Alma Schindler conoció a Gustav Mahler el 7 de noviembre de 1901 en una cena organizada por Berta Zuckerkandl, escritora, periodista y enérgica defensora de la vanguardia vienesa, quien presidía uno de los más famosos salones en Viena.
Alma se había negado a conocer a Mahler anteriormente, debido a la reputación que tenía por varios escándalos con cantantes de ópera. Lo conocía bien de vista y lo admiraba como director, mas no como compositor. Fue hasta mucho más tarde que llegó a apreciar su música.
Berta sentó a Alma entre Gustav Klimt y Max Burckhard. (su pasado, su presente y su futuro). Desde el principio, Alma se dio cuenta que Gustav no dejaba de observarla. Hablaron sobre la influencia corruptora del mecenazgo en las artes y la subjetividad de la belleza.
Alma no tuvo reparo en dar opiniones francas e incluso en contradecir a Mahler. Al final Mahler le preguntó sobre sus estudios con Zemlinsky, le pidió que le enseñara una de sus obras y la invitó al ensayo de Los Cuentos de Hoffmann de Offenbach en la Ópera al día siguiente.
Al principio, Mahler no estaba interesado en Alma: “I thought she was just a doll. But hen I realized that she’s also very perceptive. Maybe my first impression was because one doesn’t expect such good-looking girl to take anything seriously”.
Tiempo después Mahler confesaría a Alma: “Already then, it was God’s will that we should be united. You may have been unaware of it, but I had already experienced my baptism of fire”.
El cortejo avanzó rápidamente, no sin la oposición de Carl Moll y Max Burckhard, quien le advirtió a Alma: “…fire and water go together. But fire and fire, that’s all wrong! He would stifle you, not vice versa, and that would be a terrible waste of your talent.”
A pesar de que Alma todavía tenía fuertes por sentimientos por Zemlinsky, se sentía muy atraída por Mahler. A finales de noviembre Mahler visitó por primera vez a Alma en su casa, y le dijo: “No es simple casarse con alguien como yo. Soy y debo ser libre”.
Alma contestó: “Claro, soy hija de artistas, siempre he estado rodada de ellos y yo misma soy una artista. Lo que dices me parece obvio”. Como si hubiera un entendimiento tácito, Mahler la besó por primera vez y empezó a hablar de matrimonio.
Al día siguiente, Mahler le envío a Alma todas sus canciones. Pero a Alma no le gustaron: “they don’t relate to his personality. This studied naivety and simplicity, and he the most complex of characters”. No sabía si amaba al Director o al hombre, y esto la conflictuaba.
“His art leaves me cold, so dreadfully cold. In plain words, I don’t believe in him as a composer. And I’m expected to bind my life to this man… I shudder… What should I do?” También le conflictuaba saber si Mahler la apoyaría como compositora.
El 9 de diciembre Mahler fue a Berlín para dirigir su 4ª Sinfonía, desde donde escribió a Alma: “My new life begins here… From now on I can live, breathe and exist only if I think of you”. Sin embargo, Mahler aún tenía dudas por la juventud de Alma y diferencia de edades.
Conmovida por los fuertes sentimientos de Mahler y por los propios, Alma decidió rechazar la propuesta de matrimonio de Felix Muhr (quien había amenazado con matarse si lo rechazaba) y terminar definitivamente la relación con Zemlinsky, lo que consideró una pérdida inmensurable.
Los sentimientos de Alma por Gustav cada vez eran más profundos: “She had ‘but one with, one dream: to be yours alone’”. Sin embargo, empezaron a crecer tensiones entre ellos. Mahler era condescendiente con ella: “He thinks nothing of my art and much of his own”.
El 19 de diciembre Mahler escribió a Alma una carta de 20 hojas en la que buscaba aclarar las bases de su relación: “Would it be possible for you, from now on, to regard my music as your? (…) How do you picture the married life of a husband and wife who are both composers?”
“..if we are to be happy together, you will have to be my wife, not my colleague (…) You must surrender yourself to me unconditionally, make every detail of your future life completely dependen in my needs, in return you must with for nothing except my love!”
En un principio, Alma se sintió destrozada: “I feel as if a cold hand has torn the heart from my breast”. Pero a la mañana siguiente, cambió de opinión: “Yes - he’s right. I must live entirely for him, to make him happy (..) I long for him boundlessly.”
En pocos días Alma se había convencido de dejar lo que más quería, su música, para entregarse totalmente a otro ser creativo, algo que ella veía como una causa más noble. Al renunciar a su música renunció a una parte de sí misma: “I simply believed that it was the fate of woman”.
El nuevo rol que Alma asumiría, de cuidadora y musa del genio, le era familiar. Desde su niñez había visto con adoración a su padre pintando, alentando la creación artística del hombre que más amaba. A su vez, su padre había creído en ella y la había amado y entendido como nadie.
Años después, Alma escribiría: “I buried my dream and perhaps it was for the best. It has been my privilege to give my creative gifts another life in minds greater than my own. And yet the iron had entered my soul and the wound was never healed”.
Alma y Gustav se comprometieron oficialmente el 23 de diciembre. Después de un muy decepcionante intento, lograron la “completa unión física” de la que hablaba Klimt. El 3 de enero de 1902 Alma escribió en su diario “Bliss and rapture” y al día siguiente “Rapture without end”.
Su compromiso causó sorpresa y preocupación en algunos colegas de Mahler. Bruno Walter escribió: “His fiancée, Alma Schindler… is twenty two years old, tall, slim and dazzlingly good-looking, the most beautiful girl in Vienna; she comes of good family and is very rich…
…But we, his friends, are very concerned about this; he is forty one years old, she twenty-two; she is accustomed to moving in hight society, he is tied up with himself, fond of isolation; so there is good reason for misgivings (…) But they are said to be deeply in love.”
En enero de 1902 Alma escuchó por primera vez una obra de Mahler, la 4ª Sinfonía, durante los ensayos: “It really moved me - pleased me very very much”. A finales de enero Mahler sufrió una violenta hemorragia, y tuvo que ser operado.
Mahler y Alma se casaron el 9 de marzo de 1902 en una ceremonia privada en la Karlskirche. Solo asistieron Anna y Carl Moll, y Justine y Arnold Rosé, quienes se casaron al día siguiente. Los novios partieron hacia San Petesburgo de luna de miel, donde Mahler daría 3 conciertos.
En sólo unos meses, Alma pasó de ser una joven compositora agobiada por las penas del amor romántico y sexual, a ser una mujer casada, futura madre (tenía ya tres meses de embarazo) y con la misión de mover cada piedra del camino de su esposo genio y de vivir sólo para él.
Las 3 semanas de luna de miel de Alma y Mahler en San Petersburgo fueron “inolvidablemente bellas” a pesar de algunos reveses iniciales. Mahler sufrió de fiebre en el viaje en tren. Durante los 3 primeros conciertos que Gustav tenía que dirigir Alma se sintió mal por el embarazo.
De regreso en Viena, Alma se mudó al departamento de Auenbruggergasse. La hostilidad a la que Mahler se había acostumbrado (fricciones con la orquesta por su carácter autocrático y exigencias al dirigir, las presiones por su judaísmo) era ahora parte de la vida de Alma.
Alma busco consuelo en su música: “Music, my hope, my strength, don’t abandon me, as the others have abandoned me”. Trabajó arduamente en sus composiciones antes de partir en mayo de 1899 a Salzkammergut, donde su familia regularmente pasada los veranos.
En julio de 1899 la familia recibió la visita de Max Burckhard. Abogado y ex director del Burgtheater, donde introdujo a las audiencias vienesas obras contemporáneas de Ibsen, Hauptmann, Schnitzler y von Hoffmannstahl, era el fundador de Ver Sacrum, la revista de la Secesión.
Fuera del círculo familiar, Alma empezaba a causar sensación en la sociedad vienesa: “Vivacious, quick witted and musically accomplished, she could engage in serious conversations with family friends about Goethe and Plato as readily as deliver her intelligent judgments…
… on art exhibitions and the opera, theater, and concert performances she regularly attended.” Participaba frecuentemente en grandes fiestas en las que conversaba, coqueteaba y bailaba con múltiples pretendientes.
“Alma Mahler was a woman of extraordinary complexity. Challenging, difficult, charismatic, generous, passionate, and self-serving, she was the objet of veneration and mocking disdain and the doyen of elite Viennese society for several decades”.
Así inicia este libro sobre una mujer excepcional y controversial, que en palabras de la autora, definió su vida a través del amor. Ya sea que se le considere musa de genios o "femme fatale", su talento musical ha sido minimizado o atribuido a otros.
Las 3 grandes obras que ocuparon las energías creativas de Mahler durante sus 3 últimos años de vida están íntimamente relacionadas una con la otra en cuanto temática, estado anímico, y “programa”: la despedida de Mahler a la vida y su preparación para la muerte.
Desde el fatal día de julio de 1907 cuando le detectaron una grave enfermedad del corazón, poco después de la trágica muerte de su hija, Mahler vivía sentenciado a muerte. Por instrucciones médicas cambió su forma de vida, y físicamente agotado, se convirtió en un hipocondriaco.
En su 8ª Sinfonía, Mahler regresa en un plano más alto al tipo sinfónico programático y filosófico de su juventud. Como reflejo de su incesante lucha con problemas religiosos, esta Sinfonía retoma el hilo de la 2ª Sinfonía, con la que tiene en común un himno coral final.
De acuerdo a Alfred Mathis, la obra estaba planeada en 4 movimientos: Himno, “Veni Creator”; Scherzo; Adagio Caritas; Himno, El Nacimiento de Eros. Los movimientos instrumentales intermedios fueron eliminados y el de Eros fue reemplazado por la escena final del Fausto de Goethe.