Hace poco subimos una foto en nuestra cuenta de Instagram de una pileta en la vereda, y como era de esperarse muchos de los comentarios tuvieron un claro énfasis reaccionario:
Eh mirá los gronchos.
Que desubicados.
Cosa de negrxs.
Están apropiandose de la vía pública.
Está mal.
De cuarta.
Desubicados
Y siendo que hace mil grados de calor , es un buen momento para pensar y repensar sobre las reacciones que generan estás prácticas ligadas al goce, la apropiación y resignificación del espacio público, lo comunitario,lo publico y lo privado, accesibilidad y problemas de vivienda.
Hola a raíz de los acontecimientos recientes queremos invitarlos a un safari fantástico por el apasionante mundo del prejuicio y la violencia simbólica.
Un prejuicio es una herramienta cultural que sirve para justificar relaciones de desigualdad y dominación, y los privilegios que ellas conllevan.
A lo largo de la historia podemos encontrar estos mecanismos en nociones como:
Las mujeres son menos inteligentes que los hombres por eso deben estar en la cocina.
Los indios no tienen alma y por eso hay que esclavizarlos
Los negros son brutos y por eso hay que esclavizarlos
¿Sabías que en medio de zona sur hay enclaustrado un cementerio abandonado, en el que no transcurren historias de fenómenos paranormales sino una de explotación sexual y crimen organizado?
Sale hilo.
Queda en Avellaneda y es conocido como “El cementerio de los impuros” o “Cementerio de rufianes y prostitutas”. ¿por que es conocido de esa manera? Para develar este misterio tenemos que hacer un pequeño viaje al pasado. Más precisamente hacía el principio del siglo XX
Avellaneda en esa época se llamaba Barracas al Sud, porque todavía no había gente suficientemente importante como para ponerle nombre a los partidos, ciudades y calles. Así que todo tenía un tiente más bien descriptivo.
Residencia de lujo, cabecera de un proyecto turístico, hogar del gobernador, colonia de vacaciones para niños huérfanos y uno de los abandonos más impresionantes del país, todo eso es el Palacio Piria.
La historia del Palacio Piria comienza en la segunda mitad del siglo XIX. El millonario Catalán Luis Castells y Sibila, dueño de todo aquello a lo que hoy en día le decimos Villa Elisa, comienza a construirlo pero se suicida antes del final de obra.
El que sí lo termina es su hijo, Luis Castells Uriburu. Yerno de Julio Argentino Roca (sí, el de los billetes. En ese nivel de aristocracia andamos). La cosa es que para mediados de los 20' don Castells estaba tapado en deudas y no le queda otra que vender su palacete.