Thread by @JFitzEdwards

Creo que alguna vez les he contado que mi padre se vestía de Rey Mago en una Cabalgata que organizaba el Club para los niños de un orfanato a los que se les llevaban regalos y luego para hijos de socios, empleados, amigos y conocidos varios. Él siempre iba de Melchor. Va hilo ,👇

A mí, ya de mayor, me encantaba acompañarlo en la organización. Ya saben de sus habilidades negociadoras. La cuestión es que por la tarde se vestían en el Club y a eso de las seis salían para el orfanato. Allí ya estaba un Coro animando a los nenes con juegos y canciones.

A la cabeza del cortejo iba tío Ramón vestido de frac, con capa y chistera. Según tía Adelita que sufragaba una parte importante de la Cabalgata iba hecho un Caballero de Gracia. Junto a él, un puñado de jovencitas -era tío Ramón- disfrazadas de danzantes de las Mil y Una Noches.

Imaginen cuando aquellos nenes alterados con la tensa espera en una especie de teatro en cuyo escenario había tres tronos, veían entrar a aquellas danzarinas y llegar tras ella a tío Ramón al ritmo de la Marcha Triunfal de Aida, saludando con la chistera y dando vivas a los Reyes

El acabóse. Los chiquillos aullando, tío Ramón arengando a las tropas y gritando «a los que no hayan sido buenos los atravesará un rayo destructor» y tío Fernando haciendo fotos. En ese momento se apagaban las luces y una ráfaga de luz -el rayo destructor- atravesaba la gran sala

Al encenderse de nuevo, tío Ramón gritaba desde el escenario «Echáis de menos a alguno de vuestros amiguitos» y todos los niños alterados respondían que no. Entonces, el Embajador de Sus Majestades decía, «Majestades, todos los niños son buenos».
Y los Reyes entraban triunfales.

Una collejura de representación según Otilia. Menos el año en el que a la pregunta de tío Ramón y entre el «No» generalizado se oyó un terrible y angustioso «Falta mi Paquito, falta mi Paquito». La silla de Paquito estaba vacía y a sus pies, su jersey de rombos hecho un gurruño.

Los nenes empezaron a sollozar, la hermana de Paquito era un mar de lágrimas abrazado al jersey de rombos y a sor Patricia, la superiora, le dio un vahído. Tío Ramón pidió al Coro que cantara algo alegre y se arrancaron con ¡Viva la gente! que estaba entonces muy de moda.

Bajó del escenario y se fue adonde estaba tío Eugenio que era el encargado de lanzar el rayo destructor con un foco del teatro.
-Eugenio, ¿qué has hecho?
-Ramón, no seas sieso
-Que falta un niño
-Que esto no es un lanzallamas
-¿Y dónde está Paquito?
-Que no sé ni quien es Paquito

Tía Adelita, que no perdía oportunidad, se arrodilló y con ella tita Carmen. Mi madre y mi abuela claudicaron como siempre y se postraron de hinojos. Y a rezar a san Antonio para que apareciera Paquito. Mi abuelo dudó entre encenderse un habano o echarse un sueño. Se durmió.

Entre tanto, las danzarinas, que se habían quedado al pie del escenario eran atravesadas por las miradas de los más zagalones que ya estaban en edad de fijarse y a las monjas les pareció más que inapropiado. Tío Ramón las mandó arrodillarse y rezar y a las danzantes al vestíbulo.

Allí estaban los Reyes. Mi padre, Paulita y don Alberto el farmacéutico que iba de Baltasar. Cuando vieron aparecer a tío Ramón demacrado le preguntaron qué pasaba
-Que se ha perdido un nene. El rayo destructor y pum catapún chimpúm, un niño menos
-¿Cuántos había?
-Yo qué sé Luis

-¿Entonces como sabéis que se ha perdido uno?
-Porque lo ha dicho su hermana.
-¿La de don Alberto?
-No, la de Paquito.
-Es que como has señalado a don Alberto
-¿Quién es Paquito?
-Ni idea, Paulita, aquí tío Ramón que se le ha perdido un niño.
-Pero, don Ramón ¿usted tiene hijos?

-A ver Paula, hijo, que yo no sé quién es Paquito.
-¿Y por que se preocupa? Es como si yo me desvelo por el hijo de Lindbergh
-Hombre, Paula, que lo secuestraron
-¿Han secuestrado a Paquito?
-No, sor Patricia, al hijo de Lindbergh
La superiora acababa de llegar después del vahído

-¿Quién es Lindbergh?
-Un aviador, don Alberto, que está usted en Babia con las danzarinas, picarón.
-Don Ramón, lo de estas muchas me parece un exceso.
-Lo es, sor Patricia, pero a las muchachas les hacía muchísima ilusión.
-Y además, que lo ha aprobado personalmente tía Adelita

-Eso es lo que no me explico don Luis.
-Porque le han dicho que eran huérfanas huidas de la Unión Soviética y rescatadas de un carguero sueco hundido en el Báltico, madre. Y yo no sé cómo le cuelan esas bolas, la verdad.
-Nos quiere. Somos su familia.
-Y eso pesa mucho, Paulita.

-¿Yo a usted le conozco, rey Gaspar?
-Francisco de Paula Muro Villegas. Ebanista.
-El mejor de Andalucía, madre. Un genio. Les hizo la maravillosa biblioteca que tienen. La que les regaló mi suegro.
-Con razón me acordaba. Preciosa. Mi enhorabuena, don Francisco.
-Gracias, madre.

En esas que llega tío Eugenio.
-Los niños están histéricos. Adelita está rezando con los brazos en cruz y al encender el foco se han puesto a chillar. Creen que van a desaparecer todos.
-¿Qué hacemos?
-Yo ir al baño.
-Eso es de beber tanta agua, don Alberto. Con el vino no pasa.

Así que don Alberto se va al baño y cuando llega ve la luz encendida y escucha un llanto. Paquito. Llama a la portezuela del baño con mucho cuidado y se hace el silencio. Sale del baño y llama a los otros Reyes.
-Se oyen ruidos en el baño.
-Ese va a ser Paquito.
-Seguro, don Luis

Tío Ramón se acerca y golpea la portezuela con el puño de plata del bastón tres veces y dice «Abran paso a los Reyes Magos»
Silencio
Vuelve a golpear tres veces y repite la fórmula,añadiendo «Paquito, como Embajador de los Reyes Magos te anuncio el perdón de todas tus travesuras»

Una vocecilla surge del fondo del baño
-¿Seguro?
-Sí. Contestan a coro los Reyes
-También cuando le corté el hábito a sor Patricia
-Así que fuiste tú,perillán, te vas a acordar
-Señora, no sea pelma.
-Don Ramón
-Ni don Ramón ni gaitas, que es un chiquillo y yo las he hecho peores

-¿Algo más, Paquito? Pregunta el rey Melchor
-¿Lo de los ratones en los pupitres de la niñas?
-Perdonado
-¿Alguna otra cosilla? Ahora es Gaspar
-¿Lo del jabón en el puchero?
-Perdonado
-¿Ya está todo, Paquito?
-El incendio en el gimnasio y cuatro cosillas más
-Todo perdonado. Sal

Abrió la portezuela y salió. Primero miedoso y poco a poco seguro y triunfante. Entró en el salón escoltado por los Reyes y antecedido por el Embajador entre los gritos de alegría de los niños, el llanto feliz de su hermana y los aleluyas de tía Adelita que arengaba a los nenes.

Tío Ramón aprovechó para dar un discurso en el que habló de la magnanimidad de los Reyes que habían rescatado a Paquito del infierno para darle la oportunidad de ser bueno a partir de ese día. Las caras de asombro de la mayoría contrataban con la compungida cara de Paquito.

Mi padre remató la faena pidiendo a todos los niños que fueran los mejores para que el año que viene el rayo Destructor no acabara con ninguno de ellos y tuvieran que rescatarlo como habían tenido que hacer con Paquito que estaba absolutamente arrepentido de todas sus travesuras.

La cuestión es que a Paquito le entro el canguelo con lo del Rayo Destructor y salió corriendo escondiéndose en el baño y si no es por la próstata de don Alberto igual acaba la cabalgata en un desastre. Pero los Reyes Magos saben salir bien de todo aprieto como dice mi padre.

Aquello tuvo tanto éxito que a partir del año siguiente, idearon que al Rayo Destructor lo acompañaban dos forzudos -sobrinos de tío Eugenio- que se llevaban al más travieso de los niños y lo ocultaban durante la entrega de regalos para así convencer a los nenes de ser buenos.

Paquito fue secuestrado hasta que cumplió los quince años y dejó el orfanato para irse a estudiar Maestría Industrial.
Era un prenda.
Pero ningún año le faltó su regalo. Que se puede ser travieso pero si se es niño, siempre hay ilusión en esta Noche de Reyes, la Duodécima Noche.

-Nene.
-Dime, papá.
-«Si es del amor la música sustento, Seguid tocando, hartadme de armonía, Que hastiado el dulce anhelo enferme y muera»
-Noche de Reyes.
-Ese es mi Nene shakespeariano.
-Ea.
A todos ustedes, mis queridos amigos,
Feliz #NocheDeReyes
Nunca pierdan la ilusión.