Lo paradójico es que estas actitudes de los medios, que se autoproclaman como dueños de 'la verdad', no son muy diferentes a las mentiras de Trump.
Es éticamente reprobable que los medios encargados de informar no informen, igual que el presidente de EE.UU. y su afán de mentir.
El periodismo que yo aprendí, y que procuro ejercer, se basa en primero reportar los HECHOS, y luego contrastar OPINIONES.
Si los medios renuncian a reportar hechos y se limitan únicamente a expresar opiniones, ponen en evidencia su función como APARATOS DE PROPAGANDA.
Lo sensato, desde un punto de vista periodístico, sería primero escuchar lo que dice Trump, analizarlo, y luego desmenuzar sus dichos, ponerlo en evidencia.
Los medios ahora se sienten con el poder de juzgar de antemano, evidenciando así, los muchos prejuicios con que operan.
Como expuse ayer, no estoy muy seguro de que este asunto pueda ser catalogado como censura.
Yo lo interpreto como una burda guerra política. Los medios son armas al servicio de grupos, en la disputa por el control de la 'realidad'. Eso obedece a una lógica distinta a la censura.
Ya desde la década de 1980, Héctor Borrat había advertido en su libro 'El periódico, actor político', la manera en que los medios de comunicación están inmersos en la disputa por el poder político.
"Si por actor político se entiende todo actor colectivo o individual capaz de afectar el proceso de toma de decisiones en el sistema político, el periódico independiente de información general ha de ser considerado como un verdadero actor político", dice Borrat.
"Su ámbito de actuación es el de la influencia, no el de la conquista del poder institucional o la permanencia en él", agregaba el catedrático uruguayo.
Leí su libro en la universidad y ese enfoque me parece es adecuado a la hora de interpretar el papel que juegan los medios.
Por eso, a mí en lo personal, me da risa cuando se habla de imparcialidad u objetividad en las coberturas noticiosas. Ese cuento de la objetividad se construyó en el siglo XIX y hay algunos que, al día de hoy, siguen reproduciendo planteamientos decimonónicos.
Quienes ejercemos el periodismo sabemos que la objetividad NO existe. En una redacción, lo primero que te enseñan es el 'ángulo periodístico' con el que vas a abordar una nota. Eso de entrada, imposibilita la objetividad. Todo titular lleva implícito un punto de vista.
El periodista no debe renunciar a su punto de vista (negarlo en aras de una supuesta objetividad, es mentirle a su audiencia). A lo que podemos aspirar, es a contrastar posturas de manera equilibrada. Consultar siempre a la contraparte. Algo que no es nada común en los medios.
El problema del punto de vista ha sido también abordado por la hermenéutica. Quienes defienden la "objetividad" ignoran por completo el giro ontológico que se produjo en la historia de la filosofía desde inicios del siglo XX.
Así el nivel de nuestros comentócratas. 😆
Quienes trabajamos en medios, tenemos el deber y la responsabilidad de ampliar el alcance de nuestras miras y nuestro pensamiento, precisamente para no reproducir el fanatismo aberrante de quienes opinan sin antes tratar de entender qué carajos pasa.
Lástima que a muchos comentócratas y bufones, que ocupan posiciones de privilegio en medios, no les ha quedado clara esta gran responsabilidad social que tenemos los comunicadores.
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Curioso momento el que vive EE.UU. esta semana. Las estructuras de poder que construyeron se están devorando a sí mismas. El conflicto poselectoral todavía puede escalar muy alto. El pleito entre Donald Trump y los medios es apenas la manifestación visible de algo más profundo.
Paradójico: Donald Trump construyó su candidatura presidencial en los medios. Fue su programa de televisión El Aprendiz, el que construyó su imagen de líder y dirigente político, pese a nunca haber ocupado un cargo público con antelación.
La presidencia de Trump es consecuencia de los medios masivos en la sociedad del espectáculo. Mientras lo usaban como 'showman', les parecía muy gracioso. Pero algo tuvo ese personaje que conectó con las ideas de amplios sectores de gente blanca que se siente amenazada.
Me acaban de comentar que el pequeño documental que hice sobre el envenenamiento del Río Santiago, en Jalisco, será presentado en Alemania de manera virtual, para exponer uno de los más grandes casos de contaminación de México.
Me hace muy feliz que el reportaje sirva a la comunidad en su lucha contra el exterminio silencioso que sufren en El Salto y Juanacatlán, por la contaminación del río por parte de empresas y complicidades gubernamentales.
¡Para eso debe servir el periodismo!
Ese trabajo lo metí a algunas convocatorias de investigación periodística y fue ignorado, a pesar de que hizo ruido en varios medios y movió cosas, mientras periódicos internacionales decían que no era posible conocer con precisión los datos que revelé.
No entendí el reajuste de Aristegui en sus mesas de opinión. Integran a Ricardo Raphael y Sabina Berman, que tienen sus propios espacios en medios. Yo hubiera esperado otro tipo de personajes, talentos emergentes, voces más frescas. Optaron por gente de la misma baraja de siempre
Ojo: no tengo nada contra Sabina Berman ni Ricardo Raphael (que por cierto hizo un apunte muy bueno sobre datos étnicos en la elección de EE.UU. en su colaboración de ayer).
Pero a mí me gustaría escuchar otro tipo de voces, que no tienen tanto acceso a los grandes medios.
En su momento, la incorporación de Ana Lilia Pérez en medios electrónicos se me hizo muy buena. Quizá esperaba yo algo así.
Hay también muchos académicos con posturas muy interesantes, incluso tuiteros que harían un buen papel. ¿Por qué apostarle a lo mismo de siempre?
Un comentario interesante para el debate. Es cierto. Quizá lo que vemos ahora es que la censura ha perdido la sofisticación y sutileza que llegó a tener en fechas recientes y estamos volviendo a una censura más descarada.
El 'bienpensantismo', como yo le llamo a esas personas que se indignan por todo lo que no es puro y bueno a niveles ridículos, es un tipo de censura moral que utiliza mecanismos similares a la Santa Inquisición: el linchamiento social con fines moralistas. Todo eso está en juego.
Por otro lado:
La censura siempre se ejerce desde la autoridad. Ese principio de autoridad es lo que posibilita la censura como parte de una estructura de poder.
En el caso de la NBC contra Trump no existe este principio de autoridad. Es una lucha descarada por el poder.
¿Fue censura que hayan cortado en TV de EE.UU. el mensaje de Donald Trump? No lo sé, es un tema debatible.
Pero el hecho evidencia la manera en que los medios HACEN POLÍTICA.
Quien a estas alturas siga comprando el discurso de la imparcialidad, padece una ingenuidad brutal.
Queda claro que la deliberada interrupción de la transmisión del mensaje presidencial de Trump NO ES PERIODISMO. Pero la televisión estadounidense nunca ha hecho tal cosa. Son instrumentos de propaganda del establishment. Ajuste e cuentas contra el facho que se les coló en 2016.
El penoso episodio evidencia lo que siempre han sido los medios hegemónicos. Así han actuado siempre. Lo que sorprende es su nivel de descaro. Ya no les interesa ni siquiera guardar las apariencias.
Luego se indignan de que la gente ya no confíe en los grandes medios.
Muy apretada la lucha electoral en Florida y Texas, que podrían ser los estados clave. Hasta ahora, Trump saca una ligera ventaja temporal en ambos estados. Trump también lleva ventaja en Pennsylvania y Ohio.
No hay resultado claro, pero se le abre el panorama a Trump.
El mapa se empieza a pintar de rojo. Florida será clave y el corredor industrial del norte.
Lo que queda claro, es que el ganador final no obtendrá una victoria apabullante. En 2016, a estas alturas, la tendencia ya era visiblemente favorable a Trump.
Hoy en la mañana el NYT señalaba que se necesitaba un mayor margen de error en las encuestas que hace 4 años, para que se concretara el triunfo de Trump.
Pues parece que el desastre de las encuestadoras será aún mayor en 2020, que en 2016.