Thread by @AliciaAlarcon

La relación de AMLO con los medios es simbiótica. No es una relación nueva, son años de amor/odio. Desde la nota de la toma de pozos (96), con la foto pactada del “rebelde” con sangre en la frente. “La cárcel es un honor cuando se lucha por la justicia” dijo a la prensa (Hilo)

AMLO supo rápido de que la forma de ser notorio era ir contra el establishment, aunque sus acciones no siempre iban con sus dichos. Y hacia el suficiente ruido para que fuera nota regular en los medios. Verse como los héroes de la patria, sin realmente rasparse ni el codo.

Procuró entonces subirse a temas que eran lo suficientemente estridentes como el Fobaproa, en su público debate con Fernández de Ceballos y posicionándose con esta estrategia mediática como el candidato “honesto, luchador e idealista” a la jefatura de gobierno por el PRD

En aquel debate, fue impecable al confrontarse con el Jefe Diego. Argumentó bien y no bajó nunca la guardia a pesar de que Fernández de Ceballos era muy articulado y rápido. Evidenció a la “mafia” (todavía no era la del poder) Sabía que se jugaba el escalón y el rating.

Solo que sus acciones públicas no siempre van con sus dichos. Aunque “escribió” un libro sobre el Fobaproa y sus legisladores votaron en contra, en cuanto la Ley del ahorro bancario fue aprobada, AMLO pasó a otro gran tema: su candidatura a jefe de gobierno.

AMLO sabe que un gran producto, no se debe vender a pie de calle. Solo debe parecer que si lo hace. No estaba en las marchas, no estaba en los plantones, a menos que fuera un escenario. Arriba de los demás como el elegido. Los suyos tomaban (y toman) la responsabilidad por el.

Desde 1996, AMLO sabe que necesita a los medios. La mañanera no empezó en este sexenio sino en su JGDF. Muchos al principio veíamos que estaba ocupándose de temas que nadie tocaba. Esos primeros meses de su gobierno, nos fuimos con la finta de la honestidad y transparencia.

Entonces cuando los medios empezaron también a reportar desvíos de dinero, el alza de la inseguridad, de los secuestros, conflictos de interés y proyectos elefante. Ahi, se volvieron sus enemigos públicamente, aunque tras el telón, la relación era de “pégame pero no me dejes”.

El error vigente todavía, fue poner apodos y a descalificar a quien fuera como la marcha blanca (la de pirrurris) o escándalos como el News Divine o Ponce (su secretario de finanzas adicto al juego) Todo era “complot” para afectarlo. Ante su irresponsabilidad, la misma narrativa.

El desafuero le puso el reflector. La opinión pública no estaba de acuerdo -a pesar de todo- porque lo que sucedería era hacerlo más popular. Y panistas (Gabriela Cuevas y Jorge Lara) lo entendieron y pagaron su fianza para no hacerlo “mártir”.

Es solo un ejemplo de cómo manipula desde entonces a los medios. AMLO había dicho que “desde la cárcel mantendría sus aspiraciones para la candidatura presidencial”. Así es como siempre aprovecha la coyuntura para lanzar su mensaje, y si no hay coyuntura importante, la inventa.

AMLO solo es un producto mediático que ha redituado por ser verosímil. Su sustancia fueron frases de propaganda efectivas pero ya agotadas. Su contexto político es de alianzas, no de lealtades. Son muchos los beneficios a sus leales: contratos, inmunidad y sobre todo, poder.

Por eso son las “benditas redes sociales”. Están enojados con Twitter porque Morena replica y necesita el método López, para vender la narrativa de que cualquiera que no los apoye, es un conspirador, ultra conservador, clasista, fascista, corrupto y/o privilegiado del ex sistema.

Algo está muy mal en un país en donde el gobierno privilegia la discusión de un tema menor como Twitter, en vez de hacer su trabajo en esta crisis. El presidente tiene todos los medios a su alcance y llenos y de propaganda. Tienen la estridencia presidencial de cualquier manera.

El gobierno no debe intervenir por más que AMLO grite. Debe favorecer (seguir) las reglas que ya existen. Como lo dijimos con Calderón y Peña, que intentaron lo mismo que irónicamente ahora Morena quiere, intervenir a conveniencia por interés partidista.