Estoy hace dos horas en espera para una videollamada con un residente que sabe menos que yo –refunfuña.
(+)
–Pero llamá a emergencias.
–Ni en pedo, no terminé mis listas.
–Dale, no jodas. Llamá y que te internen –insisto.
–No quiero irme de casa. ¿Quién va a cuidar a Tarzán?
–Si te vas a poner un apodo, ponete uno menos mentiroso –le escupo en medio de una carcajada.
(+)
–Es mi hámster, boluda.
–No sabía que tenías una rata –lo gasto.
–Rata no. Hamster, hay una gran diferencia.
–Potato, patata.
Miro las rendijas de la persiana de nuevo. Sigue sin salir el sol.
–No te lo voy a dejar en el testamento porque lo matás –sentencia.
(+)
–Ni mis plantas me sobreviven así que no.
–Si salgo de esta voy a buscar a otra con la que casarme, entonces
–Dale, porque si no se te para, ni loca me caso con vos –intento pronunciarlo seria, pero la carcajada se apodera de mí.
(+)
–Soretaaaa –se ríe y ahí está otra vez la tos.
–¿Te falta el aire? –retomo lo importante de la charla.
–Solo cuando toso, si no, no.
–Eso es bueno.
–Algo bueno tenía que haber.
–Vas a bajar unos kilos con tu anorexia, otra buena.
–Voy a bajar el culo que tan locas las (+)
–Buscaremos otro para mirar. Todo sea por una buena causa.
–Claro.
–¿Diarrea? ¿Vómitos? –indago.
–No vamos a hablar de mi mierda.
–¿Tu garganta?
–En el mismo lugar de siempre.
–¿Te tragaste un payaso?
(+)
–Educación lingüística y modernización de frases prehistóricas, yo anoto –lo dice serio, algo disfónico como viene desde la última vez que tosió.
–Mandame al hámster que me ocupo si te internan, en serio –largo tras unos segundos.
(+)
–Si me meten la pipa, vos rezá para que salga –la preocupación le sale de adentro y ya casi ni le importa el hámster.
–No te van a intubar –intento convencerlo y convencerme.
–No sabés.
–Sí sé. Basta –insisto.
(+)
–Bueno. ¿Cuándo te hisopan? –cambia unos milímetros de tema.
–El lunes –contesto casi igual de nerviosa.
–¿Te sentís bien vos? –pregunta y se nota la preocupación en su voz.
Me dan ganas de abrazarlo.
(+)
–Yo estoy espléndida. Vos sos el tema acá.
–¿Con medio pulmón menos me vas a querer igual?
–Lo voy a meditar… –me río.
–¡Yegua! Ni que fuera con media pija menos.
–Ahí seguro que no… –se la sigo.
(+)
Hace ruido de que mueve algo y escucho un “un segundo por favor”. Vuelve con un “Bancá que está el de la prepaga” y me corta. No me da tiempo a decirle que después me cuente, que no se haga el héroe, que si se tiene que internar que lo haga, que yo (+)
Pasan diez minutos, quince, veinte y sigo sin señales. Agarro el celular para escribirle. “Hola doctora, perdoná la hora, es urgente”. “Debés estar yendo a la guardia y quiero preguntarte algo (+)