Les voy a contar una breve historia de una pendejada que me hace muy feliz y de la cual estoy muy orgulloso.
Abro hilo.
Cuando yo tenía 20 años (o sea, allá por 1912), me fuí con mi mejor amigo a vivir a Canadá en un viaje totalmente improvisado que salió de la nada y que fue una de las cosas más divertidas de mi vida.
No recuerdo si ya conté cómo estuvo, pero si no, algún día lo contaré.
Después de que mis papás me fueran a dejar al aeropuerto con sus ya tradicionales consejos de "no hagas pendejadas" que ignoré como a partir de los 5 minutos de que se me fue advertido, me subí al avión y prendí mi iPod.
Hago el hincapié de que era un iPod porque como les dije, estábamos en 1912 y todavía no se inventaban los teléfonos con música, como acostumbra ahora la chaviza.
En esos tiempos, teníamos que caminar 20 km en la nieve sólo para prender nuestros iPod.
Después de como los 47 minutos que le tomaba a esa chingadera prender, conecté mis audífonos y me dispuse a escuchar música hasta quedarme dormido.
EL PEDO... (me gusta decir "el pedo" más fuerte que el resto de la frase cuando existe algún pedo)
EL PEDO es que mis audífonos eran esos que venían con los primeros iPods y que seguro algunos de ustedes que ya son población de riesgo recordarán mientras leen esto en la fila para recibir la vacuna.
Si no saben a qué me refiero: esos audífonos eran una MIERDA. Tenían la misma calidad de audio que el ano de Rommel Pacheco después de ir por un pozole a Tony's House.
Además, el cabecito que traían era delgado como pene de Adame, y se rompía más fácil que el ego de Adame.
Como consecuencia de la necesidad de Apple de ahorrarse 2 centavos, esos audífonos de pronto dejaban de servir. Así, de la nada.
Justo eso pasó cuando quise escucharlos en el avión: uno de los audífonos ya había chafeado y me di cuenta al principio de mi vuelo.
Menté madres en voz alta (y una aeromoza fue muy amablemente a pedirme que no mentara madres en voz alta, que no mamara) y pasé el resto de las 5 horas de vuelo escuchando el BZZZZZZZZZZZZ del motor del avión.
Fun times.
En algún momento de esos 300 interminables minutos, me juré a mi mismo que lo primero que haría llegando a Canadá sería comprarme unos audífonos buenos, porque la vida sin música es como un día cualquiera para un sordo (que, en su defensa, nunca han tenido que escuchar a Panda)
Llegué al Aeropuerto John Pearson Hancock (nombre que pude o no haberme inventado en este momento por hueva de googlear el nombre real del aeropuerto) y en vez de buscar audífonos fuí a orinar, porque me estaba orinando y en esta vida hay prioridades.
Después de las sacudidas reglamentarias, salí por mis maletas y olvidé momentáneamente lo de mis audífonos por miedo a no saber qué camión primermundista tenía que tomar.
Me equivoqué de camión primermundista, por cierto.
Un par de transbordos carísimos después, ya iba camino a casa de mi mejor amigo.
Relajado, saqué mi iPod y lo prendí, sólo para recordar que soy un imbécil y había olvidado mi one job.
Menté madres en voz alta, y esta vez ninguna aeromoza me detuvo, pero un hindú me vió feo.
No puedo asegurar que me haya visto feo realmente o simplemente sea la mirada hindú por default. Algún día pienso ir a Nueva Delhi a insultar a algunas personas sí y a otras no (como grupo de control) para comprobarlo.
El punto es que me prometí que antes de que acabara el día me iba a comprar unos audífonos buenos.
No quiero aburrirlos con la historia de cómo llegué a casa de mi amigo, pero involucra una maleta rota a media calle y un homeless robándome una camiseta.
Una vez en casa de mi amigo, le conté el pedo y me dijo "No te preocupes, aquí cerca hay una tienda que vende audífonos, deja tus cosas y vamos"
Poco me imaginaba yo que el hijo de puta me estaba llevando a un dollar store.
Un dollar store, en caso de que no sepa, querido lector, es como un Waldo's pero más pinche, porque todo cuesta un puto dólar.
Es decir, del 1 al 10, la calidad de los productos que ahí se venden caen en un sólido "sopa Maruchan"
Sí, técnicamente vendían audífonos; pero pues eran audífonos de un dolar, de esos que en comparación hacen que el ano de Rommel Pacheco después de ir a Tony's House parezca una orquesta sinfónica.
Y lo peor es que mi amigo estaba muy orgulloso, como si lo hubiera hecho bien.
Me compré los cochinos audífonos de un dólar porque pues era lo que había, y me arrepentí en cuanto los usé. Creo que mis oídos siguen teniendo sífilis nomás de haberlos usado 30 segundos allá en 1912.
Fue en ese momento donde, enojado, decidí que al otro día íbamos a ir a un mall a buscar una puta tienda decente para comprar unos audífonos buenos.
Lo convertí en una vendetta personal de mí contra... alguien inexistente.
Me estoy alargando mucho (a diferencia del pene de Adame), iré directamente a la parte en la que ya estaba en el mall.
Recuérdenme otro día contarles más historias de las cosas que pasaron en Canadá, como cuando terminé trabajando de pintor de casas porque necesitaba dinero.
Ya en el mall, busqué una tienda decente y encontré una Sony Store, a donde entré decidido a comprar UNOS CHINGADOS AUDÍFONOS BUENOS.
Me puse a ver los que había, sin saber nada, porque pues meco de 20 años, cuando de pronto escuché "Can I help you?"
Volteo, y veo que el empleado que me atendía era un negr--- una persona afrodescendiente de como 2.10 de estatura y 2.10 de anchura.
Balbucée un poco y le expliqué que estaba buscando unos buenos audífonos.
"Mexico, right?" me dijo, burlándose de mi acento. Le iba a decir "Africa, right?" pero mi instinto de supervivencia me lo impidió, porque si no habría muerto ahí y jamás habría podido ver el pene de Jorge Ortiz de Pinedo y de Beto Cuevas en ocasiones no consecutivas.
El amable empleado del tamaño de un refrigerador me llevó a un aparador y sacó unos audífonos que, la verdad, se veían bastante bonitos.
Alegremente le dije que me los llevaba y me escoltó a la caja, donde se me informó que costaban 400 dólares.
Ahora, en esos tiempos, unos audífonos de 400 dólares estaban como... 385 dólares encima de mi presupuesto, y yo creo que Don Refri lo vio en mi cara, porque se burló y me dijo "¿No dijiste que querías unos buenos?"
Le dije que nomás tenía como 15 dólares y me vendió unos de 50, porque no encontré la manera de decirle que no a una persona que me triplicaba en altura y cuyo bicep era del grosor de mi torso.
Salí de la tienda habíendome gastado todo el dinero que tenía para vivir 2 semanas, y el hijo de la chingada todavía me dijo "Gracias, regresa cuando te alcance para unos audífonos -buenos-" y se rió con la risa de alguien que podía tronarme como rama y empalarme como brocheta.
En ese momento algo se rompió en mí, porque a pesar de tener los mejores audífonos que había tenido en toda mi vida -so far-, me sentí entre humillado y enojado.
Ni siquiera pude disfrutar mis chingados audífonos, porque cada que me los ponía, escuchaba "not good enough"
Ahí, afuera de la Sony Store, me hice una promesa: algún día, no sabía cuando, iba a tener unos audífonos -realmente- buenos.
Pasaron los años, y nunca olvidé esa promesa, porque parte de ser adulto es gastar mucho tiempo y dinero en llenar los huecos de las cosas que nunca pudiste tener y que siempre quisiste cuando eras niño.
Y eso nos lleva hasta hoy; donde hace 10 minutos (más el tiempo que pasé escribiendo este hilo) me compré unos Airpods Max, los audífonos más caros -by far- que me he comprado hasta ahora.
¿Los necesitaba? No
¿Valen lo que cuestan? Probablemente no
¿AMLO merece ser presidente? FUCK NO.
Pero me hacen muy feliz, porque siento que por fin cumplí la promesa que me hice a mí mismo en 1912 y la cual llevaba cargando desde hace 98 años.
Ahora nada más me falta regresar a Canadá, buscar a Don Refri y decirle "¿Te acuerdas de mí?" y posiblemente sentirme decepcionado cuando me diga que no; pero de todos modos mostrarle mis audífonos y decirle "Have a nice day" porque no me atrevo a insultarlo. Mide 2.10, no mamen.
Y ésa es la historia de cómo por fin siento paz mental acerca de un tema que ni siquiera sabía que me afectaba hasta el día de hoy, pero en cuanto compré los nuevos, recordé con todo lujo de detalles, como si hubiera sido un trauma primermundista reprimido.
No se pierdan mi siguiente hilo, en el que compraré un pene en Amazon y de pronto recordaré las veces que les vi el chile a Jorge Ortiz de Pinedo y a Beto Cuevas en dos ocasiones no consecutivas.
¡Llegaron!
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Un fav y cuento la historia de la vez que terminé llorando en mi trabajo por la razón más estúpida.
NOSEDIGAMÁS
No estoy seguro de si ya conté esta historia, así que la voy a contar otra vez. Si ya la escucharon, finjan como que no, así como cuando les regalaban calcetines en navidad y tenían que fingir que era un buen regalo para que la abuela no se enojara y los sacara del testamento.
Un fav y cuento de la vez que accidentalmente destruí un camión de ETN-Turistar.
NOSEDIGAMÁS
El año era 2015.
Estaba hecho un manojo de nervios por haberme cambiado a un nuevo trabajo del cual no tenía ni la menor idea, a pesar de que en la entrevista había jurado que tenía muchísima idea, porque la paga y las prestaciones eran buenas.
Un fav y cuento la historia de cuando le vi el pene a Jorge Ortiz de Pinedo y a Beto Cuevas en dos oc---
No, ¿saben qué? Hace tiempo hice una votación para que escogieran entre el hilo de Italia y el de Irlanda.
Un fav y cuento el de Irlanda, porque ya conté el de Italia.
NOSEDIGAMÁS
Esta historia se lleva a cabo en Dublín, más o menos a la mitad de mi viaje mochilero.
Para estas alturas ya llevaba un par de meses durmiendo en hostales rodeado de gente rara y mi cruda diaria ya se había convertido en un meta-estado etílico en donde siempre apestaba a alcohol.
Un fav y cuento de cuando le vi el pene a Jorge Ortiz de Pinedo y a Beto Cuevas en 2 ocasiones no consecu--- nah, mejor ese luego.
Un fav y cuando la historia de LA PEOR PEDA DE MI VIDA.
NOSEDIGAMÁS
Mi historia comienza en mil novecientos tijiri dos. Teníamos que decir tijiri porque ese kaiser nos robó la palabra veinte.
Yo iba en quinto de prepa y acababa de conocer a Femilio y a Abo, personajes importantes de otros hilos de irresponsabilidad que ya han sido publicados.
Un fav y cuento la historia de cuando me engañaron para llevarme a la peregrinación de Cristo Rey contra mi voluntad.
NOSEDIGAMÁS
Esta historia, para no perder la costumbre, se llevó a cabo hace años, y una de las protagonistas (además de mí, que por alguna razón aparezco en todas mis historias) fue una ex novia de la que ya he escrito varios hilos antes.
Acabo de tener una gran idea. Abro hilo.
Me voy a comprar el coche que siempre quise. Un convertible súper mamón, con todo lo más chingón en tecnología.
Obviamente no es barato, pero siento que lo vale porque pues quiera o no, tengo que transportarme para hacer mi trabajo.
También, obviamente, cuando mi morra se entere de que me gasté mucho dinero en un coche nuevo, se va a emputar porque no la consulté antes, y porque seguro me va a decir que necesitamos el dinero para otras cosas más urgentes.
Aquí es donde entra mi gran idea.
Cuando me reclame, le voy a decir "No mames, sí, tienes razón, no lo había pensado así pero evidentemente tú estás bien y yo estoy mal", lo cual la va a poner muy feliz porque todas las mujeres aman escuchar eso.
"Pero no te preocupes, tengo un plan", le voy a decir después.