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Ok then.

Un fav y cuento de cuando le vi el pene a Jorge Ortiz de Pinedo y a Beto Cuevas en 2 ocasiones no consecu--- nah, mejor ese luego.

Un fav y cuando la historia de LA PEOR PEDA DE MI VIDA.
NOSEDIGAMÁS
Mi historia comienza en mil novecientos tijiri dos. Teníamos que decir tijiri porque ese kaiser nos robó la palabra veinte.
Yo iba en quinto de prepa y acababa de conocer a Femilio y a Abo, personajes importantes de otros hilos de irresponsabilidad que ya han sido publicados.
Como algunos saben, yo fuí a escuela marista durante 12 años, lo cual significa que por 12 años tuve que fingir como que la religión me importaba, porque los muy culeros TE CALIFICABAN LA RELIGIÓN EN LA BOLETA y yo tenía beca por pobre, así que pues gloria a Dios en las alturas.
Una de las cosas que tenías que hacer cuando vives fingiendo que te sabes el angelus completo, es tener que ir a una pinche peregrinación que arma la escuela cada año. Era horrible. Tenías que caminar y rezar, dos de las cosas que más odio hacer en la vida.
Cuando nos llegó la circular de convocatoria a elevar nuestras voces al cielo en nombre de María, yo empecé a mentar madres porque pues qué hueva, cuando de repente Femilio me dijo "Nel, se va a poner chido, valedor" (porque Femilio era bien naquito y hablaba así)
"No mames, claro que no, o sea, es caminar y rezar, dos de las cosas que más odio hacer en la vida", le dije a Femilio.
"Nel, porque pues la peregrinación dura toda la noche", me contestó.

Claramente yo no entendí lo maravilloso de esto porque era puro e inocente.
(Esta historia no es de sexo gay entre Femilio y yo, porque acabo de leer lo que puse y me dí cuenta de que parecía que hacia allá iba. Perdón por decepcionar a mi público amante de la literótica)
"Pues que vamos a estar afuera toda la noche, entonces podemos ponernos HASTA LA MADRE y tener tiempo de que se nos baje antes de volver a casa", me explicó Femilio ante mi cara de estupidez (o sea, la normal)
Y así de simple el plan estaba hecho:
Saldríamos de la escuela, iríamos a casa de un amigo que se llamaba Scooby (estoy casi seguro de que no se LLAMABA Scooby, though), nos pondríamos hasta el dedo, iríamos a peregrinar y regresaríamos a casa sobrios e iluminados por María.
Llegó el día.
Mi papá amablemente fue a la escuela a pasar por mi mochila y mis cosas para que no tuviera que estarlas cargando, porque él es mejor padre de lo que yo soy hijo.
Viendo la sed de la mala en mi mirada, se resignó y me dijo:
"A ver, yo también fuí joven. Sé que probablemente vas a embriagarte antes de la peregrinación"
¡¿YOOOOO?! PERO CÓMO TE ATREVES, PAPÁ, OBVIAMENTE N---
"No me interrumpas, sé que van a tomar, sólo no quiero que tomen alguna porquería como mezcal de 15 pesos"
Verdaderamente mi papá es mejor persona que yo.
Sacó un billete de 200 (lo cual para mí era un chingo porque pues tenía beca de pobre) y me lo dió, repitiéndome que NO QUERÍA QUE TOMÁRAMOS MEZCAL DE 15 PESOS, que mejor me comprara algo decente para no quedarme ciego.
Se llevó mis cosas de la escuela y se fue.
Yo regresé triunfante con mis amigos diciéndoles que teníamos 200 pesos para comprar un chingo de mezcal de 15 pesos.
Llegamos a casa de Scooby (y ahora me siento culpable por nunca haberle preguntado su nombre real), no sin antes pasar al Oxxo a comprar 6 garrafas de mezcal "El molino" y mezcladores en forma de sobres de Clight y Coca de vainiilla (which was a thing back then)
Éramos como 8 personas, y estábamos dispuestos a ponernos una peda de terror. Pero de terror chingón, onda Guillermo del Toro; no terror del culero, como Viernes 13 parte 46.
Empezamos a beber en la sala de Scooby, hasta que salió la señora de la limpieza y nos corrió a la verga porque ella tendría que limpiar si hacíamos un desmadre.
Continuamos bebiendo en la azotea de Scooby porque tal vez éramos adolescentes borrachos, pero nunca quitters.
Sin embargo, al tener como 16 años, obviamente aún no teníamos la experiencia de vida para saber que un buen mezcal de 15 pesos se disfruta mejor tirándolo a la basura; así que nos lo tomamos en fondos. "De Hidalgo", diría la chaviza.
Debo agregar, además, que ésta era una de mis primeras borracheras, así que no conocía mis propios límites, no como ahora que sé que con 2 chelas ya me va a dar cruda.
Me tomé como 4 vasos de mezclight en menos de 5 minutos, y como no se me subía -aún-, quise llevarlo más lejos.
Vacié la mitad de una botella de Coca de vainilla y la rellené con puro mezcal. Esa madre era una bomba, y hasta el día de hoy es la cosa que más asco me da en el planeta.
Me la tomé de fondo, celebrando que no se me subía porque era un Dios inmune al alcohol.
Aquí es cuando mis recuerdos se empiezan a volver un poco borrosos; así que todo lo que escribo a continuación ha sido recopilado de lo que me contaron mis amigos, mi familia, la señora de limpieza y los transeúntes.
Cuenta la leyenda que todavía pasé como veinte minutos tomando más fondos y brindando por cosas pendejas como "Salud porque regresen los Snorkels a canal cinco", lo cual, en perspectiva, es un gran brindis, y uno que usaré en mis futuras reuniones sociales.
Inclusive hay algunas fotos mías, teniendo que ser detenido por Abo pero todavía sonriendo, con la mirada vidriosa y llena de sueños, como sólo alguien que no sabía que el pendejo AMLO sería presidente puede tener.
De repente, me cuentan que me apagué. Así como si me hubieran bajado el switch. Dicen que me caí y me pegué en la boca, lo cual explicaría el madrazo que tenía al otro día. Mis amigos trataron de despertarme con todos los métodos levantaborrrachos que conocían.
Primero me aventaron tantita agua en la cara, así como de "Jajaja, ya Dexter, qué bromista eres, levántale pillín", y cuando vieron que no funcionaba, me aventaron una cubetada entera. Nada.
Después me pusieron hielo en los calzones. Me hubiera encantado que los culeros no hubieran dejado que el único de nuestro grupo de amigos que era abiertamente gay me metiera las manos a los calzones mientras yo estaba inconsciente, pero pues sí fue él.
Nada, yo seguía muerto.
Después trataron de darme un par de cachetadas, lo cual me cuentan que derivó en un concurso de "a ver quién le puede pegar más fuerte al idiota que no puede reaccionar", lo cual explica mi cara adolorida.
Cero.
Mis amigos empezaron a paniquearse, así que cometieron el más grande de los pecados en las pedas de adolescentes: le hablaron a mis papás.
"Señora... su hijo está en estado... inconveniente".
Hasta el día de hoy mis papás me siguen haciendo burla con esa frase.
Mis papás les preguntaron que qué había tomado y les dijeron que mezcal de 15 pesos. Mi mamá cuenta que mi papá gritó "PUTA MADRE, LE DIJE A ESE PENDEJO QUE NO TOMARA ESO, HASTA LE DÍ DINERO AL IMBÉCIL" en manera fúrica.
"¿Pero tomó algo más? ¿Drogas o algo?", preguntó mi mamá.
"No señora, no dió tiempo", dijo Femilio, porque tampoco es muy brillante.

En fin, mis papás iban en camino por mí.
Ahora sólo quedaba un problema: bajarme de la azotea.
Seguramente ustedes han visto las escaleras que muchas casas tienen para subir a los cuartos de servicio: escalones picudos de metal con la menor protección posible.
La casa de Scooby era desas, y como muchos de mis amigos ya estaban ebrios, no podían ayudar a bajarme.
El único que quedaba -relativamente- sobrio, era Abo, pero como no me quería cargar él sólo, decidió arrastrarme de las piernas, por lo cual me fue azotando de espaldas en cada pinche escalón. Eso explica los 20 moretones que tenía en la espalda al otro día.
Por fin me bajaron al garage, pero en el camino se me habían caído los pantalones (producto de mi etapa rebelde de "no voy a usar cinturón, fuck the system", porque cuando uno es adolescente se rebela contra las cosas más estúpidas)
Cuentan mis papás que cuando llegaron por mí, me encontraron empapado, temblando de frío, azul, y en calzones. Qué bonito es tener hijos.
"Hay que subirlo al coche", dijo mi papá, pero estaba muy enojado como para cargarme (o tal vez sólo es huevón), así que me subieron 2 amigos.
Ya, me aventaron al asiento de atrás, y mi papá arrancó el coche. El movimiento hizo que rodara y me cayera del asiento, metiéndome OTRO putazo, por lo cual mi papá le ordenó a 2 amigos que vinieran con nosotros (y todos estaban demasiado asustados como para negarse)
Me hubiera encantado decirles que me llevaron a casa donde pude descansar y amanecer fresh as fuck al otro día, pero no. Como mis papás estaban preocupados y no sabían que tenía, decidieron llevarme A CASA DE MI ABUELA porque estaba mucho más cerca de donde vivía Scooby.
Fun fact: Era día de reunión familiar en casa de mi abuela, entonces ahí estaban tíos, primos, amigos, conocidos, el cartero, César Bono, el cantante de Limp Bizkit y prácticamente todo el puto mundo.
Mientras íbamos en camino a que tooooodo México me viera en mi momento más culero, mi hermana (que ya estaba enterada de mi condición, obvio) le marcó a los papás de su mejor amigo porque eran doctores y seguro sabrían qué hacer.
"Métanlo en una tina con hielos, para que se le baje", le dijeron, porque SON LOS PEORES DOCTORES DEL MUNDO.
Mis primos habían traído un montón de bolsas de hielo del Oxxo de la esquina, y estaban muy entretenidos esperando la llegada del pendejazo de honor.
Llegamos a casa de mi abuela, donde mis amigos me bajaron y entraron al drama.
"NO LO VEAS, MAMÁ, NO QUIERO QUE LO VEAS ASÍ", le dijo mi madre a mi abuela, porque aparentemente mi familia es una telenovela.
Mis primos estaban aplaudiendo y vitoreando, mi papá estaba mentando madres, y yo estaba inconsciente, afortunadamente, porque qué puto oso.
A la puta tina con hielos, en frente de 8 millones de espectadores.
Una vez adentro, mientras me acercaba peligrosamente a la hipotermia, mi mamá llegó a la conclusión de que tal vez hubiera sido buena idea quitarme la ropa antes de aventarme a una tina digna historias de "bienvenido al mundo del SIDA"
"Too late, ya no se puede hacer nada al respecto", hubiera sido una conclusión inteligente; PERO A MI FAMILIA NO LE VAS A DECIR QUE NO SE PUEDE HACER NADA AL RESPECTO.
Me sacaron de la tina con hielos, y me encueraron enfrente de todos.
Hasta el día de hoy, cada vez que hay reunión familiar tengo que defender mi honor y decir que lo que todos vieron era culpa de que había pasado mucho tiempo en una tina helada.
Ya propiamente empelotado, me aventaron de vuelta a la tina, porque a nadie se le ocurrió que tal vez alejarme de un shock hipotérmico sería buena idea.
Seguía inconsciente.
A los pocos minutos llego mi tío, que es doctor y que en su vida ha tenido que lidiar con uno, dos, o cuatro mil borrachos.
Me vió en mi condición de zombie y preguntó "¿Por qué lo metieron en una tina con hielo? No mamen, pobre cabrón, sáquenlo de ahí"
Gracias tío.
De nuevo mis redondos fueron expuestos a la vista de todos, aunque mi tía jura que trató de taparme con una toalla.
TRATAR NO ES CONSEGUIR, TÍA, GRACIAS POR NADA.

Agradezco a Dios que no existían los teléfonos con cámara en ese entonces.
Mi tío me aplicó lo que es conocido como el levantamuertos en los bares de Tepito: me echó limón en la oreja (disque para el equilibrio, lo cual explica el olor a taco al pastor del otro día) y me enterró la uña en el septum.
El dolor me hizo reaccionar y despertar por medio segundo antes de volver a caer en un coma etílico, pero al menos mi mamá ya estaba calmada de que no iba a morir, y ya podía sacar a mi abuela del closet de toallas, donde seguro la encerró para que no me viera así.
Con la crisis bajo control y el show terminado, mis primos prosiguieron a seguir continuando con la reunión familiar y a mí me aventaron en un colchón viejo del cuarto de los trebejos de mi abuela, donde pasé toda la noche.
A las 6 de la mañana del otro día, por fin desperté. Recuerdo que mi primer pensamiento fue "Hmmm... esto no es la peregrinación de la virgen de Guadalupe" antes de bajar a la sala de mi abuela, donde mi madre me esperaba para meterme la cagotiza de mi vida.
Se me explicó todo lo que había pasado, aprendí dos o tres nuevas palabras altisonantes que fueron usadas para referirse a mi persona, y sufrí de un intenso stupid shaming.
Y esa, damas y caballeros, es la historia de cuando prometí que nunca más iba a tomar alcohol en toda mi vida; promesa que duró menos de 6 días, pero ésa es otra historia.
EPÍLOGO:
- 17 años han pasado desde ese día. Mi familia aún no olvida ni perdona.
- Mi papá me hizo pagarle los 200 pesos que me dió para comprar algo que no fuera mezcal de 15 pesos, alegando malversación de fondos.
- Mis redondos volvieron a su tamaño original.
No se pierdan mi próximo hilo, donde POR FIN contaré la historia de cuando le vi el pene a Jorge Ortiz de Pinedo y a Beto Cuevas en dos ocasiones no consecutivas.

Gracias, bonito día, pásenla bomba en su cuarentena.
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XOXO
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