Hola niños, hoy vengo a hablaros de una hermanita de la caridad. Literalmente, porque nuestra protagonista de hoy era abadesa de un monasterio ortodoxo. También se dedicaba a matar gente, pero todos tenemos nuestros defectos. Esta es la historia de Mariam Soulakiotis.
No tenemos fecha exacta de nacimiento de Mariam: algunas fuentes mencionan que nació en 1883 y otras que lo hizo en 1900. Lo que sí sabemos es que vino al mundo en Atenas y que lo hizo en el seno de una familia muy pobre y enormemente religiosa.
La juventud de Mariam pasó sin pena ni gloria hasta que la familia conoció a Mateo Karpathakis de Besthena, un arzobispo cuyas creencias se desviaban profundamente del dogma oficial ortodoxo, y que acabaría fundando su propia secta cismática: los mateístas.
Mariam se convirtió en una ferviente seguidora de los dogmas mateístas, y de hecho llegó a fundar un monasterio junto a Mateo: el monasterio de Pefkovounogiatrissis en Keratea, a 29 km del centro de Atenas.
Allí Mariam protagonizó una escalada épica en la jerarquía del monasterio que se coronó con la muerte de Mateo en 1939, momento en el que la monjita ascendió al cargo de abadesa y decidió que SE IBA A CAGAR LA PERRA.
Nada más convertirse en abadesa, Mariam inició una política de captación acojonantemente agresiva: empezó a enviar monjas a todas las esquinas de Grecia para que le comieran la cabCONVENCIERAN a la gente de la necesidad de unirse a la secta.
Por supuesto, donde más gente enviaba Mariam era a casas de familias ricas. Riquísimas. Contra más ricas mejor. Y en muchos casos le salió bien, porque el monasterio empezó a llenarse de señoras podridas de dinero que creían que eran pecadoras que iban a ir al infierno y eso.
Lo que ellas no sabían es que el verdadero infierno iba a empezar una vez pusieran los pies en Pefkovounogiatrissis y se encontrasen con Mariam.
Cuando entraban en el monasterio, las mujeres eran despojadas de todos los bienes materiales que pudieran llevar encima y eran sometidas a horas interminables de oración, penitencia y castigos corporales de todo tipo: azotes, falta de sueño, ayuno extremo…
Una vez Mariam estaba segura de que las tenía totalmente bajo su control empezaba el verdadero show macabro de la abadesa: la tortura. Digamos que Mariam se aficionó con ganas a esto del castigo, pero con un objetivo muy claro en mente.
Las novicias de Mariam eran torturadas sistemáticamente hasta que donaban sus fortunas al monasterio. Una vez lo hacían, Mariam se apropiaba de las “donaciones” y, vaya por Dios, las vícDIGO novicias acababan muertas.
A lo largo de los años, la buena de la abadesa llegó a hacerse con hasta 300 propiedades a lo largo y ancho de Grecia, y varios millones de dracmas en oro y joyas. Todas legadas en teoría al monasterio. EN TEORÍA.
La cosa es que Mariam era muy poco discreta con sus sesiones de sado religioso, y allá por 1949 los vecinos cercanos ya se estaban preguntando qué caray pasaba en el monasterio que no paraban de oírse gritos y lamentos 24/7.
En pleno cotilleo vecinal, a Mariam le dio por emprenderla con las que serían sus últimas víctimas: una viuda rica de Tebas y sus cuatro hijas que habían ingresado en el monasterio recientemente. En seis meses, la madre Mariam se las llevó a las cinco por delante.
Una noche en la que estaba torturando a una de las hijas, dos paisanos del pueblo pasaron cerca de la tapia del monasterio borrachos como cubas. Al oír los gritos que salían de allí no tuvieron mejor idea que saltar el muro a ver qué pasaba. Y se encontraron con el horror.
Una mujer agonizaba encadenada a una pared, cubierta de sangre y con marcas de golpes y latigazos por todo el cuerpo. Ante semejante escena, los dos hombres se pusieron sobrios de golpe, huyeron por patas y corrieron a denunciar los hechos a la policía.
Unas semanas más tarde, Mariam Soulakiotis fue detenida y acusada de 23 cargos de secuestro, tortura, asesinato, fraude y malversación. Ella, por supuesto, lo negó todo y dijo que las acusaciones eran “ficciones de Satanás”.
El juicio contra Mariam se celebró en septiembre de 1951, aunque fue complicado tirarlo adelante porque en el monasterio no se encontró ni un solo cuerpo, y los que habían sido enterrados en el pueblo se habían declarado como muertes accidentales o por enfermedad.
Inicialmente se la condenó a 16 años de cárcel por pruebas indiciarias, como el hecho de que había hasta 500 personas desaparecidas que habían comunicado su intención de unirse a la secta y/o al monasterio. Como prueba es regulinchis, lo sé.
No fue hasta meses más tarde, cuando se juzgó a otras ocho monjas del monasterio y a un supuesto arzobispo (que parece que no estaba ordenado), que se pudo relacionar directamente a Mariam con los asesinatos, mayormente porque los acusados cantaron la Traviata.
El 6 de febrero de 1953 el tribunal elevó la pena impuesta a Mariam en diez años. Sin embargo no cumpliría demasiado tiempo en prisión, porque falleció por causas naturales en la prisión de Averoff el 23 de noviembre de 1954. Se calcula que tenía unos 71 años.
Años más tarde se descubrieron varias fosas comunes cercanas al monasterio con decenas de cuerpos, en su mayoría mujeres. Muchas de ellas fueron identificadas como novicias del monasterio, confirmando que las acusaciones contra Mariam eran ciertas.
No se sabe con exactitud el número de víctimas de la que ya era conocida en Grecia como LA MUJER RASPUTÍN*, aunque la cifra habitual que dan las fuentes es de unas 177. De ser así, estaríamos hablando de una de las asesinas más prolíficas de Europa.
*Me he contenido para no llamarla La Rasputina, pero si no lo digo reviento porque tengo cinco años mentales.
El monasterio de Pefkovounogiatrissis sigue abierto hoy día, y aunque en general no hablan mucho del tema, todavía hay miembros de la congregación que consideran que era inocente, o que hasta la veneran como una mártir de su fe.
En serio, en la web del monasterio, por ejemplo, mencionan lo de que murió como una mártir y la llaman “modelo de virtud y perfección”. Que dices PUES YO QUÉ SÉ, CUQUIS. Es un final sí pero no para esta historia.
Y hasta aquí la historia de Mariam Soulakiotis, que a mí más que a Rasputín me recuerda a la condesa Báthory pero con toca. Y bueno, no se bañaba en sangre. Supongo. Quién sabe.
Espero que os haya gustado. Otro día, si os portáis bien, os cuento la historia de la noble que se metió a corsaria para vengar la muerte de su marido a manos del rey de Francia.
P.D.: Si os ha gustado os agradeceré la difusión y los RTs con aplausos y encurtidos de las bodegas de Sawney Beane.
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Mira, voy a hacer una de esas listas que tanto gustan por aquí por eso de que es el mes de Halloween AKA el Mejor Mes del Año™. La llamaré #BrujasdeHalloween, porque ellas lo valen.
(Ya sé que estamos a día 3 y que esto tendría que habérmelo pensado antes, pero se me ha ocurrido ahora. Hoy hay ración triple y ya lo llevaré al día a partir de mañana).
Día 1: Miss Eglantine Price (Angela Lansbury), 'La bruja novata' (Robert Stevenson, 1971)
A ver, os cuento: por aquí podréis encontrar mis neuras diarias, cine, frikismo generalizado, humor de mierda, batallas con la escritura, historia turbio-chunga, animalicos, Tudorismo en grandes cantidades…
Ah, y los hilos, claro. Los domingos a eso de las 11 de la mañana, hora española. Con algunos hilos extra a veces porque sí, conocidos como #TurraIncoming.
Hola niños, hoy vengo a hablaros, como tantas otras veces, de un criminal. Pero no un criminal cualquiera: nuestro protagonista de hoy descubrió que podía poner sus habilidades al servicio de cosas más positivas como joder a los nazis. Esta es la historia de Johnny Ramensky.
Su nombre de nacimiento era Yonus (o Jonas) Ramanauckas, y era hijo de inmigrantes lituanos que se establecieron en el pueblo minero escocés de Glenboig, a unas diez millas de Glasgow. Allí vino al mundo, sin demasiadas fanfarrias, el 6 de abril de 1905.
Papá Ramanauckas murió cuando Yonus tenía siete años, lo cual ya nos augura una vida de mierda para nuestro protagonista. Efectivamente: a los 14 años dejó la escuela para irse a trabajar a las minas porque si no la familia se moría de hambre. Lo dicho, una mierda inmensa.
Hola niños, hoy vengo a contaros la historia de uno de los misterios más siniestros de la historia reciente rusa. La desaparición y muerte de nueve personas que aún no ha sido esclarecida, y que llegó a cambiar el nombre del lugar donde sucedió: el incidente del paso Diátlov.
El paso Diátlov no se ha llamado siempre así: de hecho, recibió su nombre a partir de los hechos que relataremos hoy. Antes de eso era un paso sin nombre en la montaña Jólat Siajl, al norte de los Urales.
“Jólat Siajl” es un nombre mansi que se traduce como “Montaña Muerta” y, según algunos, viene de una leyenda sobre nueve cazadores que se perdieron en el monte y aparecieron muertos días después, lo que vista la historia de hoy no es creepy EN ABSOLUTO.
Tío, vivo en UK y sólo hoy ya he salido tres veces de casa. Los colegios han estado “cerrados” pero ofrecían actividades extraescolares ya antes de navidad, y de lo de las reuniones prohibidas mejor no hablemos que me da la risa floja.
Eso por no hablar de la gente viniendo a los jardines botánicos en masa cada fin de semana desde la otra punta de Londres, o las iglesias (anglicanas y católicas solamente, claro) abiertas porque patatas. Que se han hecho algunas cosas bien, PERO NO ME JODÁIS.
Ah, sí, y recordemos cómo nuestro fabuloso primer ministro ya le ha dicho a la gente otra vez que de teletrabajar nanai, que vuelvan a las oficinas que hay que consumir. Eso lo hizo en julio pasado también, por cierto, con ESTUPENDO RESULTADO.
Hola niños, hoy vengo a contaros la historia de una de las mejores espías de la Segunda Guerra Mundial. Pionera de la infiltración en territorio ocupado, pesadilla de los nazis y señora badass en general, lo hizo todo faltándole una pierna. Esta es la historia de Virginia Hall.
Virginia Hall nació en Baltimore, Maryland, el 6 de abril de 1906. Era la hija menor de un matrimonio adinerado, y todo hacía pensar que su futuro estaba en un matrimonio ventajoso y una vida acomodada. Pero Virginia era demasiado aventurera para una vida como esa.
Tras pasar por varias universidades de mucho prestigio como Columbia o el Radcliffe College (el equivalente femenino de Harvard por aquel entonces), Virginia decidió que quería completar su educación en Europa, y pasó por instituciones en Francia, Alemania y Austria.