Lo inacabado siempre ha tenido su propia y singular belleza. Aquí va un hilo recopilatorio, nada exhaustivo, de obras inconclusas en arte, literatura, música…
Antonio di Vincenzo
Basílica de San Petronio
Bolonia · 1390–
Leon Battista Alberti
Templo Malatestiano
Rímini · 1453–
Andrea Palladio, Vincenzo Scamozzi
Palazzo Porto Breganze
Vicenza · 1571–
Miguel Ángel
Esclavos para la tumba de Julio II
c. 1520–
Auguste Rodin
El pensamiento
c. 1895–
Gilbert Stuart
The Athenaeum
1796–
Paul Gauguin
Tahitianos
c. 1891–
Charles Dickens
El misterio de Edwin Drood
1870–
Franz Kafka
El proceso
1914–
Johann Sebastian Bach
Fuga cuádruple inconclusa (Contrapunctus XIV)
c. 1742–
Serguéi Eisenstein
Iván el Terrible, Parte III
1946–
Esto me ha recordado que uno de los cuadros incluidos en este grabado de 1672 es la única representación fidedigna de la fachada sur de la catedral cuando todavía tenía las casas adosadas. Metahistoria.
(Creo que fue el historiador del arte Hernández Núñez quien se dio cuenta)
Si no tenemos más fuentes es porque grabados como este, cuando llegaban al ángulo suroeste, se tangaban. La catedral nunca tuvo este aspecto, pero las casas que tenía adosadas no encajaban con la idea de templo ideal.
Hoy en Ucronías Sevillanas, el proyecto de urbanización de los Jardines de Cristina en 1869.
La propuesta contemplaba la construcción de un barrio ocupando toda la superficie entre la Torre del Oro, la Puerta Jerez, la Fábrica de Tabacos y el Palacio de San Telmo (el Hotel Alfonso XIII y el Hotel Cristina no se construirían hasta inicios del siglo XX)
Dado que quedaban 50 años para que estuvieran en boga las ideas de Ciudad Jardín, todo indica que se trataría de viviendas en manzana cerrada, del estilo de las de La Florida o las pocas que aún quedan entre Arjona y Marqués de Paradas, construidas por la misma época.
~ La ciudad como puzzle: en busca del plano perdido ~
(la Forma Urbis Romae)
Durante siglos, la imagen de la Roma clásica ha cautivado a escritores, estudiosos y artistas que nos legaron numerosas representaciones más o menos idealizadas de cómo entendían que podía haber sido.
Pero imaginad que no hubiera que imaginar. ¿Y si hubiera realmente un plano de la época, un documento gráfico que indicara con precisión dónde estaba situado cada edificio, incluso su distribución interna? Imposible, ¿no?
Mucha risa con que si la Cuesta del Rosario de Sevilla no tiene cuesta, pero eso es lo que pasa cuando se le deja el nombre a cosas que hace siglos que han desaparecido. Esto es lo que se decía de aquel sitio en el XIX:
«Calle de la Cuesta del Rosario:
Se llama cuesta porque lo és y bastante agria, y la única que hay en esta ciudad; y el nombre del Rosario lo toma por un antiquísimo retablo, que sobre un arco por donde se pasa, forma una capilla en que se venera una hermosa Imagen de talla…
Este es el sitio más raro y antiguo que tiene esta capital. No ha tenido renovación alguna […]; merece verse; y compararse con lo demás de la población, y aun conviene conservarlo así, […] mucho más cuando su situación es tan oculta que casi es necesario buscarlo al intento…
(El día que se rifaron hostias en la catedral de Sevilla)
Esta historia comienza el 13 de septiembre de 1598, día en que le dio por morirse a Felipe II, la persona más importante de su tiempo y una de las más poderosas de la historia.
Como ya era tradición en estos casos, en muchas de las ciudades del Imperio, nada más conocer la noticia, se acordaron suntuosas honras fúnebres y la construcción de templetes para honrar la grandeza del monarca. En Sevilla, todo esto se haría en el interior de su gran catedral.