Año 2011, diciembre. Estaba por celebrarse el CADE y el recién elegido Presidente Ollanta Humala estaba invitado a inaugurar el happening empresarial más importante del país.
Pocos días antes, explotaron las protestas en Cajamarca contra el proyecto Minas Conga (oro, plata y cobre… pero sobre todo oro) de Newmont Minning. Agua sí, oro no.
Las protestas en Cajamarca aumentaban en intensidad y violencia y Humala mandó a decirle a los empresarios que ya no iba a su CADE en Cusco.
De inmediato, la subeditora de la sección política de El Comercio se puso a escribir una nota para el Tema del Día del diario con el siguiente titular: "Humala desplanta a los empresarios reunidos en CADE".
Dicha nota debía ir firmada por dicha periodista, el practicante de la sección de política al que habían llevado a CADE para que se foguee y este servidor.
Le pedí a la subeditora que me esperara un ratito (siempre contra el tiempo) para preguntarle a los asistentes (empresarios o ejecutivos casi todos) si realmente se sentían desplantados.
De otro modo, ese titular estaría reflejando solo su particular punto de vista (eso fue lo que yo creí) y no estábamos haciendo un editorial ni una columna de opinión.
Recordemos que Humala estuvo lejos -muy lejos- de ser el favorito de El Comercio durante la campaña electoral y aquella posición -diremos- escéptica frente a Ollanta Humala se mantenía y estaba generalizada dentro del grupo El Comercio, sobre todo entre quienes cortaban el jamón.
Me di dos vueltas por la reunión y le pregunté a varios asistentes si se sentían ofendidos o desilusionados porque Humala no estuviera yendo a verlos.
Más de 10 (en CADE están todos juntos), me dijeron que les parecía muy bien que el Presidente se estuviera encargando de atender el problema en Cajamarca...
y que entendían perfectamente que prefiriera atender el tema Conga (y que esperaban que pudiera resolverlo a favor de la minería, por supuesto) en vez de ir a CADE Cusco. El entonces CEO del BCP llegó a decirme "yo me preocuparía más bien si lo veo aquí".
Volví al centro de operaciones de EC y le dije a la subeditora que no había encontrado ni un solo empresario de peso que respaldara o justificara ese titular. Me respondió que su jefe (que estaba en Lima) le había dicho que ese tenía que ser el titular.
Le respondí que no creía que el editor central de política quisiera mentir en la nota más importante del diario. Me miró con odio y llamó a su jefe. El practicante de política ya había dejado de escribir lo que le dictaba su jefa y estaba atento a lo que estaba pasando.
Le dije lo mismo a su jefe: aquí nadie piensa que la ausencia de Humala sea un desplante. Le devolví el teléfono a la subeditora, colgó y me dijo: "el titular se queda". Entonces mi nombre sale, respondí, yo no firmo esa nota, estos son mis apuntes, usen lo que les sirva.
El practicante, que estaba sentado de lado frente a la computadora, se dio la vuelta completa, se paró y le dijo a su jefa “yo tampoco voy a poner mi nombre". Era solo un recién ingresado practicante de Política y tenía apenas 24 o 25 años.
El nombre de ese practicante es Aurelio Arévalo Miro Quesada y hoy es el director de El Decano.
Me da mucho gusto por él, por el diario, por los periodistas que siguen allí y por nuestro país que necesita medios llevados por periodistas como ese practicante que se atrevió a decirle a su jefa y al jefe de su jefa que él no iba a firmar una nota que no reflejara la verdad.
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