Parece haber una radicalización bolivariana en Cuba, Venezuela y México, con los asegunes de cada circunstancia.
Yo no veo la llegada de Trucutú al gobierno de la cdmx como apoyo para la regenta: los bolivarianos sólo saben ser secuestradores y reventadores, colaboradores ni de pedo.
Veo, más bien, un nuevo cerco, similar al que han puesto en el museo del Zoocalo, en torno a la mojiganga.
La regenta y sus ñiñes digitales ni de pedo podrían acotar y menos usar a los bolivarianos.
Así visto, pareciera que el hardcore pejítimo convenció a López de "asesorar" a la regenta, para controlarlar y preparar al nuevo anfitrión del cual parasitar.
Se van a atrincherar en lo que les queda de la cdmx, antes de perder más a manos de la oposición y de Monreal.
Cuiden a esos perros rabiosos: su radicalización sigue, acorde a lo que vemos en otros países donde parasitan, y en cuanto se sientan a cubierto van a morder.
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En Pizándaro, Mich., los pobladores están sitiados por el CO.
En Zacatecas, aparece descuartizada una familia, incluyendo un niño de tres años.
En Tamaulipas, un capo capturado es liberado por un comando.
En Chiapas, un grupo pseudoinsurgente reta a la "autoridad".
Qué pasa?
Pasa que el sistema político en México colapsó desde el año pasado, y ya el poder no sólo está fragmentado, sino también disperso.
Ya no hay reglas. No hay acuerdos reales, sólo componendas coyunturales.
A ver si ya se entiende.
En tanto no se entienda, se seguirán abordando estas crisis como fenómenos aislados, difíciles de entender en un modelo viable pero suponiendo que, de algún modo, pueden resolverse.
Y no ni de pedo: esto es sistémico. Lo nacional ha colapsado, excepto las instituciones autónomas.
Y no sólo un desperdicio: también un pinche fracaso en cada aspecto posible; quién querría alternar, emprender, convivir, coger o intercambiar lo que fuere con semejantes pendejos...?
Imagínate la escena: topas a la dama en un antro ruidoso, de tal suerte que no hay mucha charla, y ambos se limitan a la charlita insulsa y tal.
La cosa marcha, y desde la mesa ya pactaste el encuentro cuerpo a cuerpo, cara a cara.
Pides la cuenta, salen, y ya se queman...
Llegas al motel echando llamaradas, entran, dos tres quicos y le das la vuelta; salen volando los jeans, y cuando empiezas a bajarle la tanga, en lugar del tatuaje de mariposa o del infinito aparece uno de... EL PENDEJO DEL CHE GUEVARA!!
Todo radica en si "el pueblo cubano" ya se cansó de este desabasto, o de EL desabasto.
Si el problema es este desabasto, en cuanto se los resuelvan se van a desmovilizar.
En cambio, si el problema es EL desabasto (de mercancías, servicios, opciones y democracia), va a escalar.
A una sociedad le puedes normalizar LO QUE SEA: sólo necesitas suficiente tiempo, y en Cuba el régimen ha tenido 60 años para normalizar la más atroz escasez de todo aquello que una sociedad necesita. Hoy, allá, hay ancianos que no conocieron otra cosa que la mierda socialista.
Todos los comunistoides de chai latte mexicanos, que posan de expertos en el tema de Cuba, deberían tomar un avión a La Habana y, apenas tocar tierra, correr a explicarles a los cubanos las innegables ventajas de vivir bajo la bota castrista.
Anden: no sean díscolos.
Porque es muy fácil ser promiscuo con nalgas ajenas, mis comunistas de iPhone, y predicar sobre las bondades de un régimen desmoralizante y castrante, mientras se gozan los incontestables beneficios de vivir en una democracia, imperfecta pero REAL, como es la mexicana.
Para ya trascender a espejismos culeros como el de la "revolución" cubana, y a sus perniciosos efectos en el resto del continente, requerimos dejarnos de mamadas: lo de Cuba fue un cambio de amo bien narrado, no una revolución.
El nuevo puritanismo es un cáncer social, ideológicamente anidado en la pose conocida como "izquierda" y difundido a través de medios académicos, con las RRSS como amplificador, en donde hasta los más acérrimos "derechistas" sirven como tontos útiles al discurso.
Y no es nuevo... ni cerca!
Hoy es por completo evidente, pero lleva al menos 15 años colándose como la humedad en la discusión pública, y las RRSS son, a un tiempo, vehículo y escaparate.
Comenzó como una censura pudorosa, en un tono sibilino y vago: "oye: a mí también me da risa eso, pero creo que no DEBERÍAS decirlo".
Hoy, 15 años después, la censura es franca y violenta, y el tono es de mandato: "oye: DECIR eso está MAL, y mereces un escarmiento por hacerlo".