“In 1897 Mahler confessed to the friendly critic Arthur Seidl: ‘…Only when I experience do I act as a tone-poet -only when I act as a tone-poet do I undergo an experience…’”. Su primer ciclo de canciones y 1ª Sinfonía, con su gran interdependencia, confirman esta afirmación.
Ambas obras reflejan vivamente las pasiones juveniles de Mahler y la primera colisión con la inercia tradicional del “mundo de ayer”; ambas son autobiográficas y programáticas, y crean un nuevo idioma musical con elementos descartados del romanticismo y música folclórica.
Cada obra es única, pues nada compuesto entre 1883 y 1888 se les parece. Las canciones, compuestas entre 1883 y 1885, mientras que Mahler era director en Cassel, reflejan el desafortunado romance que tuvo con Johanne Richter.
El ciclo “Fahrender Gesell” en su versión revisada en 1897 consiste en cuatro canciones. Los poemas fueron escritos por Mahler, y tienen una relación cercana con el héroe melancólico de Die Winterreise de Wilhelm Müller.
Dos de las canciones, la segunda y la cuarta, después se integraron al primer y tercer movimientos de la 1ª Sinfonía, proporcionando un contexto programático a las complicadas implicaciones psicológicas de esa obra.
La asombrosa novedad de esas canciones se evidencia al compararlas con otras contemporáneas, como las de Brahms, quien nunca inventó melodías cantables con esa adaptabilidad sinfónica ni concibió canciones como movimientos instrumentales extendidos.
Otra característica revolucionaria del ciclo es su acercamiento poco ortodoxo a la tonalidad, dejando de lado la lógica de las relaciones tradicionales entre tonos, lo cual da a la música una inocencia en la expresión que caracterizó a la música posterior del Wunderhorn.
A pesar de que los “Lieder eines fahrenden Gesellen” fueron completados en 1885, fueron estrenados hasta 1896 en Berlín y publicados en 1897 en una versión revisada por Mahler.
La extraordinaria 1ª Sinfonía fue compuesta, con interrupciones, entre 1884 y 1888. Fue completada en Leipzig, en donde Mahler había tenido un apasionado romance con Frau von Weber. Al igual que en el “Fahrender Gesell”, utilizó métodos de composición poco ortodoxos.
A pesar de que la obra sigue el tipo clásico de sinfonía, con cuatro movimientos orquestales, se inspira evidentemente de dos canciones del “Fahrender Gesell” que incorpora en la obra, y tiene una concepción programática.
En el programa de su estreno en Budapest se le llamó “poema sinfónico en dos partes”. Más tardé se le llamó “Titan”, un título engañoso que casi todo mundo asocia con los rebeldes que desafían los dioses olímpicos, y no con la novela sentimental de Jean Paul.
Posteriormente Mahler dejó de usar este título, el Andante fue remplazado por la marcha fúnebre del tercer movimiento, que el compositor asociaba con el cuadro “El Funeral del Cazador”. Para Mahler, esta marcha era simplemente el llanto de un corazón profundamente herido.
El programa de la 1ª Sinfonía se puede reconstruir fácilmente con la afinidad que tiene con las canciones. Es la experiencia del caminante, con la encantadora sensación de expectación y frescura de la aurora de la introducción del primer movimiento…
…que se mezcla con la alegría exultante de la canción No. 2 del “Fahrender Gesell”. El contrastante Scherzo se basa en un motivo de basso ostinato de Hans und Grete, una danza campesina rústica austriaca y ferozmente judía-eslava a la vez.
Hay un colapso psicológico en el misterioso y lascerante tercer movimiento, con una introducción con la melodía de “Frère Jacques” como canon perpetuo a la atmósfera del “Funeral del Cazador”.
A pesar de que la 1ª Sinfonía fue estrenada en 1889 en Budapest, donde tuvo una recepción algo fría, fue publicada hasta 1898. Mahler la interpretó varias veces en Viena, donde fue recibida lentamente y provocó burlas y comentarios hostiles, aún más que sus obras posteriores.
Para concluir este capítulo y la semana, comparto la 1ª Sinfonía de Mahler, dirigida por el grandioso Claudio Abbado. Buenas noches.
Muy poca de la obra temprana de Mahler sobrevivió a la destrucción que él mismo hizo posteriormente, y mientras no haya una edición realmente crítica de esas obras será difícil formarse una opinión adecuada de sus actividades creativas de su adolescencia y época de formación.
Si bien hay razones para pensar que por lo menos algunas de las obras tempranas de Mahler aún existen en posesión de miembros de su familia, sólo son conocidas por nombre: un Cuarteto y un Quinteto para piano y cuerdas, dos sinfonías y el preludio de la ópera Die Argonauten.
Gradualmente, a través de los años, la composición se convirtió para Mahler en la antítesis de su trabajo como director, un sueño nostálgico romántico de escape del malvado mundo de la ópera en el que estaba condenado a vivir una existencia glamorosa pero tortuosa.
La personalidad creativa de Mahler resaltaba aquello que no encontraba en el escenario: la adoración panteísta de la naturaleza, el cielo de un niño con su inocente espiritualización del mundo animal, Jacobo peleando con el Ángel ('Ich bin von Gott..')…
Las formas de la música de Mahler siguieron un proceso gradual de refinamiento y de complejidad creciente, sin abandonar completamente su simplicidad básica.
Por ejemplo, en sus primeras canciones Mahler utilizó como modelo el Lied de una sola estrofa. Más tarde hubo un cambio sutil hacia una estructura más sinfónica pero aún dentro los límites de la canción romántica. Sus canciones finales están planeadas en una escala más ambiciosa.
Si bien la música de Mahler tuvo un sorprendente desarrollo, desde una simplicidad neoprimitiva y un estricto diatonismo, hasta las sutilezas cromáticas y la enrarecida atmósfera de la últimas sinfonías, hay elementos de estilo constantes que distinguen el idioma “Mahleriano”.
Para entender la peculiar posición de Mahler como melodista, cuya ecléctica alianza a los clásicos vieneses (como Brahms y Bruckner) nunca estuvo en duda y cuya inclinación a lo popular parecería incluso quijotesca, se pueden analizar morfológicamente dos de sus temas sinfónicos.
Para Nietzsche, la música de Gustav Mahler era el canto del cisne de su época. Al igual que Hugo Wolf, Mahler llegó tarde a la escena del movimiento romántico, y continuó con lo que Schumann y Schubert habían hecho con los ciclos de canciones.
También al igual que Wolf, Mahler parece haber sido sujeto a los estímulos del movimiento romántico cuando se acercaba a su climax artístico y emocional con el drama musical de Wagner y el poema sinfónico de Liszt.
Para Mahler, la decisión de continuar por un tiempo con la pesada profesión de director de ópera fue una concesión a su genio creativo. Estaba determinado a retirarse después de cumplir 50 años para dedicarse sólo a componer por el resto de su vida.
Con las ganancias que obtuvo de Estados Unidos, Mahler compró un terreno en Semmering y empezó a construir una casa que nunca habitaría. Cuatro años de trabajo arduo como director huésped en Estados Unidos parecían un pequeño sacrificio por la seguridad que después disfrutaría.