Quien no vea, o no quiera ver, q el contenido de consumo masivo, como cómics, anime, joligud, las series de tv y demás, tiene una alta carga de inducción de valores éticos y morales para modelado social, entonces nomas ve las cosas por encimita. Por los lindos colores, supongo.
Y a la vez son un fiel muy preciso de la balanza de lo que el mercado de contenido de consumo masivo esta buscando y aceptando, sobre todo, por la afinidad que surge de la identificación y simpatía por ahí presentado.
Aunque eso lleve a excesos como la cultura de la cancelación.
Aunque eso lleve a excesos como la cultura de la cancelación.
Esa cultura de la cancelación que, en este contexto, no es más que la manifestación colectiva contra todo y cualquier contenido que les resulte mínimamente adverso: que les raspa tantititito alguno de sus (muy) frágiles elementos de identidad.
El paso generacional ha traído como mayor segmento consumidor de contenido un perfil altamente hedonista: se cree centro del universo entero; además carente de resiliencia, una atroz dificultad de lidiar aquello que le incomoda, o que simplemente no le parece justo o adecuado.
A ellos tienen que intentar satisfacer para llegar, sorpresa sorpresa, a sus carteras.
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