Las Sinfonías 5ª, 6ª y 7ª de Mahler, compuestas entre 1901 y 1905, son puramente instrumentales y conforman un grupo cercanamente interrelacionado, tan distinto a la trilogía del Wunderhorn que podría hablarse de un cambio fundamental de estilo.
No están asociadas con ningún programa, contienen menos movimientos, se vinculan a las tradiciones de la sinfonía clásica vienesa, y al excluir la voz humana alcanzan una mayor cohesión estructural. Sin embargo, esto último no implica que no tengan connotaciones vocales.
Mientras que en el primer movimiento de la 5ª Sinfonía hay una cita del primer Kindertotenlieder, se puede apreciar la influencia de las dos ultimas canciones del Wunderhorn (Revelge y Tamboursg’sell) en la Marcha Fúnebre de la 5ª y en el primer “Nachtmusik” de la 7ª.
Las Sinfonías 6ª y 7ª están vinculadas por el símbolo favorito de Mahler de la tragedia oscureciendo al mundo: la triada mayor que se convierte en menor con un efecto de eclipse solar.
Este símbolo que se presagia en la Marcha Fúnebre de la 3ª Sinfonía de Beethoven, domina la estructura de la 6ª Sinfonía y reaparece en el primer “Nachtmusik” de la 7ª.
Los dos “Nachtmusiken” de la 7ª Sinfonía, el Adagio de la 6ª y el Scherzo de la 5ª, contienen un elemento de pictorialismo paisajista. Los medios orquestales de las tres sinfonías son numéricamente tan extravagantes como los de la 2ª y 3ª, pero con tendencia a crear contrastes.
Sin embargo, el más grande desarrollo que se puede apreciar en las Sinfonías 5ª, 6ª y 7ª es el incremento notable en la riqueza temática y su complejo tratamiento dentro del marco de la sinfonía clásica.
Para Redlich, las Sinfonías 5ª y 7ª pueden ser analizadas juntas por las similitudes en su diseño. Ambas empiezan con una marcha fúnebre y culminan con un vasto rondó con tendencia a la variación, y en lugar de un verdadero movimiento lento, tienen intermezzi románticos.
En ambas sinfonía hay elementos de la atmósfera militar de los Wunderhorn y hay una gran escalada emocional: empiezan con marchas fúnebres y terminan en la gloria de jubilosas armonías. Ese “final feliz” contrasta fuertemente con la 6ª Sinfonía, la trágica por excelencia.
El tradicional primer movimiento de la 5ª Sinfonía está dividido en dos partes: una introductoria que expone la temática de la marcha fúnebre y una segunda ("Stürmisch bewegt") la que se desarrollan los grupos temáticos de la marcha.
El Adagietto tiene un diseño de música de cámara para cuerdas y arpa. La austeridad de las armonías y el romanticismo retrospectivo de la melodía oculta el tipo de retiro egocéntrico que aparece claramente en la alusión a la melodía principal…
…de la canción de Rückert “Ich bin der Welt abhanden gekommen”, quizá la más perfecta expresión del anhelo de creatividad de Mahler durante la década de su mayor éxito como director.
El último movimiento es un rondo con una gran riqueza de material temático, en el que combina la forma sonata-rondo con la variación y amplía su rango expresivo utilizando el acorde de sexta napolitana para modular.
La 5ª Sinfonía fue compuesta en los veranos de 1901 y 1902 en Maiernigg, y fue estrenada en Colonia bajo la conducción del propio Mahler en 1904. A pesar de haber sido publicada por Peters en el invierno de 1904-05, fue objeto de múltiples revisiones.
En la 7ª Sinfonía, compuesta en los veranos de 1904 y 1905, Mahler comenzó a repetirse. Por ejemplo, no sólo los movimientos externos revelan similitudes sorprendentes con los paralelos de la 5ª, sino que el corno tenor de la introducción hace eco del solo de trombón de la 3ª.
Para Redlich el más original de los cinco movimientos de la 7ª Sinfonía es el Scherzo, en el que Mahler logra crear un nuevo tipo de notturno, el “Schattenhaft” (sombrío, espectral).
El Scherzo sirve como vínculo entre el primer y segundo “Nachtmusiken”, que fueron compuestos en 1904, mientras que los otros tres movimientos existían únicamente como bosquejos preliminares y fueron completados hasta el verano de 1905.
Mahler no quedó convencido con la 7ª Sinfonía. Según Alma, estaba lleno de dudas durante los ensayos para el estreno en Praga en 1908. En ese entonces ya había completado la 8ª Sinfonía y el primer bosquejo de Das Lied von der Erde, y artísticamente estaba en otro nivel.
Desde los ensayos, Mahler alteró la orquestación y continúo haciendo revisiones. En el estreno en Praga, la obra fue recibida con tibieza, a diferencia de las anteriores sinfonías.
La 6ª Sinfonía fue compuesta en Maiernigg en los veranos de 1903 y 1904, estrenada en el Tonkünstlerfest del Allgemeine Deutsche Musikverein en Essen bajo la dirección de Mahler en 1906, año en que también fue publicada.
El fuerza del tema principal del primer movimiento contrasta con la exultante expresividad del tema que de acuerdo a Alma era un retrato idealizado de ella.
El siniestro Scherzo Hoffmanesco esta estrechamente relacionado temáticamente al primer movimiento. La severa discrepancia entre los motivos y la orquestación lúrida es característica del Mahler demoniaco.
Existe un vínculo psicológico entre el primer movimiento y el Andante, cuyo principal tema muestra una evidente afinidad con los Kindertotenlieder. El ambiente pastoral es impulsado por dos simples motivos que llegan a un apasionado clímax (minuto 13:20):
El colosal finale es probablemente el resultado de la unión de bosquejos de dos diferentes movimientos. Los famosos golpes de martillo tienen connotaciones programáticas. Según Alma, el compositor buscaba expresar la destrucción de su héroe.
Es difícil establecer una cronología precisa de las canciones basadas en poemas de Rückert. Están recopiladas en dos juegos de cinco canciones, ambos publicados en 1905. Parece que varias de ellas fueron compuestas en 1901.
La fecha es importante, pues demuestra que el principal estado anímico de los poemas de Rückert - el duelo por la perdida de los hijos del poeta y su retiro del mundo - atrajo a Mahler cuando seguía soltero, sin hijos y en la cima de su éxito como director.
Esta disparidad entre la vida del compositor y su impulso creativo de expresar lo opuesto es característico del artista dualista. Aún más raro parece el hecho que Mahler haya compuesto los Kindertotenlieder No. 4 y 5 en 1904, cuando su segunda hija acababa de nacer.
Para Alma, la trágica muerte de María, la hija mayor de Mahler, tres años después, fue como una respuesta del Destino al haber sido tentado. “But Mahler’s music as a whole is riddled with autobiographical anticipations of this kind.”
Entre las otras canciones de Rückert, quizá el reto más grande para Mahler como colorista está representado por la partitura de la canción "Um Mitternacht", acompañada únicamente por alientos, timbales y arpa.
Para concluir este capítulo, comparto el Adagietto de la 5ª Sinfonía de Mahler, dirigido por Claudio Abbado, cuya melodía principal alude a la canción “Ich bin der Welt abhanden gekommen”, que habla de la soledad del artista y su mundo. Buenas noches.
Las Sinfonías 2ª, 3ª y 4ª representan una trilogía que refleja la lucha de Mahler por una creencia religiosa duradera y su encuentro en la victoria del amor y el perdón sobre la duda y el miedo.
Estas obras no sólo comparten la misma filosofía, sino también en cada una ellas un poema de Das Knaben Wunderhorn ocupa un lugar central y determina el enfoque emocional y religioso de la fe de Mahler en la resurrección y la vida eterna a través del poder del amor.
“In 1897 Mahler confessed to the friendly critic Arthur Seidl: ‘…Only when I experience do I act as a tone-poet -only when I act as a tone-poet do I undergo an experience…’”. Su primer ciclo de canciones y 1ª Sinfonía, con su gran interdependencia, confirman esta afirmación.
Ambas obras reflejan vivamente las pasiones juveniles de Mahler y la primera colisión con la inercia tradicional del “mundo de ayer”; ambas son autobiográficas y programáticas, y crean un nuevo idioma musical con elementos descartados del romanticismo y música folclórica.
Muy poca de la obra temprana de Mahler sobrevivió a la destrucción que él mismo hizo posteriormente, y mientras no haya una edición realmente crítica de esas obras será difícil formarse una opinión adecuada de sus actividades creativas de su adolescencia y época de formación.
Si bien hay razones para pensar que por lo menos algunas de las obras tempranas de Mahler aún existen en posesión de miembros de su familia, sólo son conocidas por nombre: un Cuarteto y un Quinteto para piano y cuerdas, dos sinfonías y el preludio de la ópera Die Argonauten.
Gradualmente, a través de los años, la composición se convirtió para Mahler en la antítesis de su trabajo como director, un sueño nostálgico romántico de escape del malvado mundo de la ópera en el que estaba condenado a vivir una existencia glamorosa pero tortuosa.
La personalidad creativa de Mahler resaltaba aquello que no encontraba en el escenario: la adoración panteísta de la naturaleza, el cielo de un niño con su inocente espiritualización del mundo animal, Jacobo peleando con el Ángel ('Ich bin von Gott..')…
Las formas de la música de Mahler siguieron un proceso gradual de refinamiento y de complejidad creciente, sin abandonar completamente su simplicidad básica.
Por ejemplo, en sus primeras canciones Mahler utilizó como modelo el Lied de una sola estrofa. Más tarde hubo un cambio sutil hacia una estructura más sinfónica pero aún dentro los límites de la canción romántica. Sus canciones finales están planeadas en una escala más ambiciosa.
Si bien la música de Mahler tuvo un sorprendente desarrollo, desde una simplicidad neoprimitiva y un estricto diatonismo, hasta las sutilezas cromáticas y la enrarecida atmósfera de la últimas sinfonías, hay elementos de estilo constantes que distinguen el idioma “Mahleriano”.
Para entender la peculiar posición de Mahler como melodista, cuya ecléctica alianza a los clásicos vieneses (como Brahms y Bruckner) nunca estuvo en duda y cuya inclinación a lo popular parecería incluso quijotesca, se pueden analizar morfológicamente dos de sus temas sinfónicos.