Thread by @cateterdoblej

Era el 15 de abril de 1824 y John MacIntire le dijo a su esposa que le dolía el pecho, se encontraba mareado, se sentía profundamente débil y tenía temblores.

Sus fuerzas solo le permitieron llegar hasta su cama, cama que sería su… lecho de muerte

#HistoriaMedicina #hilo 🧵⤵️

John los días anteriores no había tenía más que una mínima fiebre y un poco de debilidad, que él y su familia habían asociado a un proceso gripal típico de primavera... nada importante

La mujer de John pidió ayuda a los vecinos de las casas contiguas para que avisaran al médico cuanto antes.

No hace falta decir que ni móviles, ni nada parecido, estamos en Edimburgo, poco antes de la Época Victoriana

Antes de que el galeno llegará y estando junto a la cama la mujer y los hijos de John, se personó en la casa y en concreto en la habitación, una enfermera a la que había llegado la noticia y vivía en los alrededores.
Tras explorar al enfermo fue muy clara…

- Ha fallecido y no hay nada que hacer. Lo siento mucho.

Pese a la noticia, la familia no perdía la esperanza de que cuando llegara el médico les diera otras nuevas que frenaran los sollozos en los que estaban metidos

Nada más lejos de la realidad, un rato después, que se les hizo a todos eterno, apareció el médico y tras sacar de su maletín los instrumentos pertinentes y explorar a John, no pudo otra cosa que certificar su fallecimiento

Hasta aquí, dentro de la desgracia de la perdida de una persona, todo normal, pero...

resulta que John lo estaba viendo y oyendo todo: a la enfermera, al médico, a los vecinos presentes, a sus hijos y, por supuesto, también a su esposa

El padre de John que había acudido a la casa de la familia al enterarse de la desgraciada noticia, fue el encargado de cerrarle los párpados.

A John se le hizo la oscuridad, pero…

Lo oía todo y lo entendía todo, pero no podía moverse, por más que lo intentaba estaba totalmente paralizado. No era como en las narraciones de la gente que está como viendo su muerte desde fuera,...
Él era él, pero su cuerpo no respondía

John fue testigo en primera persona de su velatorio, que duró tres días, desde dentro de su ataúd sin poder mover ni un parpado.
Oía a sus amigos hablar de él en pasado mientras estaba misteriosamente paralizado pero consciente…

Por enterarse, fue totalmente consciente del responso religioso que hicieron en su honor en una capilla cercana a su casa a la que fue llevado en un coche fúnebre y también notó como amigos suyos llevaron su féretro a hombros hasta el cementerio donde fue sepultado

John notó el balanceo del ataúd cuando fue bajado con cuerdas a su tumba y notó hasta caer los palazos de arena sobre la caja que previamente había sido sellada.

Había sido enterrado vivo mientras estaba en trance

No era ni la primera, ni la última persona que había sido enterrada viva en la época. Evidentemente, ni los medios, ni los cocimientos de entonces eran como los actuales.
De hecho, la tafofobia* era algo relativamente común en el siglo XVIII y primera mitad del XIX

Por ejemplo, es conocido que, en su lecho de muerte, George Washington (1732-1799), “obligó” a sus allegados a que se comprometieran a no enterrarlo hasta pasados tres días por si no estaba realmente muerto

*La tafofobia (tafefobia o tafiofobia) es el miedo a ser enterrado vivo como consecuencia de haber sido diagnosticado muerto erróneamente. Realmente "tafofobia" es una palabra de origen griego que se interpretaría algo así como "temor a las tumbas”

Los aficionados a la literatura gótica, recordareis de Edgar Allan Poe (1809-1849) sobre esto “El entierro prematuro”, “La caída de la casa Usher” y “El tonel de amontillado”.
Si no habéis leído a Poe, os lo recomiendo encarecidamente 🔝

Pero volvamos a la historia de John…

John estaba vivo, pero también convencido que su tumba era su final,... y nunca mejor dicho, ya que no había manera de moverse o pedir ayuda.

De repente, el silencio cesó y empezó a oír ruidos y movimientos junto a él…

John pensó que los gusanos y los reptiles se acercaban y que lo iban a devorar como a cualquier otro cadáver.

El sonido era cada vez más fuerte y cercano y el temor de John era ya pánico…

De subito, John notó como subía de nuevo el ataúd balanceándose y como era depositado en el suelo y abrían la caja. Lo primero que pensó: “¡qué alegría! ¡serán mis amigos y familiares que se han dado cuenta de lo ocurrido!”

Pero los rostros de los dos hombres que vio no le sonaban de nada. Tampoco podía decirles nada porque seguía inmóvil. Lo siguiente fue, que extrajeron su cuerpo del ataúd, lo metieron en un saco y fue trasladado no sabe dónde...

Lo habían llevado a un lugar que desconocía, lo habían colocado sobre una mesa y le había despojado de su mortaja.

Escuchaba hablar y de repente noto un fuerte pinchazo en el pecho y un crujido…

En ese momento, John pudo emitir un grito de dolor… un grito que esta vez sí salió de su cuerpo.
Además, pudo abrir los ojos, esos que con tanto cariño le había cerrado su padre en su lecho de muerte

John sabía perfectamente que se encontraba en un anfiteatro quirúrgico de alguna facultad de medicina o escuela de anatomía. No solo por los médicos que ahora veía a su alrededor y las cabecitas de los estudiantes presentes en las gradas…

También porque antes de la incisión de bisturí “que le había despertado” estaba oyendo como determinados médicos daban una clase magistral de anatomía a los estudiantes que se encontraban en las gradas, a los que minutos antes había oído entrar en medio de un gran bullicio

Los médicos que dirigían la formación, visto el cuadro... se pusieron manos a la obra a reanimar a John y al cabo de una hora, este ya se encontraba perfectamente, tapado con una manta y sentado en una silla junto a la mesa de disecciones

John había sido enterrado y desenterrado el mismo día, y los autores de la profanación eran ladrones de cadáveres “resurreccionistas".  Estos desalmados habían realizado a la perfección su cometido de sacar el cadáver antes que los efectos de la descomposición afectaran

John tuvo la suerte de que había sido enterrado en una fosa sin protección, ni de "mortsafe", ni de ningún otro tipo de mecanismo común en la época.
Recuerdo mi #hilo 🧵sobre el tema ⤵️

https://twitter.com/cateterdoblej/status/967002439365943296

La eficiencia de los resurreccionistas, pagados por algún cirujano/médico/profesor de la facultad/escuela en cuestión, para que le consiguieran cadáveres ante la escasez de los mismos, había salvado la vida a John.

Vaya paradoja...

Desconocemos si estos ladrones de cuerpos eran de los que se limitaban a obtenerlos de los camposantos o también realizaban otras atrocidades como los archiconocidos Burke y Hare.
Recuerdo también mi hilo 🧵 sobre ellos ⤵️

https://twitter.com/cateterdoblej/status/967433511035658241

Tras la aprobación de la disección por Jacobo IV (1473-1513), esta había ido evolucionando paulatinamente y en el momento de nuestra historia, se permitía diseccionar a criminales ajusticiados, suicidas, niños abandonados y gente que muriera en la calle o de forma violenta

Pero el número de cuerpos que cumplían lo anterior era insuficiente para cubrir la demanda de las facultades de medicina, de anatomía y los círculos de barberos-cirujanos que necesitaban formar, formarse o practicar.

Ante la demanda de "producto"...

Por un cuerpo "fresco" como el de John, se podían pagar hasta 10 libras a los "sack'-em up" o "resurrection men". Cifra que era comparable al salario de varios meses de un trabajo bueno... Con unos pocos servicios, los ladrones de cadáveres se convertían en potentados

Además, el cuerpo de John era de los más buscados y mejor pagados por ser de varón, ya que se valoraba el género por el hecho de tener una musculatura más apropiada para el estudio anatómico. El premio gordo eran los cuerpos de embarazadas...
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https://twitter.com/cateterdoblej/status/1271452651461509120

Otro tema es que, pese a que el robo de cadáveres estaba penado, había un triángulo de complicidad (económica) entre médicos demandantes, resurreccionastas autores y policías, autoridades y jueces cómplices sobornados también por los primeros

El principio del fin de los resurreccionistas llegó en 1829 con un proyecto de ley que trató de evitar la exhumación ilegal y que regulaba las escuelas de anatomía. Este desembocó en la Anatomy Act de 1832, fin definitivo de los ladrones de cadáveres y su lucrativo negocio

La historia de John MacIntire que sería digna de un relato de Charles Dickens, Mary Shelley, Robert Wise o Edgar Allan Poe ocurrió realmente...

Es una historia especial porque se unen dos hechos no tan raros en la época:
➡️ el enterrar vivo y
➡️ el resurreccionismo.

La narración de esta, ha llegado hasta nuestros días de la boca y pluma del propio John MacIntire, que la dejó para la posteridad

Él mismo dijo literalmente que cuando el bisturí partió su pecho "[...]el hielo de la muerte se rompió y mi trance terminó [...]"

El relato de John lo recopilaron en el libro "Uncle John's Perpetually Pleasing Bathroom Reader (Uncle John's Bathroom Reader Annual)" en su 26ª edición

De todas maneras, el contenido proviene del libro "The Diary of A
Resurrectionist" ("Diario de un resurreccionista") publicado en 1896 por James Blake Bailey, bibliotecario del Royal College of Surgeons

El libro narra las andanzas de un grupo de resurreccionistas entre 1811 y 1812 y obtiene su argumento de un diario que encontró James Blake Bailey y que había sido escrito por el exsepulturero convertido en ladrón de cadáveres "N" (Jack Naples)

Las imágenes del hilo son alegóricas y para ambientarlo, porque, evidentemente, no las hay del caso real

El libro, si os interesa el tema... es espectacular y ha sido traducido al castellano en varias ocasiones.
Os paso aquí una de las primeras ediciones (en inglés) que es de libre distribución 📕⤵️
archive.org/details/diaryo…

Pese a lo macabro y gore del asunto, espero que la historia de John y el tema en general os haya resultado entretenido e interesante #gracias 🙏