Tripulantes del Huáscar, sobrevivientes de Angamos. Muchos integrantes de la Columna Constitución. Se trata de infantería embarcada, es decir rifleros que se dedicaban no a las labores de navegación si no de combate puro y duro. Las peleas en altamar eran a cañonazos y bala pura.
Aquí con el presidente Augusto B. Leguía (veterano de la batalla de Miraflores). La labor de los rifleros era matar a los marineros del buque enemigo -para que no puedan gobernar la nave- y dejar sin artilleros que sirvan sus cañones. Eran los más expuestos, como en Angamos.
Imaginen el Huáscar. El monitor apenas levanta silueta sobre el mar y la cubierta se desalojaba durante los combates. Pero los bravos de la Columna Constitución,"los buitres", como les llamaban, peleaban allí a pecho descubierto. Dispara. Recarga. Apunta. Dispara. Vencer o morir.
Su historia, como la de muchos soldados peruanos afrodescendientes, es poco conocida. Yo mismo no sé con 100% de certeza el por qué la Columna (eran 16) estaba integrada por soldados negros, entre ellos el famoso grumete Alberto Medina, que en Angamos tenía solo 15 años.
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Perú perdió la guerra contra Chile, y con ello Tacna, Arica y Tarapacá se fueron al sur. Las 2 últimas de forma permanente. Tacna se negó. Cómo y porqué y las desventuras que aguantaron sus vecinos -casi matan a Basadre de una pedrada en la cara- en esta historia. Abre quipu.
Hay una película, Gloria del Pacífico, que gira en torno a la defensa de Arica por un puñado de héroes condenados. Lo cuenta el personaje de Reynaldo Arenas, veterano y sobreviviente del morro, que ya enfermo y anciano, sigue viviendo en Tacna, cautiva luego del Tratado de Ancón.
Es un veterano. En Arica pelean 2 batallones: el Granaderos y el Artesanos de Tacna. Son los últimos en quedar en pie y entre quienes más bajas sufrieron en la pelea. Hasta hoy, la sociedad de artesanos antepone el benemérita en el hombre, por su sacrificio.
📷Gloria del Pacífico
Luego de 3 años de nuestra independencia el poder político-militar lo sigue manteniendo España, que controla nuestra sierra. Hay guerra. Hoy les contaré de Junín, la batalla donde se mató con lanza y sable, sin tiros; donde un acto de rebeldía cambió nuestra historia. Abre quipu.
La libertad sudamericana se veía comprometida mientras no acabara la situación de dominio español. Simón Bolívar lo sabe y envía a nuestras costas una avanzada de 5 mil hombres encabezados por Antonio José de Sucre en enero de 1823 afianzar la débil independencia del barrio.
El propio Bolívar llegó el 1 de julio con otros mil 500 soldados, mandado llamar por el Congreso peruano. Para el verano de 1824 los españoles habían recuperado Trujillo y amenazaban Lima desde el castillo del Real Felipe.
(Pueden leer más en este quipu:)
"Mayor Salvo, decidle a vuestro general que me siento orgulloso de mis jefes, que la guarnición de Arica no se rinde. Que tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". Francisco Bolognesi, 5 de junio de 1880. Arica no se rinde. La respuesta.
Comparto algunos extractos de la entrevista que sostienen el coronel Bolognesi y el sargento mayor Juan de la Cruz Salvo, artillero (como Bolognesi) y parlamentario enviado por el jefe del ejército chileno, Manuel Baquedano.Lo cuenta don Ricardo Palma: (sin planearlo, abre quipu)
Hace mucho tenía ganas de contar, aunque sea brevemente, la historia de cómo un cañón que perteneció a las defensas del morro de Arica, fue robado por un grupo de peruanos ariqueños precisamente 25 años después del sacrificio de Francisco Bolognesi y sus mil 600 soldados.
La historia más certera la tomo del periodista Gerardo Vargas Hurtado, nacido en la Arica peruana en 1869 y que editó el libro “La Batalla de Arica”, publicado en 1925. Aunque parezca guión de cine, la audacia (y algo de locura) de sus protagonistas es totalmente real. Palabra.
Imaginen el escenario: Tacna y Arica cautivas en Chile, a la espera del plebiscito que debía devolverlas al Perú.El patriotismo está a flor de piel.Los vecinos a los que nadie les ha contado de la batalla, muchos veteranos que pelearon por defender sus propios hogares y familias.
Ahora que todos se encuentran entre 4 paredes, les contaré sobre uno de los episodios más salvajes de nuestra historia. Un capítulo de nuestra Independencia que fue un encierro infernal que incluyó canibalismo, 1 presidente muerto y cientos de cadáveres: el Gran Sitio del Callao.
Habrán notado que el buen San Martín declara nuestra Independencia el 28 de julio de 1821, pero que las batallas de Junín y Ayacucho son en 1824. Esto porque los españoles seguían siendo el poder militar y político fáctico. En cristiano, seguían teniendo la sartén por el mango.
Por más que San Martín dio la proclama, seguíamos teniendo un virrey! José de La Serna y sus tropas leales a la corona española, se fueron a la sierra y se acuartelaron en Cusco,mientras en Lima los patriotas –que toman la capital sin hacer un tiro- se quedaban mirando el techo.