La mecánica cuántica y la relatividad general, dos de los pilares fundamentales de la física moderna, son completamente incompatibles. Hoy os queremos dar unas pinceladas del porqué.
Empecemos con un poco de mecánica cuántica. En esta rama de la física tenemos el principio de incertidumbre, es decir, la imposibilidad de medir con tanta precisión como queramos la posición y el momento de una partícula. La medida de una variable influye sobre la otra.
Esto en mecánica cuántica sucede con bastantes parejas de observables, como el momento angular en los diferentes ejes, o el caso que hoy nos ocupa que es la indeterminación entre la energía y el tiempo.
Para explicarlo de una forma simple, medir la energía lleva tiempo. Si se dedica una gran cantidad de tiempo para medir la energía de una zona del espacio la obtendremos con una gran precisión. Si se le dedica poco tiempo la medida será imperfecta.
Se necesita un tiempo mínimo para realizar una medida precisa, y esto puede tener como consecuencia la creación de pares partícula-antipartícula.
Supongamos una región del espacio completamente vacía. Por lógica, la energía de esta zona será cero, pues no tiene nada. Esto, entra en conflicto con la mecánica cuántica, pues tendríamos una precisión infinita en esta medida. Y lo es… Si mides durante el tiempo suficiente.
Al final, en promedio siempre medirás una energía nula. Pero, el diablo está en los detalles.
En un período de tiempo lo suficientemente breve, esta energía no está tan clara como a priori podríamos pensar, podría ser que esa región del espacio pida energía prestada y cree un par partícula-antipartícula.
Esta energía prestada se devuelve de forma inmediata al medio cuando el par partícula-antipartícula se destruyen entre sí. Con lo cual, esta clara violación de la conservación de la energía desaparece si miras el tiempo suficiente.
Pero, en escalas temporales lo suficientemente bajas la indeterminación de la energía puede dar pie a este extraño suceso. Puede parecer irrelevante, pero le hace un destrozo a nuestra amiga la relatividad general.
Einstein describió un Universo geométrico, para él, todas las piezas encajaban de una forma perfecta. Estaba convencido de que su teoría de la relatividad tenía que ser correcta porque algo tan bello no podía estar equivocado.
Y acertó… Hasta que alguien dijo ¿Y qué hacemos con la catástrofe ultravioleta? Entre otros problemas similares. La mecánica cuántica empezó a surgir rompiendo la belleza del Universo de Einstein. Sobra decir que esto no le gustó ni un poco.
La relatividad general se basa en métricas que describen un espacio-tiempo perfecto y funciona a escalas grandes, en esas escalas en las cuales la mecánica cuántica no tiene gran cosa que decir.
Pero todo lo perfeccionista que es la relatividad choca con la locura cuántica en las escalas más pequeñas, puesto que está creación de pares destroza las maravillosas métricas de la relatividad general, haciéndola inservible.
La parte positiva de esto es que, aunque no se llevan bien, nunca tienen que verse. La relatividad general suele ser relevante cuando tenemos masas muy grandes, y las partículas no la tienen. Sin embargo, sí que hay dos casos donde se ven obligadas a encontrarse.
En lo más profundo de un agujero negro y en el momento del Big Bang. Dos casos donde hay una enorme cantidad de materia en un espacio ínfimo. Dos casos que no podemos explicar con nuestra física, pues no se puede aplicar aquí.
Nos encontramos con que dos de los pilares fundamentales de la física moderna son completamente incompatibles. Así que una de dos, o el Universo es incomprensible o hay algo que se nos está escapando.
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Dicen que un neutrino puede atravesar más de un año luz de plomo sin enterarse siquiera que estaba ahí. Entonces, ¿cómo se puede detectar algo tan sigiloso? Para hacerlo tenemos que ser más inteligentes que el plomo. Hoy te contaremos cómo.
Fue en 1930 cuando Wolfgang Pauli tuvo que escoger entre dos males, o bien la energía no se conservaba en la desintegración de los neutrones en protones y electrones, o bien ahí faltaba una partícula. Ante la duda, la conservación de la energía siempre gana.
La solución que planteó, con todo su pesar, fue el neutrino, una partícula sin carga eléctrica e indetectable. Lo que para él fue un dilema: estaba aventurando una partícula cuya existencia no podía probar… Si pudiese ver todo lo que se está proponiendo hoy en día…
No sabemos decirte qué pasó antes. Es más, somos incapaces siquiera de imaginarlo. Lo que sí sabemos es que hace ya 13,79 mil millones de años lo que hoy llamamos Universo empezó a expandirse. Y hoy queremos contar qué pasó a continuación. Imagen: NASA
Tampoco podemos decir qué ocurrió justo después de este suceso, durante el “primer tiempo de Planck”. Para hacer esto necesitaríamos la unificación de la mecánica cuántica con la relatividad general. Y parece ser que es algo que a los físicos se les resiste.
Aunque, para bien o para mal, este tiempo es increíblemente breve. Así que, a pesar de que nos gustaría poder explicar qué pasó en ese tiempo, lo vamos a pasar de largo.
En el Big Bang se formaron los elementos más ligeros. En las reacciones de fusión nuclear de las estrellas se forman elementos más pesados, pero solo hasta llegar al hierro. Entonces, ¿de dónde salen el resto de los elementos de la tabla periódica? Hablemos sobre ello.
A diferencia de los elementos más ligeros, no hay forma de que estos elementos se formen por reacciones de fusión nuclear. Esto es así debido a que son reacciones que en lugar de liberar energía la necesitan para llevarse a cabo.
Para entender esto, debemos tener en cuenta que la energía resultante de la fusión nuclear es debida a la diferencia de masa entre los nucleones (neutrones y protones) de partida y los de salida, siendo mayor la de los primeros. Esta diferencia de masa se traduce en energía.
Gracias a las observaciones de Fritz Zwicky y de Vera Rubin se advirtió que la velocidad de rotación de las galaxias era demasiado rápida para su masa. Hay materia que no vemos, la materia oscura. ¿Podría esta materia ser en realidad agujeros negros primordiales? Veámoslo.
La idea es relativamente simple, la velocidad de rotación de las galaxias es demasiado rápida para la masa que se les estima, esto debería traducirse en que algunas partes de la galaxia deberían escapar de ella, pero no sucede.
Analizando la velocidad de los cuerpos y su órbita se hace patente que hay más masa de la que podemos percibir, es un misterio aún por resolver. Entre las hipótesis que se barajan encontramos la idea de que esta materia oscura esté compuesta por agujeros negros.
¿Cómo se puede llegar a la conclusión de que el constituyente último de la materia son cuerdas con diferentes frecuencias de vibración para cada partícula? Hoy queremos hablar de la historia de como una física del siglo XXI o incluso XXII cayó por casualidad en el siglo XX.
En física a veces se necesitan unas matemáticas que el físico no conoce. Cuando Newton se topó con ello, inventó el cálculo; cuando le ocurrió a Einstein rebuscó y encontró las matemáticas de Riemann. En el CERN sucedió algo así en 1967.
Por ese año un físico teórico, Gabriele Veneziano, rebuscaba matemáticas capaces de explicar las propiedades de la fuerza nuclear fuerte observadas experimentalmente. En el año 1968 las encontró.