Pieter Breughel, realizó una representación de la matanza de los inocentes contemporánea.
Poco después de que se hiciera esta pintura, pasó a manos del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rodolfo II, en Praga.
Al emperador le pareció que la pintura era demasiado espantosa y, por lo tanto, decretó que los bebés sacrificados fueran pintados y reemplazados por paquetes de heno, comida y animales, para que la imagen fuera más aceptable y más fácil de mirar.
Algunos "reemplazos": en el centro a la izquierda vemos a una mujer de llorando por su bebé muerto tirado en la nieve (posteriormente reemplazado por jamón, pan y comida)
una pareja parece suplicarle a un soldado que se lleve a su hija en lugar de matar a su bebé (cambiado por un cisne)
hacia el centro del cuadro, una mujer sentada llora con su bebé muerto (convertido en un bulto) en su regazo
un soldado apuñala a un bebé (cambiado a un cántaro) acunado por una mujer sentada.
Estamos ante una "manipulación" desde el poder de un mensaje doloroso.
Un poco paternalista, un "no están preparados para ver esto".
La censura continúa con nuestro tiempo, y si bien es cierto que hay que hay límites para mostrar el horror y hay que proteger la inocencia;
No es menos cierto que a Rodolfo II dejó que llegara el mensaje.
Ahora se censura directamente:
" si no lo ves, no existe".
Como poco es para meditar porque al ver cuadros como éste, que mueven a compasión y a querer acabar con la maldad hacia los débiles; el mensaje que se impone es que no se vea rezar por el fin del aborto y por las madres con problemas.
Hay pocas dudas sobre la actitud del catolicismo con respecto a la Bebida. El Catecismo de la Iglesia Católica no condena las bebidas fermentadas o destiladas, solo su abuso por exceso (CCC 2290).
De hecho, uno de los siete sacramentos de la Iglesia requiere alcohol. La Eucaristía es el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo, pero comenza con la ofrenda de pan y vino.
Pero aparte de este requisito sacramental y algunos estereotipos irlandeses envejecidos
¿existe realmente un vínculo fuerte entre el catolicismo y el alcohol y, de ser así, por qué? ¿Y qué significa eso para nosotros hoy?
Considera lo siguiente:
El propósito de la Iglesia Católica es llevar al cielo , también ha hecho que la vida en la tierra sea más placentera.
Es importante distinguir entre el uso moderado de alcohol y la embriaguez, que es potencialmente no solo un pecado mortal sino también la ocasión de caídas en desgracia.
San Efrén el sirio, por ejemplo, compuso un himno apasionado sobre la embriaguez de Noé en el que advierte a las jovenes castos sobre el poder del vino para quitarles la virtud.
«Cuidado con el vino, ya que deshonró a Noé el precioso;
El que había vencido el Diluvio de agua fue vencido él mismo por un puñado de vino; El Diluvio que estaba fuera de él no lo venció, pero el vino que estaba dentro de él en silencio sí robó.
Beber con los santos: La guía del pecador para una hora feliz Santa.
Michael P. Foley
Tengo dos amores. Uno es el año litúrgico, el calendario de la iglesia. Y el otro es tomar un cóctel con mi esposa, así que era solo cuestión de tiempo que ambos se unieran" estas son las palabras que introducen el libro del que os voy a hablar en este especial de dos días.
Foley esta casado. Él y su mujer Alexandra tienen seis hijos. Trabaja de profesor en la Universidad de Baylor y ella es directora de ventas de una empresa de servicios informáticos.
"Somos católicos y nos gusta observar diferentes costumbres en los días santos”, dice Foley.
Pues se ha quedado buena tarde para hacer un hilo sobre el libro de los Hechos para el #AñoBíblico de @CATOLICOSxtuWEB
El libro de los Hechos es obra de San Lucas, tanto este como su evangelio están escritos para "Teófilo".
Y ambos libros narran sucesos que ocurren a lo largo de unos 35 años. En el evangelio desde la anunciación hasta la resurrección
Y en los hechos desde Pentecostés hasta el año 67 o 68 DC.
Existen temas paralelos en ambos libros:el clímax del Evangelio se encuentra en el viaje de Jesús hacia su arresto, sufrimiento, muerte y resurrección en Jerusalén,la capital del del poder monárquico judío.
Es bello observar en la sencilla y simbólica ecuación
La presencia de tres cruces, y observar allí, de una forma particularmente profunda, las tres veces que Jesús le preguntó a Pedro, después que él lo negara tres veces, si lo amaba (Jn 21:15–17).
Pero hay aún una sorpresa adicional.
La expresión simbólica también puede emplearse de una forma espléndida para reafirmar: