Ya he dicho muchas veces que lo más gracioso del aparcacoches es cómo nos relata como extraordinarios acontecimientos vitales que miles de millones de personas vivieron y viven con completa normalidad. Además cree ser alguien ejemplar. 
Claro que si tu target son diversas versiones de incel y jovencitos capillitas del Opus, contarle a la peña que te has casado y te compraste un adosado con piscina y barbacoa es más que suficiente para conseguir el aplauso de la grada.
Se nota tanto que tiene cierto complejo con su vida adolescente y su relación familiar que da hasta ternura. No me extraña que haya terminado por necesitar ayuda porque al final esas mierdas acaban manifestándose de la manera más inesperada.
Esos mensajes como "me metí a político para demostrarle a mi padre que podía", "con 20 años me comía mitsubishis y vedme ahora con familia" o "mirad, tengo un trabajo", junto a esa necesidad por llamar a atención a costa de hacer el ridículo lo atestiguan.
Al final no es más que el hijo de un senador que le enchufó cuanto pudo, pasó a ser el chico de los recados de Nacho Prendes y que tras una deriva intencionadamente derechista ha acabado en un chiringuito de asesores de comunicación vinculados al PP. Es Adriana Lastra fracasando.
Se le echaba de menos pero tengo la sensación que, bien porque la terapia ha funcionado o bien porque alguien le ha pedido que recoja un poco el mantel, ha bajado el pistón en su carrera de la rata por atraer al público Jimmy Pokemon. Siempre en nuestros corazones.
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