Se suplanta a la familia con el diseño de los sistemas de previsión social. Éstos prestan principalmente servicios en las etapas más vulnerables de la vida, tanto en la infancia como en la vejez, pues era precisamente donde la función social de la familia era más evidente. (1/5)
Se trata de que nuestro cuidador sea algún tipo de agente estatal y reclamemos su presencia cuando nos encontremos desvalidos o incapaces. También es el Estado quien asigna la patria potestad o quien decide si los hijos pueden o no permanecer con sus padres o ser tutelados. (2/5)
El diseño actual de muchos sistemas de pensiones también contribuye a desvincular al individuo de su familia y a hacerlo dependiente del Estado. (3/5)
También en la atención en caso de pobreza o infortunio económico, que antes era función de familiares y amigos (y sigue siéndolo como vimos en la última crisis), se pretende que sea la intervención estatal quien nos proteja. (4/5)
Por esto en países como España hay varios millones de personas dependientes del Estado y no sólo reclaman su existencia, sino que éste sea cada vez más grande y ofrezca cada vez más cuantiosas prestaciones. Y al mismo tiempo se deteriora la institución familiar. (5/5) #PaleoLET
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Desde siempre la familia ha sido una fuente de lealtades y solidaridad entre seres humanos. Los seres humanos tienden a ser más leales a su familia que al Estado y a respetar sus valores más que los del propio Estado. (1/4)
Una vez debilitadas otras lealtades, como la que nos une a las regiones o localidades de procedencia, el proceso de construcción del Estado ha pasado a confrontar a instituciones como la familia, que le disputan su papel como sujeto de lealtad y obediencia. (2/4)
Una vez conseguida su regulación se pasa lentamente a usurpar funciones antes exclusivas de la familia. El primer paso será el de intentar controlar la educación formal, obligando a todos los niños a asistir a colegios y escuelas sometidos a normas y currículos estatales. (3/4)
La principal consecuencia de situaciones de ruptura de la estabilidad social, ya sea por causas naturales o por causas políticas, es la del incremento del poder del aparato estatal. (1/4)
En estas situaciones de desestructuración social los lazos orgánicos de la sociedad (familia, comunidad…) se ven seriamente dañados, y a los gobernantes les es más fácil regimentar las conductas de las personas al carecer de anclas sociales. (2/4)
Controles de precios, adulteración de la moneda, trabajos forzosos o imposiciones fiscales son mucho más fáciles de implementar en este tipo de situaciones que en condiciones ordinarias y, como es de suponer, los gobernantes aprovechan la oportunidad para instaurarlas. (3/4)
Reclaman una suerte de autoridad sanitaria “independiente” que decida sobre las medidas a adoptar. Pero parece que tal autoridad vive en los reinos de la alta teoría y que un buen día bajará de las alturas e ilustrará a los mortales sobre la praxis correcta. (1/6)
Lo digo porque no explicitan quiénes serán los elegidos para dictar los protocolos de acción ni qué especialidad o área de conocimiento liderará la toma de decisiones. Tampoco somos informados de cómo serán escogidos dentro de esa área los encargados de liderar el proceso. (2/6)
¿Serán escogidos a nivel mundial o cada país tendrá los suyos? Esta última solución no parece muy científica, dado que la ciencia no debería entender de barreras estatales y, por consiguiente, lo lógico sería establecer una única autoridad a nivel mundial. (3/6)
Resulta curioso observar cómo grupos enormes de personas son capaces de organizarse en anarquía para construir empresas y asociaciones de todo tipo, coordinadas a través de precios o reglas tácitas de conducta, (1/9)
y en cambio no serían capaces de organizarse para defender sus vidas o la de sus seres queridos. La Historia nos muestra que sí han sido capaces, bien a través de confederaciones para la guerra, como las naciones indias frente a la agresión del Estado norteamericano, (2/9)
o bien, por curioso que parezca, fragmentándose aún más para dificultar el control del territorio por el invasor (muchos indios, por ejemplo, se dividían en grupos más pequeños y formaban partidas de cimarrones o bandoleros para hostigar al enemigo). (3/9)
La crítica al impuesto es derivado de que nos obliga (si no, no sería impuesto) a pagar por algo que no queremos o necesitamos. El pan, los automóviles o los teléfonos móviles se venden sin necesidad de forzar a nadie. (1/4)
¿Por qué los servicios públicos necesitan forzar a las personas a pagar por ellos? Será porque no son atractivos, porque no son ofertados en la cantidad o calidad demandada, será porque mucha gente no los ve necesarios. (2/4)
El impuesto es criticado porque precisa de la fuerza para ser recaudado, y esto parece implicar que la gente realmente no los quiere tal y como están planteados y que éstos sólo responden a las preferencias del productor. (3/4)
Los principales economistas de la Escuela Austriaca de Economía expresan ideas o hacen afirmaciones que entran en flagrante contradicción con lo expresado en el resto de su obra. (1/4)
Llama mucho la atención, pues estos autores, tras hacer muchas veces esfuerzos monumentales por explicar o fundamentar teóricamente un argumento, incurren poco después en el fallo que tanto trabajo les llevó refutar. (2/4)
Vemos cómo Mises defiende el servicio militar obligatorio o se lía con el amor libre y la prostitución. A Hayek lo vemos defendiendo derechos a ingresos mínimos tras haberlos demolido teóricamente. (3/4)