Thread by @Damihibibere

ESPECIAL NOCHEVIEJA

2. AVISOS

Es importante distinguir entre el uso moderado de alcohol y la embriaguez, que es potencialmente no solo un pecado mortal sino también la ocasión de caídas en desgracia.

San Efrén el sirio, por ejemplo, compuso un himno apasionado sobre la embriaguez de Noé en el que advierte a las jovenes castos sobre el poder del vino para quitarles la virtud.

«Cuidado con el vino, ya que deshonró a Noé el precioso;

El que había vencido el Diluvio de agua fue vencido él mismo por un puñado de vino; El Diluvio que estaba fuera de él no lo venció, pero el vino que estaba dentro de él en silencio sí robó.

Si el vino deshonra y humilla a Noé, cabeza de familia y de lenguas, en verdad, oh solitario, ¡cómo te conquistará!»

Si bien la Biblia hace menciónes generalmente favorables al vino y las bebidas alcohólicas, condena constantemente la embriaguez.

Y lo mismo ocurre con la enseñanza de la Iglesia.

Curiosamente, muchos de los santos bebieron muy poco alcohol mientras que algunos no bebieron nada.

Explica Santo Tomás de Aquino que para la mayoría de las personas,

para obtener la sabiduría que es suficiente para la salvación, solo es necesario abstenerse del uso desmedido del vino.

Pero para ciertas personas , continúa, “es un requisito ... que se abstengan por completo de beber vino”, según las circunstancias.

Por lo general, cuando un alma santa se abstiene del alcohol, es como una forma de penitencia o mortificación. Cabe señalar que tal abnegación es una afirmación implícita de la bondad del alcohol.

En un ensayo titulado "Pescado el viernes", el padre Leonard Feeney explica:

la abstinencia semanal de la carne rinde un "enorme cumplido" a la carne "al considerar que su ausencia de nuestra mesa es penosa". Continúa: “No se ofrece a Dios en penitencia lo que se piensa que es malo, sino lo que se cree que es bueno.

Y nadie entiende realmente lo buena que es la carne hasta que intenta prescindir de ella un día a la semana ". El asceta católico se abstiene del alcohol porque es bueno.

La Universidad de Santa Clara en California era una institución exclusivamente para hombres,

los padres jesuitas abrían su bar a los estudiantes todos los martes para disfrutar de una hora feliz. Su objetivo no era difundir el vicio sino enseñar la virtud, es decir, hacer que sacerdotes responsables muestren a sus estudiantes cómo practicar el arte moderado de beber.

Lo cual siempre va unido a una conversación agradable e inteligente. Porque sabían que, como cualquier otra habilidad o excelencia moral, una persona aprende mejor cuando imita las acciones correctas de un mentor.

¿No habría que enseñar a los pobres universitarios de hoy, en ambos sentidos de la palabra, a comer y beber sabiamente para la gloria de Dios? (1 Corintios 10:31).

Como mínimo, dice Foley, los niños deberían poder crecer en un hogar donde puedan observar a sus padres consumiendo alcohol de una manera responsable y piadosa.

Inculcar buenos hábitos y una actitud santa hacia el alcohol más temprano que tarde no es una panacea

Pero da una visión más positiva que la cultura totalmente destructiva de beber por diversión.

Una de las implicaciones interesantes de esta línea de pensamiento es que así como puede haber malas formas de beber, también puede haber malas formas de abstinencia.

San Juan Crisóstomo tuvo que lidiar con un grupo herético que sostenía que el alcohol era malo. La respuesta del gran padre griego fue muy clara: al negar la bondad del vino, estás llamando mentirosos a San Pablo y al Espíritu Santo y, por lo tanto, deberías recibir una paliza:

La abstinencia es una obligación moral para algunos (p. ej., Alcohólicos), pero para otros puede ser un pecado. Si la abstinencia “molestara gravemente a la naturaleza” , escribe Santo Tomás de Aquino, “no estaría libre de pecado”.

Si la abstinencia es una forma enmascarada de orgullo (soy más santo que tu por no beber) o una negación maniquea de la bondad y su potencial para actuar como un conducto de la gracia celestial, es ocasión de pecado.

La abstinencia debe estar siempre precedida por un motivo recto.

Jesús elogió el ascetismo de Juan el Bautista porque lo estaba haciendo en anticipación al Mesías;
pero criticó a los fariseos que condenaba a sus discípulos por beber.

Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; los de los fariseos también hacen lo mismo, pero los tuyos comen y beben.(Lc 5,33)

¿Acaso deben ayunar mientras el Esposo está con ellos? Les echa en cara Jesús.

Por eso, es bueno y santo beber (con moderación) en las fiestas litúrgicas y para celebrar y agradecer a Dios sus dones. Ver esto como un mal no es católico.

¡Brindemos por eso!