Thread by @DaniNovarama

El hilo de hoy es de esos que me hace una ilusión tremenda escribir. Pero, precisamente por eso, me cuesta muchísimo plasmar. Y es que, a veces, las palabras no pueden hacer justicia a lo que se explica. Espero que les guste, de corazón. Dentro hilo.

Cuando era pequeño, íbamos a La Rambla a ver las tiendas de pájaros. Aparcábamos en un párking que hay en una plaza, tras el Mercado de la Boquería. Y recuerdo que mi madre, al pasar por ahí, miraba una estatua, y decía, emocionada „a éste señor le debo yo la vida“.

En aquella época yo no entendía nada. Con los años, supe que, ahí, en una esquina, hay un busto en homenaje a Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina. Y que mi madre había tenido, hacia el año 50, una enfermedad que sin penicilina habría acabado muy mal.

Años más tarde, sigo viviendo en Barcelona. Como he comentado alguna vez, me gusta salir a correr por la ciudad. Me encanta el silencio de ir avanzando por la ciudad, el sonido de la respiración, el rebote de las zapatillas contra el empedrado al atardecer.

Mi ruta favorita va por la Bonanova, y acaba en el Hospital de Sant Joan de Deu, en Esplugues. Es un hospital infantil, de los mejores de Barcelona. Si quieren ver héroes de verdad, no los de Marvel, les digo un secreto: trabajan ahí. Y duermen en esas camas.

Cada vez que paso, se me escapa la lágrima. Es un lugar que conozco a la perfección: sé a qué huelen los pasillos, podría dibujarles la UCI pediátrica por dentro. Sé cómo es el acuario de la sala de espera. Cómo se duerme en esas sillas. Dónde cambiarte de ropa.

Ahí viví yo durante un mes hace cuatro años, vigilando a la nieta de la señora de la que les hablaba antes, que es mi hija. Presenciando otra lucha entre todo el talento de la especie humana, y la crueldad de la naturaleza, expresada en forma de enfermedad infantil grave.

Al menos una vez en la vida, todos deberíamos pasar una noche en una UCI pediátrica, donde yo me tiré un mes. Eso es la línea del frente. La playa de Omaha. No he estado en otro lugar donde se vea mejor reflejado lo mejor que puede dar de sí la condición humana.

Cuando ves, a primera hora, cómo van entrando voluntarios, muchos ellos señoras de la tercera edad, a hacer compañía a los críos. Cómo llegan los perros entrenados para jugar. Las baterías de médic@s y enfermer@s, concentrados en lo que tienen que hacer, día tras día.

Y seguro que se preguntarán de qué va este hilo. Bien, les contaré un secreto: mucha gente, cuando va a hacer algo especial, se pone guapa. A mí, eso no me sale. Yo, cuando voy a hacer algo importante, decido a priori en qué quiero estar pensando cuando suceda.

Es hábito de corredor, quizás. Antes de correr larga distancia, siempre pienso „cuando esté agotado, pensaré en X“. Es una forma de preparación mental. Y, con los años, me he acostumbrado a hacer lo mismo siempre que se acerca un momento importante.

Para mí, es una muestra de respeto con el momento. No, yo no voy a los sitios con el piloto automático: si la ocasión lo merece, quiero estar cien por cien presente, centrado en de qué significa lo que voy a hacer. Y la semana que viene, toca uno de esos momentos.

Porque el Miércoles, pensando en mi madre y su historia con el Doctor Fleming, y en mi hija y su estancia en la UCI pediátrica, voy a a vacunarme contra el covid. Por fin. Llegó el gran día. Como en sus casos, ahora también hemos ganado. La ciencia ha ganado.

Porque sí, podría ir, sentarme, y recibir el pinchazo sin más. Y me iría a tomar una birra y si te he visto no me acuerdo. Pero creo que es bueno en la vida estar a la altura de los momentos solemnes. Es bueno ser consciente de lo que se ha conseguido, y cómo.

Esos segundos quiero que duren, pienso disfrutarlos. Que me de tiempo a pensar en la medicina y la ciencia. En mi amigo Pere con sus cien conversaciones sobre medicamentos estos meses. En Alex viniendo a mi casa a buscar EPIs imprimidas en 3D para cuidar a sus padres.

Y quiero recordar otras cosas: si queda tiempo, quiero pensar en mi amiga Cathy, enviándome mascarillas desde Singapur cuando aquí no había. Quiero recordar en ese día de Abril, cuando mi mujer estaba eligiendo qué 15 cosas comprar, porque sólo se permitía comprar 15 ítems.

Quiero pensar en cientos de conversaciones en Twitter tratando de entender qué pasaba, hablando hasta altas horas con médicos de media España pasándome las últimas noticias de cómo iba desarrollándose la cosa. Menudos meses hemos vivido, señores.

Y, mientras me pinchen, quiero acordarme de esos médicos de Albacete atacando el virus protegidos con trajes hechos de sacos de tierra para abono. Esa es, creo, una de las mejores imágenes que deberíamos recordar de la pandemia.

Y acabo ya. Quiero recordar esta foto, que me emociona cada vez que la veo. Eso sucedió aquí, en el Hospital del Mar. Lo dicho, la adversidad, la lucha, y la calidad humana.

A los que me siguen desde hace meses: recuerdan? Dijimos a inicios de año: hacia mi cumple, que es el 15 de Junio, estaremos mucho mejor. Bien, el 9 me pinchan, se ha adelantado la cosa. Y creo que es inminente que podamos dejar la mascarilla en casa. Y otras muchas cosas buenas.

Así que prepárense el momento. Disfrútenlo. Emociónense. Van a vivir pocas cosas así de importantes en su vida. Esto es nuestro día en que se rindieron los Nazis y acabó la guerra. Esto es nuestra Toma de la Bastilla. Éste es el día que contarán a sus nietos y durará toda la vida

Si, señores. La semana que viene empezamos a decirle al virus que hemos ganado. Que ha sido una lucha dura pero que, a lo largo de milenios, la humanidad ha desarrollado la mejor de sus armas, que es la ciencia y la técnica.

Y que, cuando el mundo nos pone a prueba, incluso pagando el más alto de los precios, al final, somos capaces de medirnos con el obstáculo, y superarlo. Vacunémonos, alegrémonos, aprendamos de esta experiencia, y recordémosla como merece.

RT, gracias!

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