Thread by @hectoralexx

Mario Delgado abre las puertas a varios oportunistas a Morena.

Aquí se explica cómo esa "estrategia" fue parte de lo que destruyó al PRD.

Mario Delgado debe rectificar ya.

(Hilo)

Uno de los afluentes de Morena -aunque no el único, ni el más importante en su fundación- proviene de la disidencia perredista de 2008.

El PRD es un partido que se echó a perder en parte debido a conductas que hoy Morena está reproduciendo en su interior.

Los números son claros: hasta antes de 2008 los mejores resultados electorales en la historia del PRD se dieron en 1996-1999 (cuando quitó mayoría al PRI en San Lázaro y ganó gubernaturas por vez primera en la historia) y en 2006, con la candidatura presidencial de AMLO.

En ambos casos la estrategia ganadora del partido fue clara: el PRD avanzó porque contaba con una socialización política relativamente fuerte -con las "brigadas del sol" y el activismo contra el Fobaproa- y porque su apertura a disidentes de otros partidos era excepcional.

Si bien aceptaba expriístas como candidatos, lo hacía en zonas específicas donde el partido era débil y no solía rebasar el 5% de la votación.

Pero en lugares donde el partido era competitivo, priorizaba a sus militantes históricos. Ejemplo: Cárdenas en el DF en 1997.

Parte de esa inercia más o menos congruente fue la que hizo que el PRD creciera. Posteriormente el gobierno de AMLO en el DF rompió el esquema, y la fuerza del tabasqueño por sí mismo le dio al partido sus mejores resultados en la historia en 2006, independientemente del fraude.

La debacle comenzó inmediatamente después. La fracción de Nueva Izquierda -una horda de perdedores profesionales que por azar y fortuna se habían enquistado en la burocracia del partido- empezó a ganar terreno en el partido mediante trampas.

La trampa principal de esa hora de perdedores era la hipocresía: mientras en sus resolutivos institucionales de 2006 y 2007 el PRD asumía que la elección de 2006 era fraudulenta y rechazaba cualquier alianza electoral con el PAN o el PRI, en los hechos su conducta era contraria.

Ejemplo: la mayoría del PRD y la totalidad del movimiento político encabezado por AMLO (mucho mayor en números que el propio PRD), se opusieron a la privatización energética en 2008. Mientras, los perredistas de Nueva Izquierda apostaba por "negociar" esa reforma con el PAN.

La elección interna del PRD en 2008 fue un fraude escandaloso. La militancia votó por Alejandro Encinas. Los resultados favorecieron a Encinas. Las instancias internas del partido dieron el triunfo a Encinas... Pero el TEPJF intervino y sin razón le dio el triunfo a Jesús Ortega.

Ahí todo se degradó por completo. Una vez que se impuso como dirigente espurio del PRD, lo primero que hizo el perdedor profesional Jesús Ortega fue maniobrar para eliminar los resolutivos del PRD de 2006 y 2007, relativos a no hacer alianzas con el PRI y con el PAN.

En un acto de inmundicia y desmemoria, Jesús Ortega hizo todo para, en 2009, aminorar la principal fuerza del PRD, que radicaba en el movimiento liderado por AMLO.

Se dedicó a menospreciar esa movilización y a imponer a sus mediocres allegados como candidatos.

De ahí que en 2009 el movimiento liderado por AMLO tuvo mayor cercanía con el PT... partido que obviamente debido a ello obtuvo sus mejores resultados en la historia en esa elección.

Era claro que la gente votaba por el movimiento liderado por AMLO, no por el PRD en sí mismo.

Tan obvio era eso, que los perdedores profesionales de Nueva Izquierda, si bien hacían todo para bloquear la fuerza de AMLO al interior del partido, al exterior se vendían como "obradoristas". Aparte de oportunistas, hipócritas.

Un caso miserable lo hicieron en Iztapalapa, donde en 2009 los chuchos actuaron contra los militantes afines al obradorismo.

Y aun así, se promovían usando la imagen de AMLO y a su planilla de candidatos, la número tres, con la consigna: "Si estás con Andrés vota por la tres".

Después de 2009, la labor de Ortega fue destruir los resolutivos perredistas de sus congresos de 2006 y 2007.

Su intención era crear nuevos resolutivos que permitieran alianzas con el PAN de cara a las contiendas electorales de gubernaturas en 2010.

La horda del perdedor profesional Ortega logró su cometido. De ahí, bajo el pretexto de "evitar el triunfo del PRI", el PRD hizo alianza electoral con su verdugo defraudador de 2006, el PAN.

Y entre los dos, para "evitar regreso del PRI" postularon... ¡a ex priistas!

Así, el PRD "se abrió" de manera generalizada a aceptar excretas del PRI en alianza con el PAN, y en 2010 postularon como aspirantes a los ex tricolores Mario López Valdez, Rosas Aispuro, Moreno Valle y, más tarde, al hamponazo verdugo de perredistas veracruzanos: Yunes Linares.

En 2012, de nuevo el oportunismo ramplón de los perdedores profesionales de Nueva Izquierda, a sabiendas de la fuerza electoral de AMLO, hicieron una tregua con él y "permitieron" su candidatura por el PRD.

Y sin ningún mérito acapararon las candidaturas legislativas.

Fue revelador que, por ejemplo, mientras el grueso de las simpatías y posibles votos a favor del PRD provenían de la fuerza de AMLO, de todos modos en los primeros lugares en su lista plurinominal aparecían puros chuchos, incluidos familiares de Jesús Ortega.

De 2008 hacia acá, la horda de perdedores profesionales del PRD abrieron de manera generalizada, al partido para postular no sólo a priistas o panistas, sino también a impresentables.

Los candidatos oportunistas del partido ya no fueron excepción, sino regla.

En el caso de Morena hoy resulta incomprensible que esta lección histórica reciente se haya olvidado tan pronto.

Hoy Morena es un partido que, sin importar candidatos, tiene las simpatías populares a su favor, debido a la fuerza del presidente.

Es el momento ideal para que el partido aproveche ese influjo y postule en sus filas a sus militantes históricos, a fundadores, a personajes congruentes que llevan años trabajando a ras de suelo en el partido, para así profundizar la agenda del proyecto de Morena.

Lo que está haciendo Mario Delgado, de "abrir las puertas" a otros candidatos sería entendible si el partido tuviera el nivel de simpatías del PES, del PVEM u otros partidillos al borde de la extinción, urgidos de obtener votos a como dé lugar para salvar el registro.

¿No es obvio que esas son las verdaderas razones de por qué el PAN, MC o el PES están postulando a faranduleros?

Como saben que su intención de voto es baja, la quieren aumentar como sea. Apuestan a un voto desideologizado y hueco.

Es absolutamente inaceptable que Morena abra las puertas a personas que hace apenas unos meses eran afines a Ricardo Anaya.

Es inaceptable que Morena acepte a personas que hasta hace poco elogiaban al fascismo de Frenaaa.

Lo que está pasando en San Luis es grotesco. No sólo es incongruente sino que atenta a la memoria del propio partido.

En 2012, un fuerte influjo fundante de Morena provino del activismo sanluisino contra la minera San Xavier.

Esa inercia se replicó en muchos lugares, donde diversas movilizaciones ecologistas se acercaron a Morena para exponer sus preocupaciones y denuncias.

Traicionando eso, hoy Delgado impone a ex funcionarias priistas como Mónica Rangel, cómplices de la depredación en el estado.

Ni qué decir de la aceptación de impresentables como el perredista de Venustiano Carranza, Julio César Moreno; o faranduleros como Enrique Garay, quien en 2007 se burlaba en TV Azteca, durante la Copa América de ese año, de los Gobiernos progresistas de América Latina.

El partido tiene la mesa puesta debido a que, merecida o inmerecidamente, tiene una intención de voto amplia, sin importar quiénes sean sus candidatos.

Es el momento de que el partido postule a sus mejores cuadros y no justifique "apertura" alegando pocas posibilidades de ganar.

Esos oportunistas recién conversos, hoy alegan también ser "obradoristas". Del mismo modo que lo hicieron los perdedores profesionales de Nueva Izquierda mucho tiempo.

No, no son obradoristas ni nada: son caballos de troya y Lilis Téllez en potencia.

Mario Delgado parece querer tornarse en el nuevo Jesús Ortega de Morena, pues en un momento donde el partido goza de una preeminencia histórica, parece quererlo frenar en vez de mantener.

Delgado debería asomarse a ver dónde está ahorita el PRD, al borde de la desaparición.

Y debería asomarse a ver dónde están Jesús Ortega, Zambrano y demás, cubiertos de oprobio y en el basurero de la historia.

A menos que quiera terminar ahí, la rectificación es urgente.